Capitulo 26

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Poco recuerdo de aquella tarde con Kate. Supongo que Ryan llegaría a casa y nos obligaría a ir a dormir porque desperté en mi cama con dolor de cabeza.

Me dí la vuelta y miré el reloj. Eran las cuatro de la tarde, había dormido más de trece horas. Cogí mi móvil, que descansaba sobre la mesita de noche, y ví las nueve llamadas perdidas en la pantalla, todas eran de Layla. Sonreí al leer su nombre y no lo dudé dos veces, la llamé.

-Hola Layla - dije con voz ronca.

-Justin, ¿Dónde estabas? Llevo todo el día llamándote.

-Se quedó sin bateria - mentí.

-No importa. Mi madre ha encontrado un trabajo para mi, en una tienda de ropa.

-Guay - dije sin interés.

-Lo mejor de todo es que tú también puedes trabajar allí - dijo alegremente - ¿No es genial?

-¡¿Qué?! A ver, me acabo de despertar y creo que no te he entendido bien. ¿Me has encontrado trabajo?

-Si! - rió.

-¿Sabes que trabajar no entraba en mis planes?

-Ya sé que no entra en tus planes, pero tenia ganas de reírme de ti - escuché su risa nerviosa al otro lado del teléfono.

-Me habías asustado - suspiré aliviado

-Nos vemos hoy a las seis, ¿recuérdas? - dijo nerviosa - Adiós.

-Adiós - colgué - Mierda que tarde es!

-Justin! Aun no has colgado - escuché su voz saliendo del móvil.

-Oh, lo siento. Adiós - reí mientras colgaba.

Solté un grito ahogado y me tapé la cara con la almohada para intentar dormir un poco más.

Me rendí después de dar varias vueltas en la cama. Me levanté y decidí darme un baño. Dejé que se llenara la bañera mientras me afeitaba y me quitaba la ropa. Puse algo de jabón en el agua y empezó a salir espuma a borbotones.

Me metí dentro y me relajé hasta quedárme casi dormido.

-Justin! - llamó Kate a la puerta - Sal de ahí.

-¿Qué quieres? - grité.

-Necesito ducharme! Llevas media hora de reloj ahí dentro! - gritó al otro lado de la puerta.

-Ya voy ya voy - me lavé el pelo rapidamente y me envolví con dos toallas.

-Eres lento hasta para duchárte.

-Me estaba bañando - abrí la puerta de golpe.

-Vale, vale - entró en el baño - Ryan quiere hablar contigo.

-¿Sobre lo de ayer? - abrí el tapón de la bañera.

-Bingo! - se soltó el pelo mientras se miraba en el espejo - Y ahora sal de mi baño - me echó y me cerró la puerta en los morros.

-Kate - golpeé la puerta con los nudillos.

-¿Qué? - entreabrió la puerta.

-Estoy nervioso. Necesito un consejo sobre-

-No lo estés - me cortó - Sea como sea saldrá bien. No os presionéis - sonrió y yo también antes de que volviera a cerrar la puerta.

Mujeres, siempre saben que decir para hacerme sentir mejor. Me sequé, me puse la ropa interior y unos pantalones oscuros ajustados. Salí de la habitación con una camisa en las manos y el pelo aún húmedo.

-Justin! - gritó Ryan al verme - Contigo quería yo hablar.

-Tu dirás - me senté en una de las sillas de la cocina.

-Quiero que dejes las drogas de una vez - dijo mientras se sentaba delante de mi.

-No era mia.

-¿Es de Kate, entonces? - parecía algo enfadado

-Si - respondí sin immutárme.

-Entonces hablaré más tarde con ella - se levantó - Pero tu deja de consumir.

-Sabes que he cambiado, ya no soy el de antes.

-Y doy gracias a Dios - me dió la espalda y continuó cocinando.

-Pues yo doy gracias a Layla - cogí la camisa y me encerré en mi habitación.

Si Ryan quería estar enfadado, podía estárlo. Pero a mi no podía echárme las culpas de todo.

En cuanto Kate abrió la puerta del baño, entré a secárme el pelo y peinárme. Después me acabé de vestir, cogí una manzana y salí de casa, dejándo a Kate y Ryan discutiéndo.

Subí al coche y empecé a conducir con una mano mientras con la otra sostenía la manzana. Ya estaba apunto de llegar a su casa y, parecía mentira, pero estaba nervioso como nunca antes.

Aparqué el coche y decidí tomármelo con calma. "Solo es Layla, solo es ella" me dije. Sabía que no podría estar mucho tiempo más allí. Encendí un cigarrillo, eso era lo único que me podría calmar, y salí del coche.

Dí las últimas caladas, llamé al timbre y apagué el cigarrillo.

-Hola - abrió la puerta una Layla con voz temblorosa pero con una sonrisa emmarcada por unos labios rojizos.

-Hola - sonreí y me lancé a sus labios.

-Menudo recibimiento, me has borrado el pintalabios.

-¿Tan malo ha sido? - bromeé.

-Para nada - cerró la puerta detrás de mi - Mi madre se ha ido y no volverá hasta mañana.

-Sin prisas, ¿vale? - le cogí las manos, las tenía heladas y estaban temblando.

-Tu marcas el ritmo, tu eres el que sabe no yo.

-Vale - sonreí - Pero no digas eso porque ha sonado mal - reí.

-¿Quieres tomar algo?

-Claro - le solté las manos y la acompañé hasta la cocina.

-¿Cerveza? - abrió la nevera

-¿Porqué no? - se la cogí de la manos y la abrí. Di un largo trago - ¿Quieres?

-Sabes que no me gusta - hizo una sonrisa torcida.

-Relájate - la abracé y le acaricié el pelo antes de besárla.

Empecé a deslizar mis manos por su espalda hasta sus caderas.

-Párame cuando quieras - susurré en su oído. Ella asintió y me quitó la cerveza de las manos para dárle un buen trago.

-¿Quieres...? - me apartó las manos de sus caderas - ¿Quieres comer algo? - cambió de tema.

-Vale - dije después de una pausa - ¿Estás asustada?

-Si, pero no de ti sino de sentir dolor.

-Toda recompensa conlleva un sacrificio.

-¿Y si esa recompensa no merece un sacrificio? - alzó una ceja.

-Creo que sí lo merece - dí un paso atrás para dárle algo de espacio, pero ella me cogió por la camisa y lo acortó.

-Tienes razón - me besó con fuerza - Lo que no te mata te hace más fuerte.

-Idiota - la callé con un beso - no dejaré que eso ocurra.

-Imbécil - sonrió.

Deslicé mis manos hasta el final de su espalda y la levanté por encima de mi cintura. Ella me rodeó la espalda con sus piernas.

-¿Puedes levantarme con lo delgado que estas?

-Soy todo musculos - bromeé entre besos.

Me acerqué a la encimera y la dejé sobre ella. Seguí besándola frenéticamente y le cogí sus manos para ponérlas sobre mi abdomen.

-¿Subimos a tu habitación? - me mordí el labio inferior y ella asintió con los ojos más azules y brillantes que había visto nunca antes.

Pearls of EvilWhere stories live. Discover now