Epílogo

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Ela sigue sosteniendo mi mano mientras somos guiadas hacia los camerinos por hombres muy altos, no dejo de mirar a Ela en ningún momento, de fondo se escucha todo un alboroto por parte del público y por parte de los trabajadores, los dedos de Ela están apretando mi mano con fuerza y yo intento tranquilizarla acariciando el dorso de su mano. Dejamos de caminar cuando Ela se detiene de golpe, estamos en una especie de pasillo repleto de personas, bailarines, gente de seguridad y de logística, y entre todas esas personas está Teresa, la fuerza que Ela estaba ejerciendo en mi mano fue la menor de mis preocupaciones al ver el rostro de su tía, incluso yo estaba hecha nervios, Teresa pasa su mirada fulminante a mí y comienza a caminar hacia mí, mis piernas comienzan a temblar, Ela se para frente a mí como si quisiera defenderme, aunque se sigue escuchando el ruido del público, el silencio en el pasillo aumenta la tensión del ambiente. Teresa se detiene frente a Ela, veo como tiene sus puños apretados.

—Tomaste tu decisión —le dice su tía a lo que Ela asiente con la cabeza, una leve sonrisa se muestra en los labios de Teresa y yo quedo confundida, Teresa iba a seguir hablando cuando todos alrededor empiezan a murmurar, sigo la mirada de los demás para encontrarme con nada más y nada menos que la madre de Ela.

Joder.

No logro descifrar el rostro de su madre, no sé si está enojada o si no tiene problema con las declaraciones de su hija, Ela vuelve a dar unos pasos hacia atrás, me armo de valor para ponerme frente a ella porque si Teresa era intimidante, la madre de Ela era 10 veces peor. Su madre llega frente a ella y levanta su mano, es entonces cuando me armo de valor para hacer algo al respecto, pero entonces es Teresa quien detiene la mano en el aire de su hermana.

—Teresa —le dice su hermana en tono de advertencia.

—¡No vas a ponerle un dedo encima! —sentencia Teresa con autoridad. Se me eriza la piel al escuchar su amenaza, ni siquiera a mí me había hablado en ese tono.

—¿¡Estás loca!? ¡¿No viste lo que acaba de hacer!? ¡Ha jodido su puta carrera! ¿Por qué? —voltea a mirarme con total desprecio— ¡Por una ordinaria chica que además de confundirla solo la quiere por su dinero!

—¿Quién crees que eres, Viviane? —le reclama Teresa llena de ira antes de empujarla hacia atrás, la gente suelta expresiones de sorpresa, nadie se atreve a interrumpir su disputa.

—¿¡Que quién me creo que soy? —le reclama Viviane— ¡¿Quién te crees tú?! No te confundas, Teresa, eres su tía no tienes ningún derecho ¡Yo soy su madre!

—¿Realmente eres su madre? —le pregunta Teresa mirando a Ela, sus ojos se llenan de lágrimas— Si lo fueras sabrías que Ela no está en una maldita etapa de confusión, sabrías que toda su vida le han gustado las chicas. Si fueras su madre sabrías todo el sacrificio que ha hecho al elegir su carrera por encima de todo durante toda su vida. ¡Si fuera su puta madre tendrías una mínima idea del infierno que ha vivido por haber lastimado a la persona que ama! ¡Pero no es así! —Teresa la señala con su dedo índice y golpea su pecho varias veces— ¡Tú no tienes una puta idea porque nunca has estado para ella! Y sí, no tengo ningún derecho a tomar decisiones por ella, porque he estado equivocada por mucho tiempo, pero tú... ¿Tienes una maldita idea de hace cuánto tiempo a tu hija no le brillaban los ojos? No voy a dejar que nadie vuelva a apagar su luz —observo como las lágrimas bajan de los ojos de Ela y mi primer impulso es abrazarla.

—¡No puedes estar a favor de esto! —escucho el grito de Viviane— ¡Tienes razón! He estado alejada de mi hija, es momento de que volvamos a estar juntas —veo su intención de querer acercarse a nosotras.

—Llévensela —ordena Teresa, es entonces cuando las personas de seguridad la toman por los brazos—Esperen —los de seguridad se detienen, Teresa me señala y mira a su hermana— Y esta chica, no es ninguna ordinaria, tampoco está con Ela por su dinero —vuelve a mirarme— No ha hecho más que demostrarme que la ama tanto, que aunque tuvo la oportunidad de lastimar a Ela del mismo modo en que fue lastimada, decidió no hacerlo. No cualquiera hubiera tomado esa decisión —Teresa se acerca a su hermana quien tiene el rostro enrojecido de la ira— Así que no te preocupes, Viviane. Aquí tu hija tendrá más amor de lo que podría tener estando contigo.

Grítalo en silencioWhere stories live. Discover now