XXI. Verdades

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Eran las 2 de la mañana, en una ciudad a tres horas y media de Moscú llamada Kiritsy.
Los grillos cantaban alegres en el pasto afuera y Yuuri Katsuki los sentía tan cerca que parecían estar junto a él sobre la cama.

El ruido de aquellos animalitos, sin embargo, no era el causante de ese insomnio. Llevaba dos días pensando en Mischa sin poder quitárselo de la cabeza. Todo había regresado a la normalidad con él pero ya no podía dejar de tenerlo en su mente.

Trataba de interpretar con ayuda de la lógica todas las señales. Los ojos de Mischa mirándolo, sus sonrisas y atenciones. Algo dentro de su corazón le decía que había algo más que amistad entre los dos, algo tácito que ninguno de los dos se atrevía a tomar en cuenta y esas mariposas en el estómago no dejaban de volar eternas.

Luego se acordó de Dema. Sí, del novio que en verdad tenía. El chico de cabellos rubios era un muy buen hombre, cariñoso, detallista, comprensivo y sensible. Yuuri había llegado a apreciarlo mucho. Pero estaba en falta con él desde el viernes, cuando lo había besado y había pensado en Mischa al hacerlo.
Tenía que hablar con él antes del fin de semana porque se iba de viaje de estudios a Alemania.
Tenía que ser sincero y decirle que tenía muchas dudas sobre su relación.

Después del desayuno, la familia Plisetsky se había dirigido a sus actividades cotidianas

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Después del desayuno, la familia Plisetsky se había dirigido a sus actividades cotidianas. El señor Nicolai se había ido al jardín a leer un libro sobre la caída de los zares en Rusia, Phichit había llevado a Yuri a la pista de patinaje como siempre y la señora Plisetsky estaba esperando a Phichit para ir a sus clases de bicicleta estacionaria.

La señora Plisetsky había dado un gran paso con el tema de los corsés. Aunque aún le gustaba que se los ajusten, su terapista le había recomendado que dejara que una mujer lo hiciera y no un hombre, ya que eso era exactamente lo que más le emocionaba.

Por esa razón Yuuko se encargaba de ayudar a la señora y ya había bajado los deseos de usar el corsé a una vez por semana. Además, le habían recomendado sesiones de masaje regulares, para quitar toda la tensión reprimida.

Justamente por eso, Mischa no se asustó cuando la señora Plisetsky lo mandó a llamar a su dormitorio.

El chico tocó la puerta y lo invitaron a pasar.

―Hola, Mischa, siéntate por favor.

El mayordomo se acomodó en un taburete cerca de la cómoda de la habitación y esperó a que la señora Plisetsky continúe hablando.

―Mischa, como tú sabes, el castillo de Kiritsy recibe a muchos visitantes al año. Se abren las puertas para todos los que quieran admirar la arquitectura y decoración del recinto.
Como seguro deducirás, los meses en los que el castillo es más visitado son entre Junio y Setiembre.
Dado que recibir a mucha gente en nuestro espacio se torna incómodo cuando la cantidad de visitantes es mucha, tomamos vacaciones de verano todos en el castillo y nos desestresamos.

Abogado de CocinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora