CAPÍTULO 28

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EL ÚLTIMO DÍA

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DIANA AYLEEN 

Observo el techo de la habitación mientras escucho mi corazón, latir despacio y calmado.

La cama era cómoda. Pero no quería dormir, debía contar las horas y los minutos, habían pasado cuatro horas de que ella me dejaron aquí. El vacío en el pecho no me asusto, de hecho, creo que ya nada causaba algo significativo en mí.

Suelto un suspiro casi en automático.

El estómago me pide algo de comer, pero con facilidad reprimo esa necesidad. Los pasos en el pasillo me hacen levantarme de la cama sin prisa. La puerta se abre, y eso me hace fruncir el ceño, porque nunca la cerró.

No esperaba que sería tan fácil escapar. La veo entrar en completo silencio, en sus manos traía una bandeja con el desayuno, jugo de naranja y tostadas.

Levanté la mirada, conectando violentamente con su mirada verdosa. 

 —Me mataste— Le dije a secas. 

Tensó sus músculos. Se notaba que el arrepentimiento y la culpa la estaban consumiendo.

 No la subestimes. A ella, jamás. 

 Cállate, Eckvan, que por tu culpa estamos aquí.

 —Traidora— Masculle. — Siempre supe que no me convenías, por eso elegí a Jessica. 

 Bajó la cabeza, y sonreí por inercia. 

 —No quiero nada más de ti, Amina—Proseguí, dando un paso adelante con cautela para que no lo oyera. Divise la puerta y luego a ella. — Jamás sentí algo por ti, y sinceramente, muérete de una vez, no me importa... 

 Me abalanzo contra la puerta en cosas de segundos gracias a mi lado demoníaco, y saboreé la libertad en un corto instante. Entonces choque bruscamente con lo que parecía ser una barrera invisible que impedía mi huida.

Escuchó su risa burlona a mis espaldas. Mordí mi lengua, sintiendo mi corazón hervir de rabia.

 —Maldita—Maldigo. 

 Doy un giro en mis talones, y la enfrento.

 —¡Uf! Estoy lastimada, en serio y yo que estaba dispuesta a ser seducida primero, pero decidiste ir directo al plato fuerte— Se burló, con una sonrisa. Para luego, hacer una pésima imitación de mi voz— Elegí a Jessica. Muérete. No me importa. Jamás sentí algo por ti... Eso sí, fue un golpe bajo, Diana Ayleen... 

Intento atacarla, pero sorpresivamente, reacciona más rápido. Terminamos acostadas en la cama, ella sosteniendo mis muñecas sobre mi cabeza con una mano y la otra sobre mi muslo derecho, posicionándola en su cadera, evitando que me mueva.

Me obligó a mirarla, y me sentí impotente al no poder controlar mi respiración agitada.

 —Tienes enfrente a alguien con cien años de experiencia. Por favor, Diana, te veo venir—Exclamó con su estúpida y arrogante sonrisa.—Pero tengo curiosidad, ¿Cómo ibas a atacarme? Porque una mordida tuya en mi cuello suena tan candente como mortal. 

 —¡Suéltame!—Le ordeno. Estoy tan asfixiada que no podía siquiera pensar en teletransportarme.

 —¿Vas a comportarte?—Pregunta enojada. 

Crown Onyx [2]Where stories live. Discover now