Capítulo ocho: "El verdadero Baciami"

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Damiano se prometió a sí mismo estar relajado y mantener los látigos lejos de sus manos, no quería espantarlo en su primer encuentro. Que confiara en él era el primer paso y al parecer ya lo estaba consiguiendo, dejó que le tatuara un brazo y ahora le estaba pidiendo que lo follara, era un gran avance.

En algún momento los dos se deshacen de la ropa que llevan puesta y el dominante se hizo con una botella de lubricante que usaría más tarde.

—Te deseo —el susurro del español no solo le pone los vellos de punta, también hace que su polla chorree de necesidad.

—Créeme cuando te digo que yo te deseo más —la ronca voz del italiano le hace inclinarse hacia delante, sus manos lo manosean como si su cuerpo estuviera hecho por y para eso.

Le acaricia la nariz con la suya, mirándose fijamente a los ojos y después lo besa. Su lengua se deslizó en su boca para probarlo una vez más, estaba seguro de que los besos eran de lo más interesante. A él no le toma demasiado tiempo comprender el arte del beso con lengua. Gime, apretando con sus dedos los hombros del hombre, sus cuerpos se frotaban instintivamente mientras se besaban profunda y apasionadamente.

—¿Quieres ser follado por mi, muñeco? —la pregunta queda en el aire durante unos segundos, Frigdiano no responde ni asiente, en su lugar estira la mano para tomar el lubricante y extendérselo al dominante.

—¿Necesitaremos una palabra de seguridad o algo así? —cuestionó, abrumado. Si algo había aprendido de eso, por lo que le había enseñado su cuñado, era que necesitaban una palabra para detener el acto si este no se volvía de su agrado o excedía sus límites.

—¿Quieres necesitar una palabra de seguridad? —preguntó burlón, no iba a ser agresivo ni le haría nada preocupante por el momento, pero si el español se sentía más seguro con eso él no sería quien de negárselo—. Dime, muñeco, ¿te sentirás más cómodo si tienes una palabra de seguridad? —el asentimiento de cabeza que hizo en su dirección le hizo chasquear la lengua—. Bien, piensa en una palabra de la que te acordarás si esto supera tus límites.

Frigdiano mordió el interior de su mejilla, por su mente se repetía una y otra vez la misma palabra pero... ¿Sería correcto que esa fuera su palabra de seguridad?

—Baciami —soltó sin más.

El italiano alzó sus cejas, dio un ligero asentimiento con una sonrisa dibujada en los labios y derramó el lubricante en su mano. Acto seguido tomó sus pollas con esta, frotando ambas a un mismo tiempo, dejando que se rozaran la una con la otra creando una fricción delirante.

—¿Así que baciami, eh? —rió entre dientes—. Scelta interessante.

Él gime, incapaz de pronunciar alguna otra palabra teniendo la mano del italiano rodeando su polla y moviéndola contra la suya.

Damiano vuelve a reírse de la situación y une nuevamente sus labios, por lo general las palabras de seguridad eran únicamente sustantivos y alguna que otra vez adjetivos. Nunca había escuchado un verbo como palabra de seguridad, ni mucho una orden.

¿Bésame?

Estaba seguro de que si le oía decirlo no iba a dudar en hacerlo, no era algo que le incitara a detenerse.

Además de que oír al muñeco hablar en italiano sería interesante...

Atrapó su labio inferior con sus dientes, mordiéndolo y succionándolo. Él hizo un sonido ahogado de placer contra su boca que lo hizo sonreír.

Basta de preliminares. Sus mojados dedos en lubricante buscaron su entrada, acariciándola y preparándola para la brutal follada que tenía planeado darle. Le costaría contenerse si él seguía gimoteando sobre su oreja de una forma tan sumamente excitante.

Abrió más sus piernas, tenerlo sobre su regazo tal vez no era la posición más cómoda para follarlo pero así lo había querido el español y él no se iba a negar, haciendo surcar su resbaladiza polla contra la suya y sus bolas, ya doloridas por esperar tanto. Damiano gruñe y Frigdiano sisea, tan jodidamente necesitados por ese momento.

El italiano dirige su polla hasta el ano del muñeco y la adentra con lentitud, viendo como sus rasgos se tensan y sus brazos buscan algo en lo que apoyarse. Su culo chupaba la polla del italiano como si estuvieran creados para eso, ambos se sienten ahogados en el placer que los envuelve. Frigdiano lo miró a los ojos, le dolía el culo por tener semejante polla en su interior pero el placer lo anulaba por completo. Sus respiraciones eran pesadas, sus manos acariciaban sus cuerpos desnudos con tanta pasión... El lubricante facilitaba los movimientos, es por eso que la polla del dominante se deslizaba hasta el fondo.

—Esto se siente condenadamente bien —gimoteó Frigdiano, el italiano poseyó su boca una vez más, robándole las palabras con los labios.

—Tú te sientes condenadamente bien —gruñó en respuesta, empujando fuerte, probablemente demasiado duro, Damiano al darse cuenta intenta reducir el ritmo pero los gemidos del español lo detienen. A él le gustaba.

Siguieron así durante un tiempo indefinido, follándose, tocándose y besándose.

Sus pollas latieron por la liberación cuando se corrieron, dejando todo sus cuerpos llenos del espeso y cálido líquido. Damiano tomó la valentía de pasar su dedo índice para recoger la esencia salada y llevarla a la boca de su acompañante, dándole a probar su propia excitación.

Succhia come se fosse il mio cazzo.

Y lo hizo, entendiendo a la perfección lo que le había pedido. Chupó con ansias el dedo, disfrutando del sabor y también de la sensación. Chupar un dedo no debería de sentirse tan caliente, ¿no?

La mirada oscurecida del dominante le enseñó lo contrario, que era lo más normal del mundo que se pusiera cachondo con la acción.

BaciamiWhere stories live. Discover now