"Quémalo todo, que todo arda. Libérate de esa jaula y vuela lejos junto conmigo. Olvida la ley de Dios, olvida lo impuesto, que yo pondré, mi Tiempo en Ti..."
~*⚠️ A D V E R T E N C I A S ⚠️*~
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Bajo el gran eden de sus besos se regocijó, bajo las atentas caricias de sus palmas y su dominancia en pleno estupor de sus labios contra su garganta.
No había palabras tan buenas para describir aquello. El pecado más bueno es el que recién se ha cometido, cuando la culpa aún no alcanza la racionalidad y ese momento de regocijo trémulo es más fuerte que nada.
El pecado mueve a las masas, es un poder intocable, invisible que, aunque sea usado en menor medida, por lo menos uno de nosotros ha hecho uso de alguno. Nadie se salva del pecado, todos hemos sido marcados por el aunque sea mínimamente, que si apareciera como los lunares en la blanca piel del azabache, TaeHyung los hubiese reconocido todos.
TaeHyung, superado en sollozos y gemidos, se sentía como Judas. Estaba traicionando sus creencias sin culpa alguna, desafiando su educación errónea y las leyes del máximo de máximos. Aquel ser espiritual que todo lo ve y todo lo sabe. Pero JungKook sobre él, transmitiéndole su calor y todas aquellas buenas sensaciones, suprimía la racionalidad del pecado redentor. Lo hacía sentir seguro y correcto.
En otro momento, al sentirse al borde del pecado, no hubiese podido evitar la culpa y se hubiese hincado interminables horas de la noche al pie de su cama a pedir perdón al creador y hubiese rezado el rosario de cabo a rabo con interminable fervor. Pero ahora, cuando sentía a JungKook entrar tan profundo y salir de él con fervor, olvidaba hasta las santísimas letanías y el comienzo del padre nuestro.