Capitulo 1

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-Sabes que la poli te está buscando! ¿Que coño haces aquí?

-Necesito un arma Jake - dije desesperado.

-Si me relacionan contigo lo confesaré todo Bieber.

-Vale vale, dame una N-97 joder!

-Toma - me dio el arma totalmente cargada - y lárgate de aquí ya!

Le tiré un fajo de billetes y salí del piso mientras me guardaba la pistola en la espalda, entre los pantalones y mi ropa interior.

Empecé a bajar las escaleras tan rápido como pude e incluso de dos en dos. Llegué a la puerta y la entreabrí para poder ver la calle. Todo despejado. Me cubrí la cabeza con la capucha de mi chaqueta y empecé a andar hacia uno de los piso franco.

Jake. No lo consideraba un amigo, pero tampoco un enemigo. Siempre me había proporcionado las armas que necesitara a cambio, claro, de cuantiosas sumas de dinero. Seguía vivo por eso y porque aún no me había dado motivos para matarlo.

Oí algunas sirenas de policía y decidí esconderme entre los contenedores de un callejón. Volví a salir en cuanto las luces rojas y azules desaparecieron.

-Bieber! Por fin te encuentro! - me asaltó un desconocido.

-¿Que? Déjame pasar. Y tu no me has visto.

-Ni de coña! ¿Sabes la recompensa que ofrecen por tu cabeza?

-Que te follen - Saqué la pistola y le disparé en el abdomen antes de salir corriendo.

¿Ahora mi cabeza tenia precio? Genial.

Por fin llegué al Piso Franco 23. Cada uno de los pisos que me pertenecían tenía un numero y, dentro, armas y munición, comida y otros servicios de primera necesidad. Era un piso de mala muerte, todo sea dicho, pero era lo más barato que se podía encontrar en el Bronx, un pequeño pero peligroso barrio de Nueva York.

Me quité la chaqueta y los zapatos antes de sentarme en uno de los sillones del salón.

Cogí mi móvil y marqué el numero de Ryan, uno de los pocos amigos que aún conservaba.

-Ryan, estoy en el 23.

-Yo en el 17. Sabes que tenemos que largarnos de aquí, ¿verdad?

-Claro. Ya lo tengo todo pensado - me saqué la pistola de la espalda y la dejé sobre la mesa.

-¿Que tengo que hacer? - Él siempre estaba dispuesto a todo.

-Escúchame bien. Tira este móvil y compra unos cuantos, me da igual si son viejos o nuevos. Coge las armas del 17 y tu pasaporte. Nos vemos en el aeropuerto de Clawn.

-Nos vemos en 15 minutos - colgó y yo hice lo mismo antes de tirar mi móvil al retrete.

Cogí las llaves de un coche blanco, que solía dejar aparcado a un par de manzanas del piso. También cogí mi arma y revisé un mapa de la ciudad antes de ponerme los zapatos y la chaqueta para salir de allí.

Subí al coche y empecé a conducir a través de las, poco iluminadas, calles. No tardé en vislumbrar algunas sirenas de policía. Habían encontrado el cadáver del hombre que quería entregarme.

Una cuadrilla de coches de policía se dirigía hacia allí. Ya está muerto idiotas, perdéis el tiempo capullos.

Aún faltaban casi dos kilómetros para llegar al aeropuerto. Uno de mis vicios era el tabaco. Encendí un cigarrillo y exhalé la primera bocanada de humo gris.

La nicotina hizo efecto y antes de aparcar el coche ya estaba algo más relajado.

-¿Que tal el viaje Ryan? - cerré la puerta detrás de mi.

-Movidito, como siempre.

-¿Me ayudas? - sacamos dos bidones de gasolina del maletero y empezamos a rociar con gasolina ambos coches. Encendí otro cigarrillo y con el mismo mechero prendí la gasolina.

-Ya nos podemos ir - Ryan se dio la vuelta - ¿Clawn nos dejará volar ahora?

-Claro - dejé a mi espalda la gran hoguera que iluminaba parte del polígono - Me debe un favor.

-Preguntaría que hiciste para que te debiera un favor pero-

-No lo hagas - concluí su frase después de otra calada.

Empezamos a andar hacía el almacén de Clawn, porque en realidad era eso, un viejo almacén donde guardaba helicópteros y otros cacharros sin licencia.

-¡Clawn! - grité a todo pulmón - Cabrón, ¿recuerdas ese favor que me debías?

No obtuvimos respuesta alguna. Me asomé a la puerta de su despacho y allí estaba. Muerto.

-Mierda - susurré.

-¿Que pasa? - gritó Ryan desde afuera.

-¿Sabes pilotar? - cogí las llaves de uno de los helicópteros.

-Algo, no demasiado.

-Pues tendrás que aprender - le lancé las llaves.

-Mierda - encendió el helicóptero mientras yo cerraba el despacho y abría las grandes puertas metálicas que nos separaban del exterior. Me levantó el pulgar y volví corriendo hacia él.

-¿Como lo ves? - me senté junto a él y me puse los auriculares.

-Mal, pero debemos intentarlo - sonrió de lado, era una buena señal. Él solo hacia eso si estaba realmente seguro de algo.

El helicóptero empezó a elevarse lentamente y, con un ligero movimiento, se dirigió hacia el exterior del almacén.

Supongo que tuvimos suerte, el destino lo quiso así o Ryan en realidad era un buen piloto. En unas horas llegaríamos a México donde, supuse, sería el lugar perfecto para coger un avión con nuestros pasaportes falsos.

-Ryan, ¿llevas el pasaporte?

-Si - estaba concentrado en no estrellarnos.

Según mi pasaporte yo me llamaba Derek Smith, un turista Británico que solo quería volver a casa. Y Ryan era otro turista llamado Harry Johns. "Harry" el nombre Británico más común, podría colar. ¿Porque no?

Pearls of EvilWhere stories live. Discover now