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Y ahí estaba yo, encadenada en la cama.

Jungkook había colocado sujetadores en la pared y por ellos colocó unas cadenas; no solo eso, también tengo vendados los ojos. ¡Esto no estaba en mis planes!

Me quitó toda la ropa, excepto mis bragas y me dejó ahí sin saber qué sucedía. El no ver me estaba desesperando. Como no tenía mi sentido de la vista, debía guiarme con los demás. Oía como caminaba de un lado a otro por toda la habitación y como sacaba distintas cosas que obviamente yo no sabía qué eran.

Me removía inquieta en la cama para darle una señal de que estaba incómoda, pero él al parecer, me ignoraba.

Sentí la cama hundirse y entre mis piernas, su cuerpo. Su rostro se acercó a mi cuello, parecía uno de esos perros que utilizan en los aeropuertos para oler las maletas y ver si no llevan drogas, en este caso, él olía todo mi cuello, respirando fuerte mi perfume.

—Amo tu olor —su voz me había sacado un pequeño susto, pues había estado durante varias horas en silencio—. Sonará loco esto que te diré —dejó un beso en la punta de mí nariz—. Durante esas semanas que estuvimos alejados, cuando miraba todas estas cosas que estaban en mi armario, me imaginaba miles de escenas contigo, así, atada a mi cama y totalmente sumisa para mí.

Su voz era gruesa, pero al mismo tiempo se volvía melodiosa. Posó una de sus manos en mi pierna y comenzó a subirla con delicadeza por toda esta, hasta llegar a mi vientre. Mis bellos se levantaron de inmediato, era tan exquisito su toque. Siguió subiendo su mano, hasta colocarla encima de mi seno derecho, lo apretó un poco, sacándome un leve jadeo, apuesto lo que sea a que está sonriendo satisfecho por todo esto.

—Eres una diosa mi amor —sentí su respiración en mi abdomen, me removía desesperada, esto más que placer, era una tortura.

Subió por todo mi abdomen, sin tocarlo, solo rozando sus labios contra este, hasta que llegó a mi cuello, en donde comenzó a dejar unos cuantos besos húmedos. Mordí mi labio e hice para atrás la cabeza, dándole la posibilidad de besar cada extensión de ese punto tan sensible.

—Jungkook —el primer gemido había salido.

Oí como rio en mi cuello y sentí su lengua caliente bajando por mi clavícula, pasando por mis senos y llegando por fin a mi abdomen, en donde dejó una pequeña mordida, que me quitó un suspiro. Amaba cada cosa que hacía, pero me estaba matando de las ganas por verlo, por tocarlo, por hacerle lo mismo.

—Vaya nena, solo te he tocado un poco y ya estás bastante húmeda —pasó su mano por encima de la tela de mis bragas. Por instinto arqueé la espalda entreabriendo mis labios—. ¿Qué pasa, nena? ¿Estás desesperada?

Sabía que estaba disfrutando de hacerme desesperar. Abrió mis piernas y comenzó a jugar con los bordes de mi última prenda, estaba jugando con fuego y me estaba quemando completa. La delicada tela fue bajando lentamente por mis piernas, hasta que ya no la sentí. Oí que él se levantó y a los pocos segundos volvió.

No se oía nada y luego, de repente, sus dedos estaban pasando algo por mi intimidad, era suave y en el aire sentí un sutil olor a fresa. Era lubricante. Levantó un poco mis piernas e imprevistamente, su boca estaba succionando mi vagina.

Gemí ante la sorpresa. Deseaba aferrarme a su cabello, pero estar encadenada me lo impedía. Su lengua contorneaba la parte de afuera de mis labios vaginales. Movía con desesperación mis caderas para que con su lengua fingiera embestidas.

—¡Sí, así!

Su lengua lamiendo cada parte desde adentro hacia afuera, su boca haciendo chasquidos cada vez que besaba con lujuria mis labios, era completamente fascinante y delicioso. Era un experto, sabía cómo usar la lengua para elevar mi exitacion.

—Nena, sabes exquisita —gruñó ronco.

Dejó de embestir con su lengua y la remplazo por sus dedos, sabía que mi orgasmo estaba a nada de llegar. Sus finos y largos dedos entraban y salían con rapidez, provocando una melodía fantástica, pero al mismo tiempo, bastante morbosa.

Mis piernas comenzaron a temblar, mi cuerpo recibió los espasmos y por fin, había llegado al éxtasis de la forma más increíble posible. Mi pecho subía y bajaba, mi garganta se sentía seca por tener tanto tiempo la boca abierta, pero más que nada, por gemir como una loca. Sentí su cuerpo sobre mí y entre mis piernas, su erecto amigo, el cual empezó a restregar contra mi feminidad con movimientos lentos, pero que me hacían delirar.

—Me encanta como mi nombre sale de esa hermosa boca —pasó su pulgar por mis labios, estirando el inferior—. Mañana no podrás caminar —besó mi mejilla. Era impresionante la forma tan tranquila en la que dice las cosas—. No te vayas a quejar luego bonita, mira que el que avisa, no traiciona.

—Pues no me importa lo que vayas a hacer, si me dejas en sillas de ruedas, hazlo, pero ya deja de hablar —oí su risa y luego sus labios encima de los míos, tenían mi escencia y el del lubricante.

—Me encanta que me supliques.

—No te acostumbres mucho, porque yo no repito dos veces. O lo haces o te jodes —le advertí.

—Creo que no te es muy conveniente para ti estar amenazándome, digo... —hizo suspenso. Sentí su respiración caliente en mi oído—, eres tú la que está encadenada, no yo. Créeme cuando te digo que no tendría ningún problema en dejarte toda la noche aquí, en esta espectacular posición.

Sentí un vacío cuando alejó su cuerpo del mío. ¿En serio me iba a dejar así? Juro que si lo hace voy a terminar con él.

Mi sentido auditivo se puso alerta cuando oía las cosas que estaba haciendo, caminó hasta algo y luego percibí el sonido de un plástico. La cama se volvió a hundir, su cuerpo estaba de nuevo encima del mío, pero con la diferencia de que su miembro despierto estaba liberado y en mi entrada.

—Esta noche vas a gritar como jamás en tu vida lo haz hecho...

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                      ᴇᴛᴇʀɴɪᴛᴇʟʏ

𝙿𝚘𝚜𝚎𝚜𝚒𝚟𝚘 | Jeon Jungkook y TN  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora