Capitulo 4

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No volví a dirigirle la palabra a Ryan durante todo el viaje en taxi hasta el hotel, y una vez allí tampoco. Nos dimos una ducha, por separado claro, y luego nos pusimos a mirar las noticias dónde de nuevo fuimos la noticia principal. Ahora medio mundo sabía quien eramos y qué habíamos hecho.

Los días siguientes hasta el vuelo trate de no pelearme con él de nuevo, en el fondo sabia que lo necesitaba y que si nos separábamos no duraríamos ni dos telediarios.

Por propia seguridad decidimos cambiar nuestro aspecto, yo me teñí el pelo de un rojizo cobre y él de un negro azabache. Y supongo que ahora sería algo más difícil reconocernos.

-Por fin hemos llegado a Francia – dijo Ryan mientras recogíamos nuestro equipaje – Kate debe estar en la entrada del aeropuerto esperándonos.

-¿Como la reconoceremos?

-Ayer cuando la llamé me dijo que llevaría un cartel.

Llegamos a la entrada del aeropuerto y nos confundimos a la perfección entre la multitud. Allí estaba ella, esa tal Kate, sosteniendo un cartel en el que ponía “Harry y Derek” y con un montón de globos y flores. Pasó desapercibida entre el resto de pasajeros y familiares, porque todos tenían pancartas, globos, pasteles y flores. Cursi. Eso me parecía. Si realmente hechas de menos a una persona no la avergüences de esa manera, lo ultimo que querría es que me recibieran con esas chorradas.

-Kate – dijo Ryan cuando se acercó a ella.

-¿Que pasa?

-Esto es una cutrada!

-Oye! Perdona pero es un gesto muy bonito por mi parte! - hizo una mueca y su reacción fue más bien infantil.

-Gracias por la cutrada.

-De nada – la morena miró a su alrededor y bajó la voz antes de volver a hablar - ¿Has tenido problemas al venir? El cambio de aspecto te habrá ayudado mucho.

-La verdad es que si- Ryan sonrió y parecieron dejarme en un segundo plano dentro de la conversación, a lo que carraspeé – Oh si, perdona. Os presento, él es Justin.

-Hola Justin – la expresión de Kate cambió al verme, estaba claro que no le caía demasiado bien.

-Hey – fue el “hey” más seco y despreocupado que pude articular. Como si ella en realidad me importara una mierda.

-Os llevaré a casa – dejó de mirarme tras una pausa y empezó a andar delante nuestro. - Harry, fue buena idea eso de cambiaros el color de pelo.

-La idea fue mía – espeté.

-¿Y a qué decías que te dedicabas? - Ryan cambió de tema.

-Trabajo como directora en una pequeña sucursal bancaria.

-¿De qué dices que trabajas? - la incordié.

-En un banco. Ese sitio donde tu entras con la cara cubierta y pistola en mano para que te suelten la pasta – hizo comillas a esa última palabra – ahí trabajo.

-Me gusta el uniforme – Era una falda de tubo negra y ceñida y una americana que cubría la camisa blanca que llevaba debajo.

Llegamos a su coche, un deportivo rojo, y cargamos las maletas en el maletero antes de subir. Ryan se sentó junto a ella y a mi me reservó el placer de estar sentado detrás, como si yo fuera un crío.

-Aquí también sois portada – Kate le dio el periódico a Ryan - ¿Que hicisteis para ser tan famosos de repente?

-Matar, robar y burlarnos del cuerpo de policía de la ciudad de Nueva York – Ryan ojeó la página - ¿Que dice sobre nosotros?

-Que dos conocidos vándalos andan sueltos. Supongo que no han puesto el numero de asesinatos que habéis cometido para no asustar a la gente.

-O porque han llegado al punto en que no pueden contarlos – añadí.

-No creo que sea por eso precisamente – Kate giró el volante con destreza.

-No sabes nada de mi-

-Sé más de lo que tu crees Bieber. ¿Recuerdas haberme dicho tu apellido?

-No – susurré. Esa estúpida sabe más sobre mi de lo que creía.

-Ahí lo tienes. No solo eres popular en Nueva York.

-¿Eso es un halago por tu parte?

-Para nada. Eres un maldito desgraciado, – eso me dolió – ahora solo puedes dedicarte a huir de la justicia en vez de afrontar tus errores y problemas. Sabes que si la policía te encontrara se encargarían de condenarte a la silla eléctrica. Y en el fondo eso es lo que te aterroriza.

-Oye furcia, tu no sabes nada sobre mi – me recosté contra su asiento para poder gritárselo a la oreja – no sabes lo que me aterroriza o lo que no.

-¿No oyes los llantos de tus víctimas por las noches?

-No zorra. No! - frenó en seco delante de una casa y se giró para mirarme.

-Mejor. - sonrió – No quiero gallinas en mi casa.

Me sorprendió. Al principio no sabía que pensar, quizá estaba chiflada o quizá solo quería echarme en cara algunas cosas para sentirse mejor con ella misma. Fuera lo que fuese no me importaba, tan solo quería una casa donde pasar una temporada y elaborar un puto plan que saliera bien.

Salió del coche y nosotros detrás de ella. Cogimos las maletas y nos guió hasta la entrada. En realidad se trataba de un bloque de dos pisos, más que de una casa.

-Yo vivo en el segundo piso, y debajo viven una pareja de recién casados que no hacen más que discutir. Horror – hizo una mueca antes de apretar el botón del ascensor.

Su piso estaba decorado al más puro estilo modernista. Los muebles eran funcionales a la par que modernos.

-Bonita casa – dijo Ryan antes de tirar al suelo su maleta - ¿Donde vamos a dormir?

-Os he preparado una habitación – echó a andar pasillo abajo.

-Camas separadas por dios! - rogué.

-Calla Justin – Ryan ser rió de mi.

-Es esta – abrió la puerta y dejó paso a una habitación con dos camas y espacio suficiente en los armarios.

Después de dejar las maletas y ordenar nuestra ropa, Kate nos preparó algo más. Nos pasemos media tarde sentados en un par de sillas. Nuestro pelo pasó por sus manos.

-Ya os habíais cambiado el color de pelo, ahora solo faltaba el corte – me cogió del brazo y me dirigió hasta el espejo del baño.

-Parezco James Dean. ¿Que me has hecho?

-Ni James Dean ni mierdas. Te queda muy bien.

Mi pelo seguía siendo cobrizo, pero ahora llevaba un corte de pelo parecido al de Ryan. Y Ryan seguía con el negro azabache, pero un corte parecido a mi antiguo pelo.

-Guarra, esta me las pagaras – la amenacé con el dedo.

-Su pelo era su identidad – dijo Ryan detrás de mi.

-¿Qué más da? Solo es pelo! Volverá a crecer. Yo también tuve que cambiar mi aspecto, y os aseguro que no tenía tanto pelo como tengo ahora – Nos enseño un mechón de pelo realmente largo.

-¿Como lograste que la policía dejara de perseguirte?

-Nunca dejaron de hacerlo, pero supongo que archivaron el caso y me dieron por muerta. Pero no creo que vosotros corráis esa suerte.

Pearls of EvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora