CAPÍTULO 30

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EL PLAN

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Lyon, Francia.

12 pm.

DIANA ¿AYLEEN?

Al abrir la puerta de la tienda, una campanita suena arriba de mi, avisando de un nuevo cliente.

El lugar está vacío, y al parecer el encargado, quien estaba comiendo un sándwich mientras miraba la televisión y fingía trabajar en el cajero, no se dio cuenta de mi presencia, porque bebió un sorbo de su malteada de "fresas" con indiferencia.

Camino por los pasillos, tarareando la canción que sonaba de fondo. Cogí una caja de chocolates, una botella de tequila y unos chicles de menta. Al dar media vuelta al pasillo de los recuerdos y chucherías inservibles para los turistas, un aparador de gafas de sol llama poderosamente mi atención.

Me pruebo un par de ellas, unas rojas, amarillas, blancas, viéndome al pequeño espejo. Observe con fascinación unas gafas con el marco verde esmeralda y las lentillas negras.

—Ven con mamá—susurre, colocándolas en mi rostro.

Me repasé en el espejo, y por unos segundos, no me reconocí. Me deshice de los molestos rulos, ahora mi cabello era completamente lacio y de un rojo fuego, que llegaba hasta mis caderas. Las facciones dulces desaparecieron, y poco a poco la estúpida Diana Ayleen me abandonaba.

El chico, tal vez de unos 20 años, con el cabello largo y una gorra roja con el logo de la tienda, despega una mirada aburrida del televisor cuando dejé las cosas en la barra, aun lado de la caja registradora.

Analiza la botella de tequila y las gafas en mi rostro, con seriedad. Suelta su malteada, y suspira con pereza, frunciendo los labios.

—No puedo venderle alcohol a menores de edad—Espeta, con un tono somnoliento, sin duda llevaba un turno extenso, digo, por su cara de culo.

¿Es broma? ¿Otra vez?

—Tengo 24 años, imbécil —Mascullo con lentitud, porque me parece que no estaba en sus cinco sentidos.

Alza una ceja y me repasa otra vez.

—Muéstrame tu identificación.

—¿Es en serio?

—Es la ley—Se encoge de hombros.

Hasta parecen hermanos.

Arrugo mi nariz con molestia, bajo la mirada a su malteada y luego a él. Relamo mis labios y subo las gafas a mi cabeza, para que pueda ver mis ojos.

—Me gusta el sabor fresa, pero siento que es muy suave, ya sabes... necesita ese ingrediente sorpresa. —Se tensa. — O negativo fue una buena elección ¿A que abuelita de la morgue le quitaste el corazón para hacerte tu sándwich, híbrido?

Pasa la lengua por sus colmillos y asiente con diversión.

—Diana, supongo. Jules me advirtió lo engañosamente inofensiva que puedes lucir. —Me encogí de hombros. —Como un osito cariñosito con sables en vez de manos.

Borre mi sonrisa con facilidad.

—Dame lo que necesito—Ordene. —Soy una chica impaciente.

Rueda los ojos. Saca de un cajón a su lado, una tarjeta plateada.

Crown Onyx [2]Where stories live. Discover now