39. El ama de llaves

99 10 12
                                    

Lunes a las 6 de la mañana

Dylan bosteza y abre los ojos al sentir un movimiento que viene del otro lado de la cama. Puede percibir el colchón ondearse cuando Yue se sienta en el borde con la sábana apretada bajo los brazos y buscando la bata que dejó en alguna parte. ¿Cuándo fue la última vez que la usé? Oh, sí, antes de la película...

Yue se pone de pie, llevando la sábana consigo para cubrirse, pero siente un tirón repentino y luego la tela se desliza abruptamente, revelando su hermoso cuerpo al natural. ¡Maravilloso!

"¡Oye!" Yue exclama, irritada.

Dylan se ríe con gusto; le encanta ponerla toda alterada pues se ve adorable. "¿A dónde vas, galletita? No he terminado contigo".

"¡No eres mi dueño!" grita ella con los ojos apretados, sorprendiéndolo.

¿Es el síndrome premenstrual hablando? Dylan así lo espera.

Sin embargo, cuando Yue abre los ojos para mirarlo y nota en su rostro la expresión "quiero comerte para el desayuno", inmediatamente siente que sus entrañas se derriten. Rayos, está buenísimo y es una increíble distracción. A decir verdad, de alguna manera, él la posee, que a ella le guste o no; ciertamente Dylan es el rey de su castillo, así como ella es la reina del suyo.

Pero ¿qué era lo que iba a hacer? Ir al baño, Yue necesita la bata para ir al baño, por eso se estaba escabullendo de la cama. "Volveré, solo necesito ir al tocador".

"¡Regresa pronto o vendré a buscarte!" Dylan amenaza coquetamente con su rostro fresco y guapo todavía hundido en la almohada y su voz áspera matutina que envía escalofríos por la espalda de Yue.

Yue se bambolea hacia el baño, frotándose el sueño de los ojos... ¡Estoy frita! No tengo fuerza de voluntad cuando se trata de este tipo. No tiene escapatoria; está irremediable e inevitablemente perdida por este hombre y su voz, su rostro, su boca... ¡Cielos, esa boca! Y sus manos... ¡Vaya que es bueno con las manos! Ha arruinado a cualquier otro tipo para ella. Con suerte, Yue no tendrá que buscar a nadie más por el resto de su vida.

Cuando Yue regresa del baño, Dylan está sentado en la cama con una esquina de la sábana que no oculta más que su entusiasmo matutino. Yue se acerca a él, fingiendo indiferencia, pero atraída como un mosquito a la luz, y tan pronto como ella está a su alcance, Dylan la jala con fuerza hacia sí y la sube a su regazo con las rodillas dobladas a los lados.

"Buenos días, señorita", la saluda, con esa voz que incapacita cada una de sus neuronas, y le peina el cabello desordenado y suave con las manos.

"Estás redondita, calentita y rojita por las mañanas... ¡Me encanta!" La acerca más y le extiende las piernas, de modo que ella caiga sobre su regazo. Dylan tira de la sábana que los separa y Yue siente un latido electrizante recorrer su cuerpo y asentarse en su núcleo cuando sus cuerpos se encuentran piel con piel de manera tan estimulante. "¿Cómo está todo ahí abajo, dulzura? ¿Algún cambio?" Como Yue no se ha puesto ropa interior, Dylan supone que todavía está esperando su período, pero su política es "nunca suponer, siempre preguntar" cuando se trata de mujeres.

Yue, sonrojada e incluso más caliente después del contacto con su cuerpo descaradamente deseoso, sacude la cabeza. "Suele llegar por la tarde. Ahora solo estoy de mal humor y siento algo de tensión".

"Oh", Dylan le da un piquito dulce y comprensivo en los labios y después se inclina hacia atrás, observa el comportamiento frustrado de Yue y arquea una ceja con una media sonrisita. "¿Sabes qué ayuda a aliviar la tensión?"

Yue simula que no lo sabe y simplemente lo mira, reprimiendo una sonrisa.

"Pintar siempre es bueno. Créeme, tienes que intentarlo..." Dylan le desata la bata, revelando su cuerpo tibio y aterciopelado que es solo para él. Suspira y admira toda su fascinante belleza. "¿Cómo es que nunca tengo suficiente de ti?" pregunta con voz ronca, y sus ojos se vuelven más oscuros y estrechos a medida que la bata de Yue se desliza de sus hombros.

Amor criminalحيث تعيش القصص. اكتشف الآن