Capítulo 13. Solo quería ayudar

3.4K 438 253
                                    


Quizá fue la imprudencia de mi parte, pero sinceramente no podía evitar sonreír ante aquella irónica escena.
Había emprendido una carrera hacia el puerto de carga, mis piernas se sentían entumecidas después del gran arranque que había dado, mi garganta picaba al solo tratar de controlar mi agitada respiración y aún así, cierta parte de mi reía con orgullo al haber dejado con media palabra al hombre que presumía cazarme como una zorra… bueno al menos a lo que alcancé a oír.

Me escondía entre los recovecos oscuros de los contenedores metálicos y al primer sonido volvía emprender carreras a otro nuevo escondite, quizás si me estaba comportando como una zorra en plena casería, huyendo a cada paso que los sabuesos daban.  Aunque dijera lo que dijera aquel hombre, yo me sentía sumamente orgullosa de no haber sido atrapada aún.

No era tonta, no ignoraba mi situación y sinceramente estaba aterrada, sabía que no podría mantener está treta por más tiempo, más hombres se esparcían como brigadas acorralándome y acortando mis escondites.

-Sal Sal de dónde quiera que estés pequeña zorrita- canturreaba el hombre. -No puedo esperar a tenerte colgada en una pared-

“Cínico, ¿En verdad existían está clase de hombres?” Me repetía, yo misma sentía mi ceño fruncido como si este mismo se hubiera quedado trabado. Me causaba repulsión su voz.

No era divertido, no más, ahogué un terrible chillido al toparme con uno de los hombres que pasaba con una lámpara y pistola en mano. Instintivamente llevé mis manos a mi boca retrocediendo con lentitud mientras la luz se extendía a la punta de mis pies, a escasos centímetros de mí. Cerré mis ojos con fuerza pegando mi espalda al frío metal de un contenedor oxidado, la luz chocando contra otro de color amarillo enfrente de mí. Había girado a tiempo.

“¿Por qué no vienen? ¿Por qué tardan tanto? ¿Habrá pasado algo grave?” solo podía cuestionar una y otra vez mientras me escurría por los rincones, pasando por contenedores casi pegados, agradecía mi baja estatura y complexión que podía estrujarse entre dos paredes de metal a escasos 20 centímetros. El vestido estaba lleno de óxido y rezaba porque April no sé molestará… Claro que eso no era lo más importante ahora.

De entre la oscuridad vislumbré, no tan lejos, un hueco bien abierto para simplemente salir de ahí, a gatas me acercaba, paranoica de alzar mi mirada y encontrarme con alguno de los hombres.

El inconfundible tono de llamada de mi celular estremeció cada centímetro de mi cuerpo y rápidamente arranqué de mi cuerpo la chaqueta buscando la bolsa en la que había metido mi celular. Contesté.

-MICKEY- Grité mientras me levantaba para emprender una nueva carrera.

-¡ALLA VA!- Escuché a uno de los hombres gritar.

-¿Crees que tengo voz de payaso?- me contestó de forma ronca y monótona alguien del otro lado de la línea, fugazmente vi que el número que se pintaba en la pantalla no era el de Mickey.

-POR DIOS- gruñí mientras mis piernas luchaban por sostener el ritmo. Sentía más pasos pisarme los talones.

-¿Por qué tengo una notificación en mi celular que tiene tu nombre y tu dirección en rojo?- “Maldita sea, ¿Es que Raphael era tonto? ¿Eso significaba que no estaba ni cerca de aquí?”

-¡AYUDAME RAPHA!- Lloré con desesperación. Sabía, estaba muy consciente de que no podía continuar a este ritmo.

-¡Te tengo!- Tropecé siendo jalada, rápidamente cayendo de cara al frío y mojado suelo, mi celular saliendo disparado de mi mano.

-Debo reconocértelo…- se posaba el mismo hombre frente a mi mientras otro sometía mis brazos en mi espalda encajándome su rodilla y presionando mi cabeza contra el suelo -No pensé que pudieras ser un grano de arena en el culo, pequeña zorrita- mi celular bajo sus pies.

(TMNT) Desde las sombras te protejo Where stories live. Discover now