C a p í t u l o - 1 0.

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Por cada paso que daba el omega su corazón latía aún más rápido, incluso su respiración había comenzado a agitarse.

El agarre de XingChen lo obligó a frenar un poco. —Tranquilo WuXian, sabes que no debes correr por los pasillos.

—No estoy corriendo—dijo enseguida el menor defendiéndose.

El beta sonrió divertido. —Pero te falta poco para hacerlo.

Wei WuXian no respondió, en su lugar mantuvo su ritmo constante para caminar. Tenía tantas cosas en la cabeza que le pasaban de largo todos los comentarios que le hacía XingChen.

Su plan era simple; entraría a esa habitación y elegiría las mejores palabras mientras esperaba al alfa. Así, cuando lo tuviera de frente sabría exactamente qué decir. Se aseguraría de no cometer ningún error y aclarar todo ese dilema.

En cuanto llegaron uno de los guardias se aproximó y susurró algo al beta, XingChen asintió y miró a WuXian. —El príncipe ya está adentro.

—¡¿Ya está adentro?!—WuXian sintió cada gota de sangre salir de su cuerpo. Todo su plan se había ido a la basura con esas cinco palabras.

El omega dudó un poco, algo inseguro apretó sus ropas pensando en que es lo que sucedería.

—Te ves bien, tranquilo—informó XingChen para relajarlo.

WuXian no estaba preocupado por su apariencia, de hecho, era en lo último en lo que pensaba. Su único interés era ver a Lan WangJi y asegurarse que todo estaría bien. Si las cosas salían como esperaba podría pedirle al alfa que lo reuniera una vez más con la reina.

Tomando una última bocanada de aire el omega se adentró sin mirar atrás. Los ojos grises buscaron inconscientemente al alfa de ropas blancas, el cual estaba ubicado en la mesa como de costumbre, este parecía sumamente concentrado mientras escribía, ya que ni siquiera miró a WuXian una vez que entró.

El menor se sintió algo desanimado al ver que no obtuvo ninguna clase de atención, pero se obligó a tragar ese nudo en su garganta y avanzó a pasos lentos.

—Lan Zhan...—llamó en voz baja, pero Lan WangJi pareció ignorarlo.

WuXian llegó hasta la mesa y se sentó, se fijó en las elegantes manos del Lan que se movían de forma refinada mientras realizaba una caligrafía más que perfecta. Todo el valor del menor se vio mermado, ya que era incapaz de levantar el rostro, todo por el temor de descubrir que Lan WangJi no deseaba verlo.

El omega se regañó mentalmente por su cobardía, si Lan WangJi lo había llamado significaba que como mínimo estaba dispuesto a escucharle, aunque no respondiera o le diera una mirada. En definitiva WuXian no se iría hasta expresar todo lo que deseaba.

—¿Estás molesto?—se aventuró a preguntar Wei WuXian, conforme se alargaron los minutos el omega sólo se sintió peor al no recibir ninguna respuesta, por lo que terminó asintiendo y sacando sus propias conclusiones. —Estás molesto...

Ahora no era una pregunta, en este momento el silencio decía más que cualquier otra cosa. El rostro del gitano bajó con la intención de ocultar su expresión de dolor.

—No estoy molesto.

La mirada de WuXian volvió a iluminarse en cuanto escuchó la familiar voz de Lan WangJi. El alfa seguía mirando el papel y los trazos de tinta negra, pero por lo menos había hablado.

El omega entrecerró los ojos. —Claro que si lo estás.

—No lo estoy—repitió enseguida el Lan.

—¿Entonces por qué no me miras?

Los movimientos del pincel se detuvieron por unos instantes, WuXian creyó ver que la mano de Lan WangJi temblaba, pero no estaba seguro.

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora