Capítulo 6. Invitados no invitados.

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El sonido del timbre resuena en mis oídos. Me levanto con más energía de lo usual. Son las 8:00 AM ¿Quién llama a esta hora? El timbre vuelve a sonar y corro al baño, me arreglo un poco antes de correr hacia la puerta. Miro a través de la mirilla de la puerta.

—¿Qué mier...

Me alejo de la puerta al ver a la castaña sacando un par de llaves de su bolso. La puerta se abre y me enfrentó a muchos factores, entre ellos, la mirada fulminante de mi mejor amiga.

—Eres increíble, literalmente, increíble —remarca la palabra, por su tono veo que no es un alago.

—Tu también, Martina —digo con una sonrisa.

Martina se acerca a mí y examina mi mano. De reojo veo a Teo, que me saluda con una sonrisa. ¿Por qué estaban juntos este par? ¿Por qué Teo carga todas esas bolsas? Ok, lo segundo lo puedo suponer. Ela.

—¿Qué cojones te pasó? —pregunta enojada.

—Solo me tropecé —digo sin darle importancia— ¿Te puedo ayudar en algo, Teo?

—Te traje la comida que me encargaste ayer —miente.

Martina lo voltea a ver con una ceja elevada y no tengo de otra más que seguir su mentira, o va a sospechar.

—¡Claro! Ya recuerdo —le ayudo con una de las 4 bolsas— con todo el estrés de ayer, lo había olvidado completamente.

Llevo una de las bolsas a la cocina y escucho un par de tacones y unas botas seguirme. Dejo la bolsa sobre la encimera.

—Voy a traer el resto de bolsas —avisa Teo.

—¿El resto? —pregunto sorprendida, Teo asiente con la cabeza— Así está bien.

—¿No le encargaste la comida? —interrumpe Martina.

—Bueno, sí, pero creí que esto era todo —digo sacando la comida de las bolsas.

—¿No sabes lo que le pediste? —me interroga de nuevo.

—Es que me dieron una promoción en el autoservicio y creí que a Sabri le vendría bien un par de cosas más.

Comparto una guerra de miradas con mi mejor amiga. Ninguna de las dos dice nada. No quiero seguir mintiendo, además ella sabe que nada es cierto. De reojo veo a Teo marcharse

—Ayer estuviste en el hospital, saliste con una operación y siendo tu mi mejor amiga, me entero por Camila, una chica que conocí hace un mes. Es indignante.

¿Cómo se enteró Camila? Bueno, no importa. Ella tiene razón. Solo hay una cosa que puedo refutar.

—No fue una operación.

—Jódete. Pudieron haberte amputado la mano y nunca me hubiese dado cuenta. ¡Pudiste haber muerto!

—No exageres, Martina —digo en buen tono.

—¿Que no exagere? A ti te ponen tres puntos y dices que fue solo un tropiezo. ¿Sabes qué? —Martina levanta las manos al aire. Está a punto de irse— Iré a mis clases —Rodeo la encimera lo más rápido que puedo y la abrazo.

—Estoy bien, gracias por preocuparte.

—Como sea —responde separándose

Un abrazo no va a ser suficiente para contentarla. Debí haberle avisado, lo sé.

—Ten un buen día —digo.

Martina se aleja sin responderme, en el camino se topa con Teo que lleva como 6 bolsas más. Escucho la puerta de entrada cerrarse. Mi buen humor de la mañana ya no está.

Grítalo en silencioWhere stories live. Discover now