U N O

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—¡Por fin terminamos! —exclamó Ahn.— Esta vez la profesora de historia se pasó, el trabajo que nos dejó es muy extenso.

—No, no es extenso, lo que pasa es que tú no dejabas de hablar de lo perfecto que es Park Jimin —la miré y ella sonrió como si no hubiera hecho nada malo, solo porque es mi mejor amiga le perdono cualquier cosa.— Ya es tarde, debo irme. Estoy muerta.

—Me encantaría poder llevarte a tu casa, pero ya sabes que mis padres me prohibieron usar el auto hasta que no levante mis calificaciones en matemáticas —puso sus ojos en blanco haciéndome reír.

—No te preocupes, yo me puedo ir caminando —me puse de pie, comenzando a guardar todas mis cosas. — Con suerte todavía puedo tomar un taxi.

—Llámame cuando ya estés en tu casa.

Asentí y nos dimos un último abrazo de despedida.

Al salir de su casa, el frío se apoderó de mí, la noche era perfecta. El cielo estaba estrellado, había luna llena, hacía frío, una noche espectacular para estar en tu cama, abrazada con tu pareja, mientras miran películas y comen palomitas.

Lastima que yo no tengo a nadie.

Las calles estaban vacías y en un total silencio, daba algo de miedo caminar sola. Lo peor es que no pasaba ningún taxi. Cuando llegué cerca de un callejón, sentí como si alguien me estuviera siguiendo, mi corazón comenzó a latir fuerte y mi respiración se sentía pesada; solo espero que todo sea producto de mi imaginación.

Crucé hacia el otro lado de la calle y esa persona que venía detrás mío, también lo hizo. Sí, efectivamente me están siguiendo. Tomé coraje de vaya saber dónde y giré, cuando lo hice, la persona que venía detrás mío se quedó quieta a lado de un poste de luz, no podía ver su cara, pues la capucha del abrigo tapaba su cara, aunque por el físico, podría decir que es un hombre.

No perdí más tiempo y aceleré mi caminar, pero cada vez lo sentía más cerca. No me quedaba de otra, a correr se ha dicho. Me coloqué la otra asa de mi mochila, porque solo la llevaba colgando de un lado y empecé a correr como jamás en mi vida creí hacerlo. Oía sus pasos detrás mío, pero aún así no me detuve.

—¡Auxilio! —grité, tan fuerte que mi garganta dolió.

Pero era inútil, no había nadie por la calle. Mis piernas comenzaron a cansarse, el frío estaba agotándome más, en un momento mi pie izquierdo se dobló y caí. Traté de levantarme, pero alguien me tomó por detrás tapándome la boca para que no gritara. Pataleaba y hacía fuerza para que me soltará, pero no funcionaba, era más grande, más fuerte.

—¡Shhh! Cállate si no quieres que te vaya peor —susurró en mi oído y fue cuando las lágrimas comenzaron a salir. Estaba perdida, no iba a salir de esta.— Te voy a quitar la mano, pero más te vale no gritar —asentí rápidamente. Él cumplió su palabra.

—P-Por favor...n-no me hagas d-daño —supliqué, tratando de calmar la desesperación que me estaba ahogando.— En la mochila traigo mi celular, también una tablet y un poco de dinero, toma lo que quieras, pero por favor a mí no me hagas nada —oí su ronca risa. Luego me estrelló contra la pared. Cerré mis ojos con fuerza, me quitó la mochila y restregó su miembro contra mí.

Esto era repugnante. Dios, solo quería vomitar hasta que me quedase vacía.

—¿Para qué las cosas materiales? Prefiero ese precioso culito que tienes.

Su mano se metió por debajo de mi blusa y la sentí sobre mi seno derecho, lo apretó con fuerza. Lo escuché gruñir en mi oído, era asqueroso, solo quería que todo esto fuera una maldita pesadilla. Después la sacó, su intención era ir hacia mi intimidad, pero no podía soportarlo más, así que volví a gritar.

—¡Auxilio! ¡Alguien por favor ayúdeme! —él me dio la vuelta para darme una bofetada, la cual me terminó echando al suelo.

—Te advertí que no gritaras. ¡Maldita perra!

Se iba a tirar encima mío, yo cerré mis ojos esperando a que pasará, pero, nunca ocurrió. Escuché quejidos y como si alguien estuviera golpeando a otra persona, entonces reaccioné, abrí mis ojos. Al parecer alguien me había oído. Encima de aquel asqueroso hombre, había otro que le estaba desfigurando la cara.

—¡Largo de aquí, ahora! —ordenó el extraño que me había salvado. El hombre que me quería hacer daño se levantó con dificultad. Estaba tan lastimado que prefirió huir.— ¿Estás bien?

La voz de ese chico logró traerme de vuelta a la realidad. A pesar de que la luz del callejón no era mucha, pude notar bien su rostro, era bastante guapo. Sacudí mi cabeza para salir del trance en el que me encontraba y asentí.

—Sí...estoy bien. Gracias —susurré y él me ayudó a levantarme.

—Mira como te dejó ese desgraciado —tocó con delicadeza mi labio y yo hice una mueca de dolor.— ¿Cómo te llamas?

—Shin...Shin TN —le respondí aún un poco agobiada con lo sucedido.— ¿Y tú?

Jeon Jungkook —respondió.— Ven, te llevaré a mi casa y te curaré esa herida —me tomó de la muñeca dispuesto a llevarme con él, pero yo lo detuve.

—No, gracias. Tú ya hiciste mucho por mí. Me puedo pedir un taxi —negó repetidas veces.

—Un taxi a estas horas, es igual de peligroso que andar caminando. No está a discusión, te vienes conmigo y punto -demandó con autoridad.

Yo no pude hacer ni decir nada, me daba miedo decirle que no, estaba muy serio y eso me espantaba. Aunque también me da miedo ir a la casa de un extraño que acabo de conocer hace nada. Llegamos hasta lo que parecía ser su auto, me abrió la puerta del copiloto y yo dudé en subir.


—Si piensas que te voy a llevar a mi casa para abusar de ti o algo por el estilo, estás muy mal, no soy de ese tipo de hombres. Si lo fuera, no te hubiera defendido. —alegó.

—L-Lo siento, es que todavía tengo un poco de...miedo.

—Te entiendo. Pero ahora sube.

Él se subió al auto y comenzó a conducir. Era un hombre bastante arisco e intimidante, pero también debo admitir que le debo mucho, de no haber sido por él, sé que mañana estaría siendo una más de las tantas mujeres abusadas que hay en el mundo y mi cara estaría en revistas, periódicos, hasta la tele.

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ᴇᴛᴇʀɴɪᴛᴇʟʏ

𝙿𝚘𝚜𝚎𝚜𝚒𝚟𝚘 | Jeon Jungkook y TN  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora