XV. Situaciones de la vida

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Mischa llegó al castillo sabiendo que tendría problemas. A las siete y media lo esperaba la señora Plisetsky para otra sesión de corsé pero esa vez no lo iba a permitir.

El muchacho de nombre desconocido estaba preocupado por el hijo de su señora. ¿Acaso ella no se daba cuenta del daño que le estaba haciendo a su hijo? No sólo estaba seguro que el chico pensaba que él y su madre se acostaban, sino que se había metido en más de un problema en el colegio por defender su honor y defenderse a sí mismo de las habladurías del pueblo.

Mischa no quería ser cómplice de ello, prefería perder el trabajo a seguir siendo comidilla del pueblo. Subió tenso al segundo piso, con la intención de decirle a la señora Plisetsky que no haría nada que perjudicara a su familia, pero a medio camino escuchó los gritos del rubio despotricando contra su madre.

― ¡Ya estoy harto de que todo el mundo te diga puta! ¿Por qué no puedes ser una viuda como las demás? ¿Una viuda que se queda en casa y cuida de su familia?

La señora Plisetsky no había reaccionado debido a la sorpresiva aparición de su hijo. Un minuto después se levantó al ver a su joven hijo furibundo y trató de calmarlo.

― ¡Todo el mundo te dice prostituta por acostarte con ese maldito mayordomo! ¡Y después yo tengo que defenderte! ¡Ya no quiero defenderte porque te lo mereces, te mereces que te digan puta!

Un sonido fuerte entre piel y piel le indicó a Mischa que la mujer le había dado una cachetada. Eso, en vez de calmar al muchacho, avivó más el rencor que habitaba en él, por lo que empezó a vociferar.

― ¿Crees que no escucho tus gritos salvajes cada vez que ese tipo te mete el pene? ¡Todos en Kiritsy lo comentan! ¡Me das asco!

― ¡Yurochka!―se escuchó la voz gruesa y molesta de Nicolai, quien se había acercado al escuchar los gritos― ¡No te permito que le hables así a tu madre!

―¡Abuelo, todos lo comentan! ¡Ya estoy harto de tener que defenderla!

Yuri miró a su madre y sorpresivamente se le llenaron los ojos de lágrimas.

― ¿Qué pasó con mi mamá, la que le importaba más su familia que saber quién se había operado la nariz? ¿Qué pasó con ella? Mi mamá era buena y cariñosa antes de que papá muriera.

Salió corriendo de la habitación, dejando una estela lúgubre de silencio entre ambos adultos. Nicolai tampoco era tonto, ni mucho menos sordo. Pero su hija era adulta y no había sabido cómo hablar del tema con ella.

Cerraron ambos la puerta tras ellos y Mischa bajó compungido. No podía hacer nada para ayudar a la familia. El joven Plisetsky había entrado a su habitación arrojando tras de sí furioso la puerta.

Se dirigió a la cocina, donde Phichit y Yuuri lo esperaban preocupados, habiendo escuchado también todo el escándalo.

―Ahora sí se armó la buena―dijo Phichit― El joven Yuri jamás había dicho nada al respecto.

―Bueno, Phichit―exclamó Yuuri―, también es cierto que, cuando Vladimir le ajustaba el corsé, la señora no era tan... vocal con sus expresiones.

Mischa se sorprendió al ver que Yuuri estaba al tanto del corsé, pero luego tuvo sentido, sabiendo que medio pueblo hablaba de ello.

― ¿Acaso la culpas?―Se burló el moreno― Nuestro amigo Mischa, aquí es demasiado guapo como para no gritar a los cuatro vientos todo el placer que puede causar...

Mischa se sintió avergonzado y enrojeció tanto que ambos amigos terminaron riendo y disculpándose. No debía tomar el comentario en serio.

―Espero que de todo esto salga algo bueno―Phichit le sirvió a Mischa una taza de café y el chico se sentó para seguir conversando.

Abogado de CocinaWhere stories live. Discover now