009. ACEPTAMOS REGALOS DE UN EXTRAÑO

346 43 0
                                    


Percy.

No podía explicarle toda la situación a Tyson, pero él sabía que estaba triste. Sabía que quería salir de viaje y que Tántalo no me lo permitía.

"¿Irás de todos modos?" preguntó.

"No lo sé" reconocí "Sería un viaje duro, muy duro."

"Yo te ayudaría."

"No... no podría pedirte que lo hicieras, grandullón. Es demasiado peligroso."

Tyson bajó la vista y se concentró en las piezas de metal que estaba ensamblando en su regazo: muelles, engranajes y pequeños alambres. Beckendorf le había dado varias herramientas y chatarra suelta, y ahora Tyson se pasaba las noches jugueteando con ellas, aunque yo no entendía cómo podía manejar con sus enormes manos aquellas piezas tan pequeñas y delicadas.

"¿Qué estás construyendo?" le pregunté.

Tyson soltó un quejido lastimero.

"A Meredith y a Annabeth no le gustan los cíclopes. Tú y Byakko... ¿no quieren que los acompañe?"

"No es eso." dije sin demasiada convicción "A las dos les caes bien, de verdad."

"Meredith me agrada, es linda justo como me dijiste, y es agradable..."

"Si... lo es..." sonreí "aunque le cuesta abrirse con los demás. No le digas que yo dije eso."

Asintió. Tenía lágrimas en los rabillos del ojo.

Recordé que Grover, como todos los sátiros, podía leer las emociones humanas. Me pregunté si los cíclopes tenían esa misma destreza.

Tyson envolvió su artefacto en un trozo de hule. Se echó en su litera y abrazó la colcha como si fuera un osito. Cuando se volvió hacia la pared, vi aquellas extrañas cicatrices que tenía en la espalda, como si alguien hubiese arado con un tractor encima de él. Me pregunté por enésima vez cómo se habría hecho semejantes heridas.

"Papi siempre se había preocupado por mí." dijo sorbiéndose la nariz "Pero... creo que hizo mal en tener un cíclope. Yo no debería haber nacido."

"¡No digas eso! Poseidón te ha reconocido ¿no? O sea que debes importarle... mucho..."

Mi voz se fue apagando a medida que pensaba en todos aquellos años en que Tyson había vivido en las calles de Nueva York, en la caja de cartón de un frigorífico. ¿Cómo podía creerse que Poseidón se había preocupado por él? ¿Qué clase de padre habría permitido que le ocurriera aquello a su hijo, incluso aunque ese hijo fuera un monstruo?

"Tyson, el campamento será un buen hogar para ti. Los demás se acostumbrarán a verte, te lo prometo."

Él suspiró. Aguardé a que dijese algo, pero enseguida advertí que se había dormido.

Me tendí en la cama e intenté cerrar los ojos, pero no podía. Me daba miedo soñar con Grover. Si la conexión por empatía era real, si le ocurría algo, ¿volvería a despertar?.

La luna llena brillaba a través de la ventana y el ruido del oleaje resonaba a lo lejos. Percibía la cálida fragancia de los campos de fresas y oía las risas de las ninfas, que perseguían a los búhos por el bosque. Pero había algo que no estaba bien en la noche del campamento: era la enfermedad del árbol de Thalia, que se iba extendiendo por todo el valle.

¿Sería Clarisse capaz de salvar la colina Mestiza? Pensé que tendría tantas probabilidades como que Tántalo me otorgara el premio al Mejor Campista. Ósea, ninguna.

Percy Jackson y El Mar de los Monstruos || Percy Jackson Y Tu ||  [Completa]Where stories live. Discover now