CAPÍTULO 11

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NEFASTO RECUERDO

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AMINA BELANGER.

Atlas me lanza el candado para que haga los honores. Sellamos el ataúd con un candado hecho de magia. Atlas le dio dos palmaditas a la caja antes de esbozar una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de que Adam se encontrara ahí adentro.

—Oficialmente, queridos hermanos, los Belanger somos cazadores de inframundo—Anuncia—híbridos... ¿Quién los conoce?

—¿Lo dejaremos en los túneles? —Abel pregunta, señalando donde estábamos.

—Luego de que Carlos fuera secuestrado por el aquelarre diabólico, Samantha le otorgó estas tierras a Jessica como disculpa... y Cyprian lo selló para que nadie aparte de la alianza entre—Explique. —está seguro aquí, hasta que el niño sepa como enviarlo de regreso.

—Yo hubiera preferido el océano, pero no se puede todo en esta vida— Exclama Atlas, frunciendo los labios. —vámonos, que soy claustrofóbico.

Solté una sonrisa divertida, siguiéndolos a los dos hasta la salida del túnel.

—¿Y qué haremos con la chica que mató nuestra pequeña maquina asesina? — Atlas me miró, le di una mirada obvia—Ya sé. Palas y tierra fértil. Solo una noche desearía no hacer una tumba en medio del bosque para ocultar un cuerpo.

Rodé los ojos, colocando mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, buscando las llaves de mi carro. Al no encontrarlas, endurecí mi mandíbula, sacando las manos bruscamente y observando a ese par que chumeaban entre sí, con una risita en los labios.

Simplemente cómicos los idiotas.

—Dénmela, eslabones perdidos—Les ordene a secas.

Abel se inclina, mostrando las llaves colgando en sus dedos, me abalance sobre el con velocidad, pero las lanza hacia Atlas.

—¿Recuerdas esto? —Preguntó Abel—Por fin se lo que se siente no estar en medio.

Lo asesine con la mirada, antes de mirar a Atlas jugar con mis llaves de mano en mano.

—Empezamos fuerte con traumas de infancia— habló soltando una carcajada— Intervención, hermanita. Tú no te iras, porque nosotros no lo permitiremos...Yo hablare con Jessica.

Fui hasta él, pero rápidamente Abel las atrapa al otro lado.

—Lo que pasa, engendros, es que yo no quiero volver a la Alianza...

Abel se guarda las llaves en los bolsillos traseros, asintiéndole a Atlas, antes de desaparecer.

—Pero quieres estar cerca de Diana Ayleen.

Mire a Atlas de inmediato, preguntándome como carajos lo sabía, si ella fue tan idiota de contarle y si yo era estúpidamente obvia al mirarla. Él frunció los labios, acercándose a mí. Me abrazó con su brazo en mis hombros, mientras me zamarreaba como si fuera un costal de papas con sus grandes brazos, evitando, por supuesto, que escapara.

—Te dije que te llegaría algún día— Exclama dramático—La sentencia de muerte, y nada menos que en las manos de la mejor sicaria en la faz de la tierra.

Abel sale del auto, lanzándole una botella.

—Bebamos algo, al menos esta vez puedes despedirte bien—Eso fue una orden.

Crown Onyx [2]Where stories live. Discover now