Capítulo 1. Pequeño Tropiezo.

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—Nos vemos mañana, Sabrina.

Levanté mi mano en forma de despedida hacia Benjamín, mi jefe. Hoy ha sido un turno agotador, normalmente el bar cerraba a las 2:00 AM, cuando dieron las 3:48 AM Benjamín tuvo que echar a todos los que estaban en la barra, y lo peor es que no todos eran adolescentes. Algo extraño estaba pasando en Villa del Mar, no eran solo los adolescentes que querían llamar la atención bebiendo hasta perder la razón, el ambiente de la ciudad en general se veía más activo y alegre. Incluso mi vecino Luis me había saludado esta mañana cuando me dirigía a mi trabajo matutino, en la cafetería de la calle 14.

Antes de darme cuenta ya estaba dentro de mi auto encendiendo el motor, mi modo automático es bastante efectivo. Presioné el pedal y me adentré por las calles de Villa del Mar, la pequeña ciudad de la que algún día esperaba escapar. No me malentiendan, amo a Villa, es donde nací y me crié, es el lugar donde viven mis padres, mis amigos de toda la vida, pero, joder, cada día es lo mismo, levantarme, trabajar en la cafetería hasta las 2:00 PM, pasar la tarde en la casa de mi mejor amiga Martina y después ir a trabajar al bar, creo que estoy hecha para algo más grande que ésto.

Hago un repaso mental de lo que hice antes de salir.

—Dejé mi bolso —me lamento.

Una fuerte sacudida me saca de mis pensamientos. La bolsa de emergencia se abre y golpea mi rostro con fuerza. El sonido que oigo ante el impacto me deja algo aturdida.

—Mierda.

El parachoques del auto con el que acabo de chocar está un poco mal, no quiero ver como terminó el mío. Me quedo en estado de shock, no entiendo nada de lo que sucede. Veo una silueta bajar del otro auto. Escucho su voz pero no entiendo nada de lo que dice. Siento una mano sobre mi frente y me sobresalto.

—¿Estás bien? —pregunta la chica a la que acabo de chocar. Su voz es tan suave como la de un ángel. ¿Me morí?

El color de sus ojos me deja impresionada, mi pulso aumenta al igual que mi respiración. Tengo la extraña sensación de que ya había apreciado esos ojos otras veces.

—Estás sangrando —dice la chica volviendo a colocar su mano sobre mi frente.

Dirijo mi mirada hacia sus labios, su labio inferior está sangrando levemente.

—Espera aquí, creo que vi un botiquín en el auto.

La silueta de la chica se desvanece. Entro en razón y salgo del auto. Mi auto está invadiendo el carril contrario, indicando que yo provoqué el accidente. Mi modo automático no es tan efectivo como creí.

—¿Cómo voy a arreglar ésto? —me reprocho a mí misma.

Me siento tentada a llamar a mis padres y explicarles lo que pasó. Pero acabo de mudarme hace unos meses, tengo que solucionar mis problemas por mi cuenta. Así que decido llamar a Martina.

Llamo a Martina tres veces, no responde. Le dejo un mensaje con la dirección para que acuda en cuanto pueda. Joder esto me va a salir costoso, el auto de la otra chica es mucho mejor que el mío, diría que cuesta dos veces de lo que costó el mío.

Me acerco al auto de la chica de ojos grises, ella está sentada en la parte de atrás del auto mirando por la ventana.

—¿Por qué no avanzamos, Teo? —dice con voz somnolienta.

Miro al rededor buscando a Teo, rogando porque no sea un hombre fortachón e impulsivo. No hay nadie. ¿Está loca?

—¿Teo? —repite la chica esta vez voltea a verme— ¡Oh! —dice como si acabara de recordar algo— Lo olvidé por completo —dice entre risas.

Grítalo en silencioWhere stories live. Discover now