CAPÍTULO 24

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HAYES

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DIANA AYLEEN

Veinte minutos antes.

El híbrido rio, mientras choca su vaso de Whisky con el de Adam, celebrando su victoria. Giselle bebe un poco de su quinta copa de lo que parecía ser vino, solo viéndolos jugar a ellos.

Eran más de veinte nocturnos los que había contado en la vieja mansión, el olor a sangre comenzaba a marearme, no estaban interesados en limpiar su rastro, y los cuerpos licántropos se descomponían en los pasillos.

Algunos descansaban en los sillones, y los otros daban vueltas a la casa, haciendo guardia.

Era el turno del quinto híbrido en tirar, tomó un dardo de plata, y se posicionó en medio de la sala. Los omegas, mujer y hombre, cerraron los ojos, sabiendo que no fallaría. Y lo lanzó.

La hipnosis de Giselle no me permitió alejar la mirada de ellos, así que vi como el dardo se inserta en la frente del chico, al mismo tiempo que cae al suelo, muerto. Al ser una pareja, almas gemelas, a los segundos, la chica cae junto a él.

Trague en seco, y pude cerrar los ojos por fin, una lágrima se deslizó por mi mejilla. Adara recoge los cuerpos, los lleva a un lugar de la casa, para luego volver y estar inmóvil en una esquina. Cruzamos miradas, el brillo en su mirada me causó un escalofrío, ella también lloraba.

—¡Buu!—Exclamó un nocturno— Se acabó la diversión.

—Tranquilos—Musitó Adam.— ¿Todavía nos quedan vampiros, no?

Volteó a ver a Giselle.

—No, son para mañana, nos debemos mantener fuertes—Masculló.

Adara me mira, y hace una seña para que bajara la cabeza. Rápidamente la obedecí, y mire mis pies. Mi corazón comenzó a latir con fuerza al sentir su mirada en mí.

—Pero tenemos una nueva adquisición- Habló ella, mordí mi labio—La luna suprema.

Comenzó un estadillo de murmullo entre los nocturnos con las palabras de Giselle, unos me miraban con curiosidad y fascinación, pero otros tensaron su mirada con odio. Pase saliva, pero hice una mueca de dolor al sentir mi garganta seca. Levante ligeramente mi cabeza, y mire por el rabillo de mi ojo a Adam.

—¿Qué dices, Adam?— Cuestiona Giselle.

No le molestó la idea.

—Por qué no—Suelta encogiéndose de hombros, antes de caminar hacia mí, bebe un sorbo de su whisky y tira el vaso en la mesa.

Tomó mi brazo, y me estrelló en la pared frente a Giselle. Temía que diera una orden, porque la hipnosis de la híbrida, le da dominio completo a Adam para que hiciera lo que él quiera conmigo.

"Sus órdenes, ahora son ley, harás todo lo que él dictamine" esas fueron sus palabras.

No dijo nada.

—Vladimir, tu turno.

Un nocturno de tez blanca y ojos grises toma unos dardos de la mesa, tres en total, y juega con ellos entre sus dedos. Detiene su juego al estar frente a mí, y remoja sus labios, con deseo. Mi corazón latía a mil, era tan extraño, tenía intenciones de hacerme querer huir a costa de la hipnosis, mis pies estaban inquietos y Giselle lo notó.

Crown Onyx [2]Where stories live. Discover now