XLVIII: Encuentros

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―¿Te encuentras bien?

Era curioso cómo esas palabras podían afectar tanto a Chris. Físicamente se encontraba bien, pero sentimentalmente se encontraba hecho un caos. Tenía enfrente a un hermano que había descubierto hace poco sobre su verdadera identidad; y aunque sus primeros recuerdos habían sido acerca de cómo lo habían querido matar, su primera pregunta había sido sobre su bienestar. Eso lo hizo recordar aquellos tiempos de pequeño en los que corría desesperado a la cama de Victor cuando algún rayo lo despertaba en medio de la noche. La habitación estaba al frente de la suya y Victor era el único hermano que lo recibía sin gritos en medio de la madrugada. No tenía que decirle nada porque Victor sabía muy bien cuando Chris lo necesitaba más. Siempre había sido así.  Victor sencillamente era un hermano noble, bondadoso y justo.

―Sí, ya me encuentro más tranquilo. ―Su voz, por fin calmada y cariñosa sosegó a Mischa―. Muchas gracias, Victor.

De nuevo aquel nombre. Cada vez que Mischa lo escuchaba se sentía extraño; no obstante, le había prometido a Chris que iban a empezar de nuevo, lo que significaba, pese a todo, que tenía que ser sincero. Una mueca que pretendía ser una ligera sonrisa se esbozó en sus labios.

―Sé que me llamas Victor, pero cada vez que escucho ese nombre me hago muchas preguntas, ¿sabes? ―Las palabras resonaron en el aire y causaron sorpresa en Chris.

―¿Por qué?

―Sé que te parecerá raro, pero cuando recordé que mi nombre era Victor fue una impresión muy grande. No sé, yo...de todos los nombres que podría imaginarme tener en la vida, Victor era el último.

» Llevo tantos meses siendo Mischa, de conocerme como tal, vivir esta vida. He podido aprender a querer esta identidad. Yo soy Mischa. Víctor es solo un nombre más, sin mayor importante en mi vida actual.

Era difícil para Chris verlo de esa forma. Habían pasado 26 años llamándolo así y, sin embargo, ahora lo tenía al frente diciéndole que su nombre no le importaba. A él sí le importaba, era su hermano perdido el que se encontraba allí, era su Victor. Su frustración se hizo evidente a través de los pliegues formados en la frente y de sus labios apretados. Mischa se dio cuenta que sus palabras habían afectado a Chris, por lo que colocó con suavidad su mano sobre la de él.

―No me malinterpretes. ―Trató de explicar―. No digo que no me guste o que no quiera saber nada de él. Es solo que... no sé, es extraño, pero no me siento un Victor. Me siento un Mischa. Ese es ahora mi nombre.

Chris reflexionó sobre lo que le dijo. Ese Victor sentado junto a él no era el mismo que había tenido en sus brazos un año atrás. Muchas cosas habían pasado para que él se convirtiera en la persona que tenía allí. Eran su rostro, sus facciones, su sonrisa; sin embargo algo en él lo definía como una persona diferente a la que conocía. Mischa parecía tan seguro de lo que decía y tan decidido a dejar en claro lo que pensaba, que no podía ver a Víctor completamente allí. La vida que había tenido que crear para sobrevivir había dejado huellas en él y estas no se iban a borrar solo porque en el fondo él lo quisiera.

Levantó la mirada afable, con deseos de expresar que lo entendía, que sabía lo que trataba de decirle.

―Te entiendo. Si te soy sincero, hay algunas cosas de ti que me sorprenden porque jamás las vi en Víctor ―confesó con una sonrisa agridulce―, al menos no el que conocía. Creo que has cambiado, eres diferente.

Las palabras de Chris resonaron en el cerebro y corazón de Mischa. Había cambiado, ¿qué tanto lo había hecho?

―¿Cómo que diferente, a qué te refieres? ¿Cómo era?

Abogado de CocinaWhere stories live. Discover now