C a p í t u l o - 4 1.

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En cuanto Wei WuXian regresó a LanlingJin empezó una cadena de sucesos que se desató con la muerte del rey GuangShan.

Tal como la mayoría había previsto, LanlingJin se vistió de luto una vez más. Esta vez no solo se sintió la desgracia de perder a un miembro de la familia real, sino que era su rey, dejando únicamente a YanLi al frente, lo cual ponía en desconfianza a muchas personas por el hecho de ser una mujer omega y ni siquiera era originaria de LanlingJin. Sin embargo, al mismo tiempo se mantuvo la esperanza al hacer público su embarazo. Era como si en cada nube gris pudiera traspasar un rayo de sol.

Pero la muerte de GuangShan no fue lo único que inquietó a todo el reino. La alerta de los Wen permanecía. Después de que Wei WuXian interviniera con los informantes y traidores se notó una evidente desestabilización en las tropas Wen, quienes tal como predijo no se atrevieron a poner ni un paso cerca de tierras Jin.

Debido a eso la gente del reino empezó a creer poco a poco en las decisiones de la joven YanLi. Aunque quienes se movilizaron mayormente habían sido WuXian y HuaiSang, fue ella al final quien tuvo la última palabra. El consejo había dejado la responsabilidad en sus manos. WuXian presentía que era por si algo salía mal ellos podrían eximirse de culpa, pero no era momento de enfrentarse, mientras más espacio les dieran mejor.

Aprovechándose de la vía libre, WuXian y el príncipe WanYin empezaron a sembrar la idea de nombrar oficialmente a YanLi como regente y titulación a reina. Con el invierno encima de ellos y la escasez de ciertos alimentos la presión para persuadir al consejo fue efectiva. Un nombramiento rápido, pero legal, con no solo uno; sino los dos sellos reales en manos de YanLi todo cambiaría, al menos hasta que el hijo que llevaba en el vientre pudiera tomar el trono como heredero legítimo de los Jin.

Siendo princesa de sangre su nombramiento no fue tan difícil, pero no gustó a muchos, ya que alcanzó el trono sin haber estado casada con un rey, puesto que Jin ZiXuan murió siendo aún un príncipe. Era la primera vez en la historia que ocurría algo así, sin ninguna otra alternativa solo quedó la aceptación. A pesar de las miradas llenas de duda YanLi se tomó muy en serio su nuevo puesto. Saliendo del palacio para visitar a la gente de LanlingJin, Wei WuXian la acompañaba sin falta cerciorándose de que el alimento se distribuyera bien y los albergues estuvieran en buen estado. Tomándose el tiempo incluso para hablar con algunas personas, ya fueran refugiados o locales.

—El pueblo tiene dificultades, son muchas bocas que alimentar, pero gracias a su majestad hemos podido seguir adelante —dijo una mujer bastante mayor mirando en dirección de la joven que dialogaba con varios niños.

Wei WuXian sonrió con un asentimiento. —La reina YanLi no les dejará, confíen en ella.

El omega tendió un plato humeante de congee, la mujer lo tomó con manos temblorosas. Su rostro arrugado por el tiempo mostró una amable sonrisa.

—Ella es como un ángel —afirmó la mujer—, y usted también. Lan-Furen.

La sonrisa de Wei WuXian se congeló. No sabía cómo, pero ahora varias personas le llamaban así incluso si no eran pertenecientes del reino de GusuLan. Le parecía tan extraño, se sentía tan pesado sobre sus hombros.

Un hombre igualmente mayor no muy lejos de ellos hizo un gesto desaprobador al escuchar su conversación. —No le puedes decir así, sigue siendo solamente un príncipe consorte.

WuXian apretó la boca. Así como varias personas le habían empezado a llamar Lan-Furen, otro pequeño porcentaje estaba en contra, la mayoría siendo alfas viejos arraigados a las tradiciones, los mismos que dudaban frecuentemente de que YanLi gobernara sin un alfa a su lado.

Otra mujer mayor agregó—: Pero la reina de GusuLan murió, y él será el siguiente en línea, ¿no es así?

—Únicamente porque se casó —insistió el hombre.

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora