Capitulo 32

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Me desperté a eso de las diez, Layla no tardaría en llegar. Su madre la acompañaria hasta el piso y la ayudaría a mudárse. Me ofrecí miles de veces pero no me dejó ayudárla. 

Me puse una camisa y oí el claxon del coche. Cogí el regalo que le había comprado unas semanas antes y me lo guardé en el bolsillo. Bajé las escaleras de dos en dos y salí para abrazárla.

-Este es el fin - le dije al oído.

-Repite conmigo, "hasta luego".

-Hasta luego - repetí.

-Nos veremos pronto joder, esto no es el fin de nada - juntó su frente con la mía.

-Estudia mucho, no hagas nobillos y tampoco me olvides - la besé - Te he comprado algo.

Saqué de mi bolsillo el pequeño estuche de plastico rojo y se lo tendí. Sin pronunciar palabra lo abrió y sus labios dibujaron una sonrisa.

-No tenías porque moles-

-No es ninguna moléstia - la corté.

Saqué el collar de la cajita, se dio la vuelta mientras sujetaba su larga melena, y se lo puse. Se dio la vuelta de nuevo y miró el brillante que quedaba colgado en medio de su escote.

-Es precioso - sonrió con lágrimas en los ojos.

-¿Nos vamos? - preguntó su madre desde el coche.

-Un segundo - gritó ella. Me besó de nuevo mientras lloraba - Nunca me olvides.

-¿Sabes? - le cogí las manos y las puse sobre mi pecho - Ojalá todos los imbéciles tuvieran la suerte que tuve yo al encontrarme a una princesa subida sobre un puente.

-No eres un imbécil - sonrió y me abrazó.

-Prométeme que no volverás a hacerlo nunca, no vuelvas a subirte a un puente a menos que yo este a tu lado para detenerte de nuevo.

-Prométeme que no volverás a enamorarte de nuevo, y si lo haces, que sea de mi otra vez.

-Te lo prometo. Y ahora sube al coche - la solté y le sequé las lágrimas con mis dedos - No me lo hagas más difícil.

-Adiós Justin - se despidió su madre - Gracias por todo.

-Adiós Sarah - me despedí con la mano.

Layla se subió al coche y su madre pisó el acelerador. Esperé a que el coche se desvaneciera en la lejanía y, entonces, volví a entrar en casa.

Me senté en el sofá. Respiré hondo. Miré a mi alrededor. Decidí volver a la cama y dormir un par de horas más. Aunque deseaba dormir y no despertar hasta que Ryan y Layla volvieran a casa.

Poco a poco la casa se había quedado vacía, y junto a ella mi corazón.

Leí una vez que, las personas pueden entrar y salir de nuestras vidas, pero siempre nos dejan un pequeño recuerdo y una valiosa lección.

Layla me ha enseñado a amar a alguien más que a mi mismo. Ryan me ha enseñado a tener el control de mi propia vida. Y Kate, bueno ella, me ha dado su casa; no es una lección pero si un pequeño recuerdo de lo cabrona que puede ser.

Cerré los ojos y me dormí mecido entre mis propias lágrimas.

FIN

Pearls of EvilWhere stories live. Discover now