Capítulo 2. Compras Artesanales.

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—¿Entonces estás enamorada de tu jefa? —pregunta Martina mientras me pasa una limonada.

—No, no, nada de éso.

—No tiene sentido que te enojes tanto por éso.

—Te he dicho veinte veces que me pareció bastante imprudente de su parte que conduzca en estado de embriaguez —digo abriendo el capó del auto blanco, hace una semana que debía haberlo sacado del garaje de Martina.

—¿Y cómo explicas esta situación? —dice parándose a mi lado a mirar las piezas mecánicas del auto.

—¿A qué te refieres con "situación"? —pregunto "organizando una pieza"

—A que las tres veces que nos hemos visto en esta semana te has pasado todo el tiempo hablando de ella.

—Por supuesto que no —digo limpiando mis manos llenas de grasa.

—Sí, de como te pide cada mañana que le prepares cereales para desayunar, los platos extraños para el almuerzo, de que te invita a comer con ella todo el tiempo —Martina suelta un suspiro—, además esa sonrisa tuya te delata.

—¿Qué sonrisa? —pregunto divertida.

Martina se aleja. Mira hacia arriba, sonríe de oreja a oreja y se muerde el labio. Me río ante su imitación.

—No hago así.

—Créeme que sí. Ya tengo ganas de que me presentes a esa chica que robó tu corazón.

Le doy un sorbo a mi limonada para no decirle nada. No le puedo presentar a Ela. Hace cuatro días mientras buscaba su información en línea (donde me enteré de que tan solo tiene 17 años), Martina me vio y casi le da un ataque, resulta que es una de sus cantantes favoritas. Literalmente tiene un póster de ella en su cuarto... y de ahí era que se me hacia conocida la primera vez que la vi. La gerente de Ela, Teresa, la mujer intimidante nos hizo firmar un acuerdo de confidencialidad donde juramos que no diríamos para quien trabajábamos.

—¿Qué haremos para tu cumpleaños? —es mañana y no le he comprado nada.

—Ignoraré el hecho de que me cambiaste el tema porque te tengo excelentes noticias —dice tomando asiento— Además de pasar todo el día juntas...

Me siento en el pequeño banco de zapatero que está en el garaje y la miro con atención.

—¡Ulises nos consiguió entradas en primera fila para ver a Ela Fablet! —grita con entusiasmo.

Mi intento por cambiar de tema ha fallado.

Jodido Ulises. Yo pensaba regalarle lo mismo. Los empleados tenemos descuento del 50%.

—Sé que no te encanta este tipo de música pero tienes que venir conmigo.

—¿Por qué no vas con tu novio?

—Tomó doble turno en el hospital para poder pagar las entradas —me explica— Había pensado invitar a una amiga de la universidad pero ella ya tiene entradas, además quiero pasar mi cumpleaños con mi mejor amiga y ya que te has estado interesando en ella, me parece una excelente idea —dice con una sonrisa de oreja a oreja— ¿No crees?

—¿Cuándo es? —pregunto con una sonrisa

—El viernes a las ocho —se muerde el labio— No he pegado un ojo desde que me lo dijo. Va a ser genial.

Martina continúa hablando y yo no dejo de pensar en lo grandioso que ha logrado Ela. Es ella quien causa que millones de personas se emocionen a tal punto de que algunas de ellas no puedan dormir solo porque la van a ver aunque sea por un par de hora. Y yo la veo ocho horas al día, siete días a la semana.

Grítalo en silencioWhere stories live. Discover now