1. Aterrizaje exitoso

57 4 10
                                    

Seoho aterrizó con éxito en la tierra, revisó sus alrededores para que ningún humano lo hubiera visto, por suerte no había nadie cerca. Ocultó su nave con hojas y ramas de árbol.

Caminó con cuidado para no encontrarse con los terrícolas. Por lo que tenía entendido eran seres salvajes, con instinto asesino hacia otras especies y hacer experimentos en ellos.

Tampoco sabía su idioma por lo que se le complicaría pasar desaparecido, no creía parecerse a ellos y temía que lo descubrieran. Sus pies estaban temblorosos con cada paso que daba más cerca de la ciudad, sentía que su corazón saldría en cualquier instante. Que su peor miedo se haría realidad. Morir siendo el experimento de un humano.

Llegó a la ciudad, su rostro estaba dirigido al suelo para que nadie lo viera. Podía sentir el caminar de los demás, pero ninguno se mostraba interesado en él, todos estaban concentrados en sus propios asuntos.

Seoho levantó el rostro un poco, vio a los terrícolas y se dio cuenta de que no eran diferentes en los aspectos. Ninguno era de colores extraños, tampoco tenían cabezas enormes, ni cuerpos extremadamente largos y delgados. Lucían muy comunes.

Vio eso a su favor porque no tendría que usar un camuflaje tan complejo como había pensado y tampoco había ese tipo de tecnología a su alcance. Caminó con confianza, una sonrisa se mostraba en su rostro, sus hombros estaban alineados y veía hacia adelante. No tenía nada de qué temer.

Su sonrisa se borró de un instante a otro, los problemas comenzaron a aparecer uno por uno. ¿Dónde se alojaría? ¿Podría comer los alimentos que consumían los humanos? ¿Qué haría si lo descubrían?

Tragó saliva deteniéndose. No sabía a dónde ir, ni qué hacer. No se había preparado; aunque tampoco tuvo tiempo de hacerlo, porque está huyendo de su planeta. Se detuvo en seco, tenía que pensar en algo rápido que no llamara la atención de los terrícolas, no debía ponerse en peligro y tampoco exponer donde se estaba ocultando.

«Tsimus quo? Ji humen idim xi saejuin no morimi inume, duse kundicky ima chumind?» — Para Seoho resultaba complicado hacer planes que no fracasaran en el intento. — «Morimi inume! Ni zeuk khinisuke deo heom» — Estaba estresado.

— ¿Lo ves? ¡Es bastante guapo! — Podía sentir la mirada de las personas y oírles hablar, pero no entendía nada.

— Suyun-ah, para ti todos los chicos son guapos — El chico a su lado rodó los ojos, aunque la curiosidad le ganó y volteó a ver al muchacho del que habla su hermana.

— Le pediré su número, tal vez logre que sea mi novio — Mencionó la menor corriendo en dirección de Seoho. Su hermano caminó detrás de ella para detenerla. Ninguno sabía si el chico era alguien peligroso.

Seoho se sintió intimidado cuando ambos humanos estuvieron frente a él, sus latidos sonaban por todo su ser y sentía como estaba comenzando a sudar. La chica sonrió con amabilidad, lo sujetó de las manos, pero su hermano la separó del extraño. La mirada de Seoho se encontró con la del otro chico y una extraña sensación lo rodeó. Se habían activado las feromonas de su cuerpo haciéndolo sonrojar. Un humano no debía poder hacer eso, a caso Seoho ¿se había enamorado sólo de verlo?

Tenía que cubrir el aroma de sus feromonas sino se vería expuesto, causando que quienes lo buscaban lo encontraran, porque sólo su especie podía percibir el aroma de las feromonas, pero jamás se había preocupado por cubrir el aroma porque nadie antes lo había activado, el hecho de que un terrícola lo hiciera ya resultaba novedoso para Seoho, sin embargo, tan pronto como el humano había desaparecido de su radar el aroma también lo hizo. Había tantas cosas que Seoho aún no aprendía de sí mismo y ahora tenía que aprender de los humanos, se había enredado en un gran problema. Siguió caminando sin dirección en espera de que una solución le cayera del cielo, pero era obvio que no sucedería. ¿Qué debía hacer para aprender el idioma? Era lo primero en lo que debía pensar, así podría comunicarse y encontrar un lugar para quedarse. Por suerte no había sido tan cabeza hueca y como medida preventiva había llevado consigo libros que hablaban sobre la tierra, aunque sabía que no todo estaría ahí.

Humano [ONEUS; ⏸] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora