Había pasado un mes desde que volví a ver a Eren luego de eso no lo vi durante aquel mes por mi trabajo donde comenzó aumentar cada vez más, por lo que mis padres eran los cuales recogían a Einar del jardín cosa que les agradecía ya que así no veía a Eren seguido y podía terminar rápido el trabajo para pasar el resto del día con mi hijo.
No hace mucho tal vez unos tres días Eren se contacto conmigo donde quería que nos juntemos en una cafetería, aunque le explique que estaba ocupada insistió en donde tuve que aceptar.
Hoy me iba a encontrar con él a las tres en punto en una cafetería a unas pocas cuadras del jardín donde estaban ambos hijos de nosotros.
Estaba manejando para donde me había citado Eren ya que él quería que habláramos aunque sea una vez lo cual acepte para que me pudiera dejar tranquila donde había mi celular sonó cuando había llegado al lugar acordado.
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Estacione mi auto en donde me comencé acercar a la puerta para poder entrar donde cruce miradas con aquel oji esmeraldas por la ventana donde noté que tenía unas margaritas a un costado de la mesa, continué caminando donde entre aquel lugar para dirigirme donde estaba sentado Eren.
— Hola Jaeger. — dejé mis cartera a un lado.
— Hola ______. — me dio una ligera sonrisa.
Después de toser saludarnos Eren había llamado al mesero para que pidiera la orden por si queríamos pedir algo donde solo pedí un café y Eren un batido de Mango.
— Veo que te has vuelto más responsable. — solté sin más al ver como tenía una hija bien preciosa.
— Si he madurado ya no soy la misma escoria que antes. — bajo la mirada.
Sabía que recordaba lo de hace tres años y como no si fue en pleno acto, además si pasaran diez o más años él siempre se iba a sentir culpable, por ver como me había perdido sabía su intención sobre esta conversación ver cómo tenía un hijo y era feliz, sabía que él no me quería ver con un anillo de diamantes que no fuera el que él me regale, lo conocía bastante bien a mi parecer solo se había vuelto más responsable.
— Te queda bien tu nuevo estilo, tu cabello largo hace que te veas bien. — deje de mirar a Eren al cruzar miradas.
— Si, me lo deje crecer cuando Kaira tenía unos tres meses para ir practicando. — sonrió.
Le di una ligera sonrisa imaginándome al imaginarme como Eren se vería practicando con su propio cabello al hacer trenzar o otro peinado.
— ¿Y cómo está la mamá de Kaira? — pregunte curiosa.
No me fijé en la pregunta que había hecho, pero tenía duda, ya que Kaira se le veía triste cuando miraba al resto de las madres, es como si ella también quisiera que su madre la venga a buscar.
