002. JUEGO AL BALÓN PRISIONERO CON UNOS CANÍVALES

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Percy.

El día empezó normal, o por lo menos tan normal como puede serlo en la Escuela Preparatoria Meriwether.

Ya saben, esa escuela "progresista" del centro de Manhattan, lo que significa que nos sentamos en grandes pufs, no en pupitres, que no nos ponen notas y que los profesores llevan tejanos y camisetas de rock, lo cual me parece genial.

Yo padezco, THDA y para sumarle soy disléxico, como la mayoría de los mestizos. Por eso nunca me ha ido demasiado bien en los colegios normales, incluso antes de que acabara expulsado. Lo único que Meriwether tenía de malo era que los profesores siempre se concentraban en el lado más brillante y positivo de las cosas. Mientras que los alumnos... bueno, no siempre resultaban tan brillantes.

Pongamos en este caso, a la primera clase de aquel día: Inglés. Todo el colegio había leído ese libro titulado El señor de las moscas, en el que un grupo de chicos quedan atrapados en una isla y acaban chalados. Así pues, para nuestro examen final, nuestros profesores nos mandaron al patio durante una hora sin supervisión adulta para ver qué pasaba. Y lo que pasó fue que se armó un concurso de puñetazos entre los alumnos de séptimo y octavo curso, además de dos peleas apedreadas y un partido de baloncesto con placajes de rugby. El matón del colegio, Matt Sloan, dirigió la mayor parte de las actividades bélicas.

Sloan no era ni muy grande ni muy fuerte, pero actuaba como si lo fuera. Tenía los ojos de perro rabioso y un pelo oscuro y desgreñado; siempre llevaba ropa cara, aunque muy descuidada, como si quisiera demostrar a todo el mundo que el dinero de su familia le traía sin cuidado. Tenía mellado uno de sus incisivos desde el día que condujo sin permiso el Porshe de su padre para dar una vuelta y chocó con una señal de "ATENCIÓN: NIÑOS, REDUZCA LA VELOCIDAD."

El caso es que Sloan estaba repartiendo tortas a diestro y siniestro cuando cometió el error de intentar darle a mi amigo Tyson.

Tyson era el único chico sin techo de la Escuela Preparatoria Meriwether. Por lo que mi madre, Zashenka y yo habíamos deducido, sus padres lo habían abandonado cuando era muy pequeño, seguramente por ser... tan diferente. Medía 1.90 y tenía la complexión del Abominable Hombre de las Nieves, pero lloraba continuamente y casi todo le daba miedo, incluso su propio reflejo. Tenía la cara como deformada y con un aspecto brutal. No sabría decir de qué color eran sus ojos, porque nunca me animé a mirarlo más arriba de sus dientes torcidos. Aunque su voz era grave, hablaba de un modo más bien raro, como un chico mucho más pequeño, supongo que porque nunca había ido al colegio antes de entrar en el Meriwether. Llevaba unos tejanos andrajosos, unas mugrientas zapatillas del número 50 y una camisa a cuadros escoceses con varios agujeros. Olía como huelen los callejones de Nueva York. Porque vivía en uno de ellos, junto a la calle Setenta y dos, en la caja de cartón de un frigorífico.

La Escuela Meriwether lo había adoptado a resultas de un proyecto de servicios comunitarios para que los alumnos pudieran sentirse satisfechos de sí mismos. Por desgracia, la mayoría no soportaba a Tyson. En cuanto descubrían que era un blandengue, un blandengue enorme, pese a su fuerza descomunal y su mirada espeluznante, se divertían metiéndose con él. Byakko y yo éramos prácticamente sus únicos amigos, lo cual significaba que ellos eran mis únicos amigos. Mi madre y la madre de Zashenka habían protestado un millón de veces en el colegio y los había acusado de no estar haciendo lo bastante para ayudarlo. También habían llamado a los servicios sociales, pero al final nunca pasaba nada. Los asistentes sociales aseguraban que Tyson no existía. Juraban y perjuraban que habían ido al callejón que les habíamos indicado y que nunca lo encontraban allí. Como puede ser posible no encontrar a un chaval gigante que vive en la caja de un frigorífico, eso no lo entiendo.

Percy Jackson y El Mar de los Monstruos || Percy Jackson Y Tu ||  [Completa]Where stories live. Discover now