XLII. Descubriendo

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Mischa levantó la mirada cuando el médico terminó de oscultarlo. El galeno le regaló una sonrisa suave y le dijo que debía seguir las indicaciones tal como las estaba dejando.

―Bueno, te veo algo mejor, Mischa. Por lo que he escuchado no te ha vuelto a subir la fiebre. ¿Has sentido otra molestia?

―No, solo dolor de cabeza y algo de debilidad muscular.

―Eso puede ser por estar tanto tiempo en cama. Ya no presentas ningún síntoma preocupante y no es bueno que te encierres aquí todo el día, sería bueno que regreses poco a poco a hacer tus quehaceres.


―Está bien, doctor.

―Necesito que te alimentes muy bien para que no recaigas en la enfermedad. Ya no te voy a recetar nada más, parece que te encuentras en camino a estar completamente sano.

―Está bien, doctor, gracias.

―Cuídate y trata de levantarte, ¿sí?

―Sí, doctor, como diga.

El doctor asintió y se despidió del enfermo, siendo acompañado por Phichit hacia la salida. Antes de bajar por las escaleras, Phichit se detuvo con el fin de hacerle una consulta.

―Doctor, sé que Mischa ya no ha tenido fiebre, pero me preocupa. Estos días no ha querido comer y solo lo ha hecho a la fuerza.

―¿Cuántos días lleva sin querer probar bocado?

―Tres días―respondió Phichit―, pero por momentos se queda callado mirando a la ventana y no quiere hablar. Es como si se desconectara de todo de repente.

―¿Algo ha pasado quizás en casa?, ¿alguna mala noticia que pudiera causarle una fuerte impresión?

―No, la verdad todo está bien.

―Bien, vamos a ver como se dan estos días. Ahora que le he quitado el medicamento y le he indicado una alimentación más contundente debería ser más fácil lograr que se alimente mejor. De todas maneras, cualquier cosa manténgame informado.

―Perfecto, doctor, gracias.

Los pasos a la distancia de ambos hombres bajando por las escaleras fueron escuchados a lo lejos por Mischa quien, triste y débil volteó a mirar la lluvia torrencial por la ventana.

Sus memorias se habían ido asentando lentamente en su cabeza y algunos recuerdos más habían aparecido días después acompañados por molestos punzones que no desaparecían del todo.

Mischa no podía creer todo lo que había podido recordar. Habían cosas que ciertamente le tranquilizaban, como el hecho de saber que Mila no había tenido una relación previa con él. Pero dos cosas ciertamente no lo dejaban descansar tranquilo: el llamarse Victor Nikiforov y el darse cuenta que Chris, el amigo de Yuuri, era en verdad su hermano.

Mischa se había pasado muchas horas tratando de pensar en ello. Después de que sus recuerdos volvieran, la imagen de un pequeño Chris y luego uno adolescente le habían dado demasiadas pistas.

Mischa había buscado en las fotos de su celular y había visto el parecido imposible de obviar del Chris de sus recuerdos y el de sus imágenes. No habían dudas, era él y eso le hacía sentir muchas cosas a la vez: emoción por saber que era su hermano, frustración porque Chris llevaba días sin responder sus llamadas y molestia por no haberse dado cuenta antes de todas las señales.

Su encuentro con Chris en Moscú había sido bastante revelador. Mischa recordaba la reacción de Chris al verlo y ahora le parecían aquellas lágrimas de aquella vez entendibles. Chris le había dicho "Vitya" y se había tirado sobre él pidiéndole perdón. ¿Por qué se sentía tan culpable? ¿Quizás por no haberlo encontrado todo ese tiempo? ¿Quizás porque su desaparición había tenido que ver directamente con él? Esto último no lo creía en verdad.

Abogado de CocinaWhere stories live. Discover now