48. Los opuestos se atraen

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Viernes por la mañana

Ay, ay... No siento mi pierna derecha... ¡No puedo mover mi brazo izquierdo! ¡No puedo respirar! ¡¿Qué está pasando?! ¡Ayuda!

Dylan comienza a despertarse con gotas de sudor en la frente y el corazón martillando salvajemente ante sus pensamientos hipocondríacos. Siente un peso sobre su cuerpo que lo atrapa y le dificulta inhalar. Todavía permanece en una neblina somnolienta, no del todo consciente. Lo que percibe es que algunas de sus extremidades están entumecidas, casi paralizadas. Esto no está bien. ¿Dónde se encuentra? ¿Será que una de esas arañas lo mordió, las que inmovilizan tu cuerpo y hacen que la gente piense que estás muerto? ¡Oh, santo cielo! Lo vio en un documental hace poco, pero ¿esas criaturas rastreras y aterradoras también habitan en la Florida?

No han pasado más que unos segundos desde que Dylan comenzó a despertarse y ya está flipando.

Finalmente, abre con dificultad un ojo y mira con sospecha a su alrededor.

Las paredes de la habitación en la que se encuentra son de color violeta. Las habitaciones del hospital no tienen paredes moradas, ni las mías tampoco. Sacude la cabeza de un lado a otro para ubicarse y un aroma a talco de bebé que proviene de las sábanas lo cachetea. ¿Yue? Levanta la cabeza para examinar lo que lo atrapa y ve un mechón de pelo desordenado que emana un olor a mar.

¡Rayos! ¡Esta mujer me ha tomado como rehén!

¿Qué le ha hecho Yue? Tiene las piernas envueltas alrededor de la pierna derecha de Dylan, cortando así su circulación sanguínea; sostiene la mano izquierda de él con fuerza debajo de su cuerpo, y está como un peso muerto sobre su pecho, lo que le impide respirar normalmente.

Yue también se comportó así en Key West, pero desde entonces había suavizado un poco los patrones de sueño posesivos. Hasta ahora.

"Galletita, no puedo moverme, despierta..." le susurra en un intento de despertarla suavemente.

Sin embargo, Dylan pronto se da cuenta de que la luz que entra por la ventana resplandece demasiado y eso significa que no es tan temprano. Deben ser al menos 7.30, lo cual es terrible.

Mueve la cabeza tratando de encontrar un reloj o dispositivo que le muestre la hora porque no escuchó la alarma de su teléfono, pero ¿dónde está su teléfono? La mochila... En el auto. ¡Miércoles!

De repente detecta un pequeño reloj en la mesita de noche de Yue. Como durmió con sus lentes de contacto puestos, intentará enfocarse en la pequeña cosa para leer las agujas. La grande está en el 9, que ya no es bueno, pero ¿dónde está la pequeña que da la hora?

Dylan estira el cuerpo para acercarse a ver mejor y Yue se cae sobre la cama, arrastrando partes de él con ella porque todavía está apretada alrededor de su pierna y sujetando su mano. Se ve absolutamente ridícula e incómoda, y adorable. ¡Concéntrate, Dylan!

"¡¡¡Shen Yueeeeee!!! ¡¡¡Son las 7.45!!! ¡El agente Michaels llegará a la oficina en 45 minutos!" Dylan grita, pánico en su voz.

Yue se sienta en la cama abruptamente. "¿Qué?" Su cerebro dormido no ha procesado la información.

"¡Tenemos que darnos prisa! Vístete. ¡Tienes menos de 15 minutos! ¡Rápido!" la insta, sacudiéndole ligeramente los hombros para énfasis.

"Necesito ducharme", simplemente barbotea, tocándose el cabello, que se siente feo y apesta a conchas marinas descompuestas, según ella.

Como Yue no parece comprender la gravedad de la situación, Dylan la toma en brazos y la conduce al baño. Se le ve confundida, hermosa y con los ojos pesados, y Dylan no puede evitar besuquearla vez tras vez mientras camina y la sienta en el inodoro.

Amor criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora