C a p í t u l o - 3 6.

5.4K 748 329
                                    

El cielo era oscuro, las nubes de la montaña se habían vuelto demasiado densas, Wei WuXian quería apresurar su paso, pero sabía que debía ser cuidadoso, lo último que necesitaba era que por su descuido Chenqing se asustara y lo terminara tirando junto a su hijo, podrían lastimarse tanto ellos como el animal. Así que, por más que deseara echarla a correr tuvo que abstenerse.

Ya estaba muy lejos del palacio de GusuLan, a pesar de su ventaja sentía que no podía frenar o lo alcanzarían, sus sentidos estaban alerta, escuchando cada ruido de su alrededor. Con una de sus manos apegaba a SiZhui y con la otra se sujetaba de la soga que fungía como rienda, a veces debía recordar relajarse para no tensarla.

Wei WuXian no tenía contemplado detenerse, debía llegar cuanto antes al reino de los Nie y pedir ayuda. Lo único que le obligó a frenar su viaje fue la inesperada lluvia. Con su hijo en brazos y sin lo necesario para cubrirse no le quedó de otra que buscar un refugio. Para su suerte las montañas generaban bastantes cuevas debido a sus estructuras rocosas, lo que en verdad fue complicado fue encontrar algo de leña seca para poder prender fuego y así entrar en calor.

Él sabía cómo arreglárselas solo en la naturaleza, sus padres le habían enseñado bien, pero cuidar de su pequeño Lan SiZhui era otra historia, temía que se resfriara o que algún animal se cruzara en su camino y lo hiriera, por eso no podía darse el lujo de dormir, debía tener sus ojos fijos en su hijo.

Haciéndose de unos buenos pedernales de la montaña logró encender con éxito el fuego, la cueva que encontró era lo suficientemente amplia para que incluso Chenqing entrara. Una vez entrados en calor WuXian intentó alimentar a SiZhui, pero su hijo estaba inquieto, se quejaba removiéndose en su lugar, la diminuta mano se cerraba con fuerza, esta apretaba la ropa del omega, siendo la presencia de WuXian lo único que le motivaba a no romper en llanto.

—Tranquilo A-Yuan, aquí estoy, nada te pasará —susurró Wei WuXian besando su cabeza, honestamente él también quería soltarse a llorar, sentía que todo había ocurrido tan rápido; la guerra, Lan WangJi marchándose, el ataque de los Wen, la reina tumbada en su jardín sobre su propia sangre y un GusuLan cayendo.

Pero por más que deseara esconder la cabeza y llorar mientras esperaba por ayuda, reconocía que no estaba en la mejor posición para eso, pues justamente él era la esperanza de otros, debía ser fuerte por su hijo y el resto de personas que lo necesitaban.

Mientras la lluvia caía, Wei WuXian pensó con cuidado lo siguiente que debería hacer. Su viaje a QingheNie era primordial, si sus cálculos resultaban acertados en menos de dos días podría llegar, mirando el panorama no era tan malo, incluso si después de la lluvia la niebla bajaba se ahorraría un poco de tiempo, eso considerando no encontrar mayores obstáculos más adelante. Dejaría descansar a Chenqing por ratos y buscaría algún río para juntar agua y algo de comida, no es que tuviera hambre realmente, sus preocupaciones le habían hecho un nudo en la boca del estómago, pero era esencial para así proveer de alimento a su hijo, no había de otra.

Los ojos de WuXian miraron la lluvia, a unos metros Chenqing relinchó llamando su atención. El omega se preocupó de que algún animal la asustara, pero fue cosa de segundos para darse cuenta que no se trataba de eso. Su yegua simplemente quería volver al palacio de GusuLan y el motivo era obvio.

—¿Extrañas a tu hijo? —preguntó Wei WuXian con pena—. Lamento haberte hecho esto Chenqing, pero no será para siempre, lo prometo.

Una vez que llegara a QingheNie pediría ayuda, pero no para él, sino para todo el reino de GusuLan. Wei WuXian contempló sus opciones; contraatacar en ese instante a los Wen sería arriesgado, su mejor opción era cortar el problema de raíz, acabar con la cabeza de la sinuosa serpiente que les había rodeado. Y sabía dónde encontrar al responsable, sólo bebía pensar dónde era viable comenzar a moverse. Sin duda GusuLan no le parecía el punto fuerte.

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora