𝙿𝚘𝚜𝚎𝚜𝚒𝚟𝚘 | Jeon Jungkook y TN [Editando]

V E I N T I C U A T R O

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JUNGKOOK

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Me encontraba en mi habitación, tranquilo jugando videojuegos, cuando de la nada, entra un Hyunjin agitado y asustado, como si hubiera visto al mismísimo Satanás.

—¿Y a ti qué te picó? —puse pausa al videojuego.

—Tu madre no ha parado de llamarme.

—Pero si te dije que cambiarás de número —le recordé molesto.

—Y lo hice idiota, hasta cambié de teléfono, pero todavía conservo el otro y ella me manda mensajes a cada rato y también me llama.

—¿Y qué dicen los mensajes?

—Que quiere saber dónde estamos, que si te tomas tus medicamentos, entre otras muchas cosas.

—Ves, por eso me quería ir de Busan, ella solo quería mantenerme medicado y nada más —golpeé la cama.

—Pues en eso le doy la razón, yo recuerdo que tenías que tomar esas pastillas de por vida —lo fusilé con una sola mirada.

—Quiero que me consigas una pelea —él se cruzó de brazos sin hacer nada.— ¡Te acabo de dar una puta orden Hyunjin! —me levanté colocándome frente a él.

—No soy tú maldito sirviente Jeon. Y no pienso conseguirte ninguna pelea, tú le prometiste a TN que las dejarías.

Él tiene razón Jeon.

—¡Maldita sea! —le di un puñetazo a la pared.— ¡Me importa una reverenda mierda la estúpida promesa esa, ve y consigue una puta pelea ahora!

—Es por eso que necesitas los medicamentos, no sabes cómo controlar tu ira y cuando te enojas lo quieres arreglar todo a golpes. Me voy y cuando se te baje el enojo, me llamas —se dio la vuelta y salio de la habitación.

— ¡No me importa, no te necesito! —grité furioso.

No lo necesito a él, no necesito a nadie.

Tomé las llaves de mi auto y salí del departamento, estoy que me hierve la sangre, necesito romperle la cara a alguien ahora mismo. Cuando salí del edificio, me dirigí a mi auto, pero en ese momento otro coche se frenó de la nada atrás del mío. Dos tipos enormes salieron de este y comenzaron a acercarse a mí.

—¿Qué quieren? —los inspeccioné con desconfianza.

—Solo te venimos a advertir, que no te vuelvas a meter con el hijo del jefe —fruncí el ceño sin entender de que me estaban hablando.

Y antes de poder decir algo, el puño de uno de esos gigantes se estampó contra mi cara, caí al suelo muy desconcertado y ellos se aprovecharon de eso para comenzar a patearme por todo el cuerpo. He peleado muchas veces y me han partido la cara de una manera increíble, pero no dolían tanto como lo que estos tipos me estaban haciendo.