CAPÍTULO 28, PARTE 4

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EL ÚLTIMO DÍA

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JESSICA FAVRE

La luz de luna se asomaba por la enorme ventana que daba al balcón del estudio. La fiebre se intensificaba cada vez más, y ni el escaso viento que me pegaba en al cara podía aliviar un poco el dolor. Los huesos me crujían si hacía un movimiento, pero simplemente no me importaba.

Desplomada en mi silla, patética y derrotada, lleve con lentitud a mi boca la botella de whisky para darle otro sorbo, sentí como el líquido quemaba mi garganta y descendía para incendiar mi estómago. Mareos, dolores de cabeza y ganas de vomitar. Se podría decir que por primera vez en mi vida sé lo que se siente estar borracha.

En mi otra mano sostenía una estaca de madera, y jugaba con ella entre mis dedos. Lo admito, soy una pesimista, y de verdad quiero llegar a ese momento donde el alcohol le gana al razonamiento.

Las puertas se abrían de par en par haciéndome apretar los ojos con el ensordecedor ruido que causaron.

—¡Jessica! — Carlos habla, o más bien grita. —Lograron salvar a Cyprian, van a la mansión de verano para ver si en las crónicas de Nara dice algo sobre la cura... Aun hay tiempo...

—Cállate, carajo— gruñí. —Cada palabra que sale de tu boca es como clavar una daga en mis oídos ¡Vete ya!

Frunce el ceño, y en sus ojos se formó una ligera capa de lágrimas.

—¿Cómo quieres que me vaya? Yo te cuidare...—Lo interrumpí.

—En estos momentos lo que necesito es una enfermera sexy, de preferencia que no sea pelirroja. Tal vez una castaña— Suelto, acercando la botella a mi boca—o una pelinegra. ¡Uf, me gustan las pelinegras!

Bebo otro trago. Carlos abre la boca, sorprendido al ver la botella casi vacía en mi mano.

—¿Estás bebiendo? ¿Es en serio?— Exclama molesto. —Eso te subirá la temperatura, por el amor de la Diosa, Jessica. Y ebria, todos buscando la forma de salvarte y tú estás aquí ¡Ebria!

—Sabes, el que estés aquí chillando, me impulsa haber querido que la mordida hubiera venido con sordera —Escupí con seriedad. Niega con la cabeza, con desaprobación e hizo patético intento de arrebatarme la botella .— Ebria sí, pero no te metas con mi alcohol, hermanito, porque te rompo los dedos.

Suelta un suspiro de derrota.

—Iré por agua, y por hielo para la herida— Avisa. —Por favor, ya no bebas ¿Me lo prometes?

Sonríe ante su ingenuidad.

—Promesa.—Respondo sin dudarlo, y le extiendo mi meñique, Carlos abre los ojos a más no poder, incrédulo de que yo hubiera hecho eso, pero lo estrecha tembloroso.

Sale del estudio. Y escucho como corre hacia la cocina. Bebo de igual forma, y esta vez me acabe la botella. Débilmente, como si se trata de humano, me levanto de la silla, para ir por otra botella. Me oriento como puedo hasta el bar sin perder el equilibrio.

Escojo un vodka puro que me había dado una condesa vampira hace unos años.

—Que mala eres cumpliendo promesas—Regaña una voz conocida.

No volteo, solo voy por un vaso.

—¿Vienes a buscarme para ir al infierno juntas?—Digo ante la presencia en el balcón.

Crown Onyx [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora