C a p í t u l o - 1 9.

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Wei WuXian se cercioró que no hubiera nadie observándoles, una vez seguro se enfocó en A-Qing, la pequeña no dejaba de mirarlo con una sonrisa, pero curiosamente el omega no podía gozar de ese imprevisto encuentro.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?—preguntó WuXian mirando a la menor. —¿Cómo...?

Jamás se hubiera imaginado encontrarse con A-Qing en ese momento, menos en Gusu. El pensar que la menor había escapado del campamento le hizo tener los pelos de punta.

Aunque Wei WuXian seguía con ese rostro lleno de impresión y dudas, A-Qing sólo podía sonreír.

—¡Estaba buscándote, por supuesto!—declaró la pequeña con orgullo.

WuXian sacudió la cabeza, era obvio que le buscaba, pero... —¿Estás sola?

A-Qing negó. —No, yo...

Repentinamente una tercera voz se unió en el callejón.

—A-Ying.

Wei WuXian giró su rostro en dirección del llamado, se perdió por unos segundos, sus ojos se llenaron de lágrimas y antes de pensarlo se lanzó a abrazar a la persona de enfrente. —¡Papá!

Wei Changze le envolvió de forma protectora, sus ojos también se volvieron cristalinos, no se despegaba del omega, mirándolo varias veces, como si se asegurara que fuera real.

—Estás bien, estás a salvo—dijo su padre acariciando la cabeza de Wuxian como en los viejos tiempos. Sus palabras eran un aliento para el corazón y la angustia, o al menos así las sentía. Ambos se abrazaban casi con temor de volver a desaparecer y jamás volver a verse.

Wei WuXian le observó con más detenimiento, su pobre padre se veía cansado y más delgado, debajo de sus ojos habían pronunciadas ojeras, la piel estaba más pálida con un tono amarillento y nada saludable. Su mano se posó sobre la mejilla del mayor, lamentándose haberle causado tanto sufrimiento, jamás imaginó que estaría tan mal. Wei Changze, su querido y amado padre.

—¿Jiang Cheng les dijo que estaba aquí?—preguntó WuXian.

Asumía que el príncipe de Yunmeng había cumplido con la petición que le había hecho. Aunque aparentemente su padre hizo caso omiso a su mensaje.

Changze asintió. —Así es.

A-Qing, quien se había aferrado a la ropa de WuXian, jaló de la tela para llamar su atención. En su rostro había una clase de puchero. —¿Es cierto lo que dijo el príncipe de Yunmeng? ¿Tú le dijiste que no intentáramos buscarte?

—No quería exponerlos al peligro—respondió WuXian dándole palmadas en la cabeza mientras veía de reojo a su padre.

Cuando le pidió a Jiang WanYin avisarle a sus padres de su paradero, no lo hizo con intención de que fueran a buscarlo. Claramente especificó que no fuera a su encuentro, ya que temía que les sucediera algo, su única intención era hacerles saber que seguía vivo. Había tomado esa decisión ya que en ese entonces apenas estaba considerando la propuesta de la reina, por lo que en sus planes siempre estuvo volver a su hogar. Obviamente que todo cambió con el tiempo.

Wei Changze le sonrió a WuXian mientras le retiraba las lágrimas, limpiando ese lindo rostro del omega.

—No importa—sus manos tomaron las de WuXian con fuerza. —Ahora sé que estás bien.

Wei WuXian no lo soportó y ocultó su rostro en el pecho de su padre, sintiéndose un niño pequeño que se refugiaba del mundo exterior. Ese sentimiento tan nostálgico que había extrañado en demasía.

—¡Ya podemos irnos!—gritó entusiasmada A-Qing jalando de WuXian y de Changze.

Wei WuXian miró enseguida a su padre y después a la menor. —¿Irnos?

Omega en el HarénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora