Capítulo 16. No me sentía tan Sola.

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Han pasado ya 4 días desde que todos se fueron, acostumbrarme a mi antigua vida no fue tan difícil como imaginé que sería. Jamás me detuve a pensar en lo solitaria que era mi vida antes, hablaba constantemente conmigo misma para evitar que el silencio se propagara demasiado, inundaba mis tardes con música, pero sobre todo el haberme enfrascado tanto en el trabajo me hizo el tiempo más sencillo; fue más simple dejar de lado e ignorar mi propia soledad.

Despertar el primer día sola solo me trajo molestias, había dormido sobre el suelo con el cuello aún en el borde del sofá. No pude evitar una terrible jaqueca por el resto de aquel día. Las pesadillas se hacían más constantes y la vaga sensación de ser observada me daba escalofríos por las noches; por lo que era sencillo descifrar que no estaba durmiendo más de seis horas, horas que comenzaban a pagarme factura.

Aquel mensaje que recibí por parte de la secretaria de Katsuo dónde se anexaba la imagen de una mujer era sin lugar a dudas el mejor bote salvavidas que tuve. Debo decir que, si no estaba comiendo, estaba pintando y si no durmiendo. Casi podía soñar con aquella bella mujer, la madre de Katsuo. Mientras más avanzaba más me daba cuenta del gran parecido que Katsuo tenía con su madre, es decir era su viva imagen, pero en versión masculina, con esas facciones tan delgadas y filosas que en él se ven rudas y pesadas, más, sin embargo, en su madre se vislumbraban delicadas y gentiles. El cabello negro y esos ojos cual perlas oscuras eran ciertamente de su madre.

Mi departamento se revestía en plástico con pintura, el retrato estaba ya casi listo y me encantaba los colores con los que su tersa piel de nieve se ruborizaba. Vestía un Jumper de mezclilla viejo, ya con restos de pintura sobre el mismo, estaba descalza y sostenía mi desordenado cabello en una floja cola de caballo.

-Yo creo que es suficiente…- suspiré por lo bajo alejándome escasos 4 pasos del retrato y detallando cada facción con la mirada.

Me preguntaba qué horas eran, se suponía que hoy por fin me animaría a comprar comida para el apartamento, cosa que debí de haber hecho desde el primer día, pero las ganas me lo impidieron y subsistí a base de comida rápida pedida por el celular. Salir simplemente fue por recursos como la falta de pigmento en mi casa o que se escarchara el pelo del pincel.

No me iba a quejar, la vida volvía a ser la misma de antes, la que irónicamente pensaba que extrañaba y ahora simplemente me dejaba una amarga sensación ajena a mí, es decir, como si está ya no era mi verdadera vida. Era suficientemente vaga la sensación como para poder ignorarla en un cálido y largo baño.

Cada que cerraba los ojos, los recuerdos me recorrían a primera noche, quizá también fue una pequeña y difusa parte de mis sueños, pero casi podía jurar haber visto dos vividas esmeraldas entre una oscuridad, como ojos, mirándome escondidas entre las sombras.

Respirar el húmedo ambiente del pequeño cuarto comenzaba a sofocarme, por más que me negara a desalojar el baño la propia necesidad de aire fresco me obligaba a salir de ahí.

Vestida para un día lluvioso, botas largas de color marrón, un pantalón de mezclilla rasgado, una blusa blanca y un Cárdigan café claro, me obligaba a mi misma a salir de mi departamento cargando solo con el celular que Donnie me dio, mi cartera y un pequeño paraguas transparente.

Iría a “Union Square Greenmarket” por verduras y carnes frías, no quedaba tan lejos de mi casa y regresaría pronto.

2:30 pm

Mi idea de viajar directamente a “The Greenmarket” se fue por completo al caño cuando vislumbré “Urbanspace Vanderbilt”, en la zona Midtwon de Nueva York, justo en ese lugar vendían mi bebida favorita. La simple idea del frappé de taro con tapioca me llenaba la boca de saliva y me dirigía sin pensarlo a la fila que ya tenía el dichoso local.

(TMNT) Desde las sombras te protejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora