CAPÍTULO 22, PARTE 2

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UNA HIBRIDA Y UN DEMONIO

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(El mismo día)

DIANA AYLEEN

Creo que tengo una clase de Deja Vu.

Jamás pensé volver a este infierno del que recuerdo tan poco. De hecho era irónico. Porque por la única razón que me permiten tener la ventana abierta es porque saben que no hay donde huir, es mejor estar resguardada en estas murallas, que en un bosque lleno de monstruos.

La escasa brisa alborotó las cortinas de la ventana, unas cortinas blancas y sucias, que cubrían la pequeña y estrecha abertura que tenía la osadía de llamarse ventana. Cerré los ojos, sintiendo el agresivo calor del sol mañanero, aquí, dentro del límite, su potencia se magnificaba, causando sequías.

Pero aquí adentro, el frío era insoportable. Solté un suspiro que empañó el vidrio. Podía ver casas abandonadas y en ruinas a lo lejos. No sé qué parte del límite era este, pero sé que aquello fue un pueblo de la alianza.

Apreté los extremos de mi vestido con los puños al escuchar ese estruendoso aullido de un híbrido salvaje en el bosque, era tanta la fuerza, que podía sentirlo a mi lado. Al no oírlo más, relaje mis hombros, y junte mis manos frente a mí.

El collar que Zept hizo para mí, para evitar la hipnosis, se lució ante un rayo de sol en las palmas de mis manos y sonreí, sintiendo su presencia, como al aullido del híbrido, muy cerca.

Solo debía conformarme con que estaba a salvo.

—Mamá— un suspiro cruzó fugazmente encima de mi oreja, dando un sobresalto nervioso.

Un reflejo borroso en la ventana empañaron mis ojos, sintiendo miedo. Fue tan efímero que no pude distinguir su rostro, y apenas volteé, no había nadie en el cuarto. No tuve tiempo de pensar en eso, porque la puerta se abre, después de casi 12 horas cerrada.

Mar, una mujer humana, delgada y con una tez pálida entra a la habitación con algo en sus manos. Una marca de colmillos nueva en su cuello me aprieta el corazón.

—Buenos días, señorita Diana— Saluda con una opaca sonrisa.

—Hola, Mar—Solté.

—Es un vestido, debe ponerselo hoy para el almuerzo con la señora.

La señora. Siempre la llamaba de esa forma, pero jamás decía su nombre.

—Está bien—Respondí, ella da una vuelta para irse— Mar.

Ella volteó a mirarme, era joven, pero sus ojos estaban sin vida. Quien hipnotiza podía ser muy cruel, quitarle el poder de decidir a una persona no debería llamarse don. Pero conozco una vampira que usa ese poder, para que los idiotas dejen de serlo, y para conseguir cosas gratis.

—Ven—Había comprendido que obedece órdenes de quien sea. Ella dejó que acomodara su cabello castaño a un lado— Siempre debes tenerlo contigo, no lo pierdas, y ocultalo debajo del uniforme, por favor.

Ella frunció el ceño, mirando el collar en su cuello.

—¿Qué piedra es?—Pregunta con curiosidad.

—Un poco de muchas, pero principalmente black onyx. Esto evitará que te hipnoticen, Mar, debes escapar cuando vayas al pueblo por comida.

Ella parecía no entender, pero aun así, asintió otra vez.

Crown Onyx [2]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum