CAPÍTULO 3, PARTE 2

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El SACRIFICIO

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DIANA FAVRE

Acariciaba la cara impecable de Carlos, sus mejillas estaban sanas, y, pero él no me miraba, sus ojos estaban vacíos, brillaban por la ausencia de lo que antes era pura vida.

—Tranquilo, cariño— susurre, tocando uno de sus mechones de su cabello castaño claro. Los pasos externos lo despertaron, se removió con nerviosismo entre mis brazos.

Limpie mi muñeca con la tela de mi vestido.

—¿Lista, niña? Necesito a tu amigo— pregunta el brujo.

Asiento, levantándome del suelo. Él miro seriamente a Amina inconsciente en el suelo. Señaló con la cabeza a Carlos, y dos hombres lo tomaron de los brazos, soltando las cadenas.

—Ven aquí, humana— Me toma del brazo, no puse resistencia, no servía de nada. Pronto la luna tocó los poros de mi piel, y un frio viento sacudió mi cabello.

Eran once brujos, doce si contábamos a Liam, colocados un enorme pentagrama, con un círculo de velas negras justo en al centro de la estrella, ahí pusieron a Carlos, clavando sus cadenas al suelo. Los once brujos no se inmutaron, de hecho, ni siquiera movían un musculo.

El hombre me suelta, para dirigirse hacia ellos.

—Hermanos, el sacrificio comienza en Mardi Gras. No se preocupen, recuerden que Dios perdona los pecados este día—Grita eufórico— todos serán sanados, nuestros muertos resucitarán con la princesa de lo demoniaco... los demonios la seguirán, debemos tenerla de nuestro lado ¡Con ella se gana la guerra! No dejen de orar, amigos míos, aunque les queme la garganta, aunque no sientan la lengua, no paren.

Oí una hoja crujir en los árboles detrás de mí.

—Tranquila, amor—Susurre.

El sonido se detuvo en seco.

—Oren, hermanos— Ordena Liam.

Hablaban en lenguas muertas, fáciles de confundir con gemidos o silabas sin sentidos. Lo vi sacar un cuchillo cuando las llamas de las velas aumentaron su tamaño, casi un metro de altura. El aire comenzó a faltarme, y sentí que el corazón se me iba a salir.

—Basta—murmure, tratando de mantenerme en pie, ella gritaba en mi oído, eran gritos burlescos— Cállate, no te dejare salir.

Diana Ayleen, ábreme la puerta, solo un poquito. Seamos libres unos segundos, divirtámonos como en los viejos tiempos.

—No, cállate— Ordene.

La empuñadura del cuchillo estaba en sus manos apuntando al corazón de mi amigo, los huesos de Carlos se rompían y sanaban desenfrenados por culpa de una transformación forzada. La sangre se derramaba por mis oídos y nariz.

Mantén la cárcel, tenla cautiva, Diana, eres fuerte, creación mía.

—Si, Nara—

No la escuches, pequeña, ella siempre te mintió, no te resiste a lo que eres. Te quieres comer el corazón de tu amigo ¡Hazlo!

Enterró el cuchillo apuñalando el órgano que da la vida. El sacrificio trae consecuencias. Pues a ellos les llegó el Karma un puto segundo después. En ese instante que se abría una grieta al inframundo, cuando ninguno prestaba atención al exterior, cayeron como cuatro sombras detrás de ellos, sin darles una sola oportunidad de huir: Atlas, Abel, Jessica y Cyprian.

Crown Onyx [2]Where stories live. Discover now