C a p í t u l o - 1 4.

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Wei WuXian se sentía nervioso, la reina le había mandado a hablar ese día. No es como si fuera una desconocida, pero después del enorme paso que había dado con Lan WangJi se sentía un poco presionado, y el motivo se debía a que aún había un trato en pie, pero con los últimos acontecimientos todo había cambiado.

El omega estaba en el jardín sosteniendo una cesta finamente tejida mientras la bella mujer se encontraba a unos pasos por delante de él cortando algunas flores.

—Por fin se lo dijiste—dijo con seguridad la reina mientras cortaba una flor de color blanco, parecía ser de temporada.

WuXian apretó el objeto entre sus manos e intentó mantenerse tranquilo. Estaba sorprendido de cómo esa mujer aparentemente se enteraba de todo lo que ocurría en el palacio, demostrando el gran poder que tenía en ese lugar. —¿Cómo lo sabe?

La reina rio divertida por la inocencia del menor, hacía ver como si la respuesta a aquella pregunta fuera más que obvia.

—Mi querido A-Zhan irradia felicidad—aseguró colocando la flor dentro de la cesta, su mirada se enfocó en WuXian y agregó: —Al igual que tú, sus ojos son los de un par de enamorados.

El gitano se sintió un poco cohibido, incluso le daba miedo saber qué tanto sabía la madre de Lan WangJi sobre ambos y su nueva relación. Una parte de su interior le decía que no debía preocuparse, pues esa mujer desde el principio se mostró como una especie de aliada, incluso fue por ella que Wei WuXian accedió a darle una oportunidad a Lan WangJi para conocerlo mejor y acercarse a él. Y vaya que se habían acercado.

Desde la noche que Wei WuXian y Lan WangJi habían estado juntos, el omega comenzó a ir sin falta al pabellón. Cada noche y sin falta Lan WangJi lo tomaba y Wei WuXian se rendía ante él. Así habían sido sus últimos días y el gitano estaba más que encantado.

Pero también era consciente que su declaración de amor cambiaba todos sus planes.

—Siendo honesto no pensaba decirle nada a Lan Zhan, creí que podía fingir que todo estaba bien entre nosotros hasta que me fuera—murmuró el omega bajando la vista—, pero cuando lo vi... ¡No pude evitarlo!

WuXian oprimió con más fuerza la cesta como si con eso pudiera apaciguar a su acelerado corazón, recordaba cómo inocentemente creyó que podía estar ahí hasta que el invierno terminara y seguir indiferente a Lan WangJi, incluso pensó que se despediría del alfa. ¡Ja, que iluso!

Era obvio que nunca contempló todo aquello que provocaba el Lan en él y cómo terminaría enamorándose de este.

—Las emociones no siempre son fáciles de contener—dijo la reina escaneando los arbustos en busca de una nueva flor. —Eres joven y apenas estás aprendiendo, es normal que termines rindiéndote ante las súplicas de tu corazón antes que a las de tu cabeza.

Era cierto, WuXian ni siquiera notó cuando comenzó a olvidar por completo las advertencias de su cabeza, en su lugar se la pasaba todo el día soñando despierto, imaginaba unos bellos ojos ambarinos y ese deleitable aroma, sólo para que en la noche pudiera cumplir todo lo que deseó durante el día.

—Ahora más que nunca me siento incapaz de alejarme de Lan Zhan. Yo no... no quiero separarme de él—dijo con honestidad, sentía que si no veía al alfa su corazón dolería.

—Has caído bajo el encanto de los Lan, ellos lo llevan en las venas, no te sientas mal, tienen un aura muy peculiar—la sonrisa de la reina era un tanto divertida, aunque esta duró poco antes de que su seriedad regresara. —Pero espero que seas consciente de lo que eso podría significar.

Wei WuXian cerró los ojos resignado. Claro que lo sabía.

—Lo sé...—sus ojos grises parecían estar en medio de una tormenta de confusión y caos. —Ahora sé que me dolería más dejarlo atrás si regreso a mi hogar, pero la idea de permanecer para siempre encerrado detrás de estas rejas  no termina de convencerme—WuXian miró el gran muro de piedra, el cual le provocaba una sensación sofocante. —No quiero pensar más en el trato... no hasta que la fecha límite llegue por lo menos. Ya ni siquiera sé qué hacer.

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora