25. Juntos

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Esa tarde, después del trabajo, Dylan y Yue empacan algunas cosas y van al apartamento de él para pasar el fin de semana largo. Si Yue está cerca, Dylan puede quedarse allí, o en cualquier otro lugar.

En el vehículo hay silencio. Por un lado, Yue todavía siente que Dylan se le está escapando de las manos y él no puede dejar de pensar en cómo hará para contarle el lío que hizo en Las Vegas. ¿Detestará estar casada con él?

En casa de Dylan, Yue toma la habitación de huéspedes donde suele instalarse. Desempaca y se da cuenta de que no trajo ningún pijama. Molesta por el hecho de que olvidó algo tan importante, decide pedirle a Dylan que le preste algo que pueda usar por la noche.

"Ejem..." Yue llama a su puerta entreabierta.

"¿Sí?"

Yue empuja la puerta y encuentra a Dylan cambiándose. "Uy, lo siento..."

"Tienes que esperar hasta que te diga que puedes entrar..." él se ríe y se pone una camiseta. "Mi puerta siempre está abierta para ti, eso es un hecho, pero a veces querrás asegurarte de que esté decente..." él amablemente indica.

Agitada, Yue mira al suelo. "Lo siento... Me olvidé el pijama. ¿Tienes algo que pueda ponerme? Por favor. No puedo dormir sin ropa adecuada. No quería molestarte, pero es que tu casa es un refrigerador..." Yue siente que está caminando sobre un techo de vidrio con él y le frustra.

Dylan sonríe, abre un cajón, agarra uno de sus pijamas y se acerca a ella. "Toma". Le entrega las prendas y luego le besa la frente, incapaz de controlarse. Cree que debería mantenerse distanciado de ella, pero hay una fuerza gravitacional que lo arrastra hacia Yue.

Para evitar hacer otra cosa, pasa junto a ella y va a su estudio a pintar, la única actividad que puede ayudarle a ordenar sus pensamientos.

***

Yue se lava y se pone el pijama que Dylan le dio, que le queda algo grande. La tela se siente suave sobre su piel, al igual que los brazos de él cuando la abraza. Extraña sentir el cuerpo de él que la envuelve y extrañarlo tanto es doloroso.

Para distraerse de la conmoción que lleva dentro, enciende el televisor y durante casi media hora no hace más que navegar por los canales sin sentido, como un niño aburrido. Son las 9 de la noche y lo único en lo que Yue puede pensar es en Dylan que se encuentra en la otra habitación pintando. Su mente sigue vagando en esa dirección y no hay manera de controlarla.

Tal vez un poco de vino podría ayudarla a relajarse y olvidar que el hombre que ama y anhela está allí mismo, a pocos pasos de distancia, cálido y aromático, como un campo de árboles cítricos plantados a lo largo de la soleada orilla del mar.

Se levanta del sofá y ¡bang! Se cae en el suelo porque los pantalones son demasiado largos para sus pequeñas piernas. "¡Ay! ¡Esta cosa estúpida!" exclama, tirando el exceso de tela con las manos de debajo de sus pies.

Con un poco de esfuerzo, Yue logra llegar a la cocina y ¡bum! Sus posaderas se estrellan contra el piso nuevamente. "¡Maldita sea!"

Dylan ignoró el ruido una vez, haciendo todo lo posible para no pensar en ese cuerpo de mujer dentro de su pijama. Sin embargo, el segundo golpe fue demasiado fuerte y se preocupa. "¿Estás bien?" grita, presionando los ojos, rogando que ella no necesite su ayuda porque está luchando por mantenerse alejado.

"¡Sí! ¡Soy demasiado bajita para usar tu ropa de jirafa!" gruñe airadamente, divirtiendo a Dylan, quien se imagina la escena. Debe parecer un adorable pingüino tropezando con sus pantalones largos.

Dylan se asoma y ve a Yue discutiendo con sus pantalones, maldiciéndolos, insultándolos e inesperadamente quitándoselos. Guao.

"¡No los necesito! La camisa es suficiente". Ella se baja los pantalones y se ojea por delante y detrás. "Es lo suficientemente decente..."

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