007. LAS PALOMAS DEMONIO NOS ATACAN

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Percy.

Los siguientes días fueron una auténtica tortura, como Tántalo tanto deseaba.

En primer lugar, ver a Tyson instalándose en la cabaña de Poseidón mientras le entraba la risa floja cada quince segundos, ya fue toda una experiencia.

"¿Percy, mi hermano?" decía como si le hubiese tocado la lotería.

Y no había modo de explicárselo. Estaba levitando. En cuanto a mí, en fin, por más que me cayera bien aquel grandullón, no podía dejar de sentirme algo incómodo... avergonzado, sería la palabra adecuada. Ya la he dicho.

Mi padre, el todopoderoso Poseidón, se había encaprichado de algún espíritu de la naturaleza y Tyson había sido el resultado. Yo había leído los mitos sobre los cíclopes, e incluso recordaba que con frecuencia eran hijos de Poseidón, pero nunca había reparado en que eso los convertía en parientes míos. Hasta que tuve a Tyson instalado en la litera de al lado.

Y luego estaban los comentarios de los demás campistas. De repente, yo ya no era Percy Jackson, el tipo guay que el verano pasado había recuperado, junto a Meredith Blackthorn, el rayo maestro de Zeus; ahora era el pobre idiota que tenía a un monstruo horrible por hermano y a una amiga fugitiva y pirómana.

"¡No es mi hermano de verdad!" protestaba yo cuando Tyson no andaba por allí "Es más bien un hermanastro del lado monstruoso de la familia, como un hermanastro de segundo grado... o algo así."

Nadie se lo tragaba.

Lo admito: estaba furioso con mi padre. Ahora tenía la sensación de que ser su hijo era un chiste.

Meredith, Annabeth y Zashenka hicieron lo posible para que me sintiera mejor. Meredith propuso que Annabeth, ella y yo nos presentáramos juntos a la carrera de carros y tratáramos de olvidar así nuestros problemas, Zashenka no quiso, Madisson estaba tan asustada de que le pasara algo que le hizo prometer que no se inscribiría, por lo que solo seriamos los tres. No me malinterpreten: los cuatro odiábamos a Tántalo y estábamos muy preocupados por la situación del campamento, pero no sabíamos qué hacer. Hasta que se nos ocurriera un brillante plan para salvar el árbol de Thalia, nos pareció que no estaría mal participar en las carreras. Al fin y al cabo, fue la madre de Annabeth, Atenea, quien inventó el carro, y mi padre había creado los caballos, junto a la fuerza, entrenamiento y estrategia de Meredith por parte de su padre y de Zeus. Los tres juntos nos haríamos los amos de aquel deporte.


* * *


Una mañana, mientras Annabeth, Zashenka, Meredith y yo estudiábamos distintos diseños de carro junto al lago de las canoas, unas graciosas de la cabaña de Afrodita que pasaban por allí me preguntaron si no necesitaría un lápiz de ojo...

"Ay, perdón. De ojos, quiero decir."

"¿No tienen un grano que tapar de su cara o ropa que comprar?" dijo Zashenka, mientras Annabeth la agarraba del brazo para que no se levantara.

"No hagas caso, Percy" refunfuñó TN, mientras las chicas se alejaban riendo y ofendidas por el comentario de Zashenka "No es culpa tuya tener un hermano monstruo."

"¡No es mi hermano!" repliqué "¡Y tampoco es un monstruo!"

Meredith alzó las cejas.

"Oye, ¡ahora no te enfades conmigo! Y técnicamente sí es un monstruo."

"Bueno, fuiste tú quien le dio permiso para entrar en el campamento."

"¡Porque era la única manera de salvarte la vida!" dijo Meredith.

Percy Jackson y El Mar de los Monstruos || Percy Jackson Y Tu ||  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora