Capítulo 11. Autógrafos

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Observo una vez más a la chica que no sale de mis pensamientos, su ceño está levemente fruncido y toda su concentración está sobre esa pequeña parte de la encimera que ha estado limpiando desde hace veinte minutos. Juro que la vi echar 4 productos diferentes en ese mínimo espacio. Lo que más me da gracia es la dedicación con lo que lo hace, si fuera Martina, estaría fingiendo limpiar esa pequeña parte por tanto tiempo solo para que yo hiciera todo lo demás, sin embargo, Ela lo hace totalmente en serio.

—El pastcake estaba...

Ela me sorprende viéndola con una sonrisa en los labios y yo intento disimular volviendo a limpiar la encimera.

—¿Decías? —pregunto quitando el chocolate de la pared.

—Te quedó delicioso —me alaga— ¿Dónde aprendiste a cocinar?

—Al principio mi madre me enseñó, después cuando tenía doce o trece, comencé a leer los libros de recetas que mi madre alguna vez compró y nunca leyó.

—¿Te gusta leer? —pregunta con algo de emoción.

—Recetas de cocina —digo con gracia— ¿A ti te gusta?

—¿Qué sería de mí si no leyera? —pregunta con dramatismo— Me encanta leer. Voy a leer muchos para mi siguiente gira, después de los ensayos y todo el ajetreo —se me hace un nudo en la garganta recordando que ella va a tener que marcharse— Los libros me ayudan a relajarme un montón.

—¿Cuándo empieza tu siguiente gira? —pregunto mientras sigo limpiando.

—No hablemos de cosas tristes. Hoy ha sido un día estupendo.

—No es triste que te vayas de gira. Es grandioso que tu carrera siga creciendo —susurro.

En serio me enorgullece demasiado ver que ha llegado tan lejos, sé que no la conozco tanto como para sentirme orgullosa de ella por estar donde está, pero aún así, verla brillando me hace brillar a mí también.

—Solo disfrutemos lo que nos queda juntas —dice en tono bajo.

La volteo a ver, ya no parece tan concentrada en limpiar la encimera, ahora mira hacia la pared, noto que está sosteniendo el cepillo de limpieza con más fuerza que antes y caigo en cuenta de que tal vez la hice pensar que no me importaba si se iba en poco tiempo cuando la verdad es que me mata por dentro. Ela debe estar haciendo un esfuerzo por no ir a esconderse en su casa del árbol en este momento.

Voy hacia ella y llamo su atención. Miro hacia la puerta para asegurarme que no hay nadie cerca.

—Te voy a extrañar muchísimo cuando te vayas. Pero tú amas cantar y voy a estar muy feliz porque vas a estar haciendo lo que amas.

Le sonrío y ella me devuelve la sonrisa, me pongo de puntas para besar su frente, Ela deja de lado los implementos de limpieza y rodea mi cintura con sus brazos.

—Aún tenemos mucho tiempo —dice en mi oído.

—¿Qué vas a hacer mañana?

—Mañana es la firma de autógrafos —siento su mano acariciando mi espalda— ¿Tú ibas a ir?

—Voy a ir —le aclaro.

—No creo que alcances —dice Ela, me separo del abrazo para mirarla a los ojos— Ya hay gente esperando afuera del centro comercial. Y la firma termina a las cinco.

—Oh no —me deshago de los guantes de limpieza y busco mi celular.

—¿Qué haces? No hemos terminado —pregunta Ela— ¿Vas a dejarme limpiando todo ésto?

Grítalo en silencioWhere stories live. Discover now