𝑫𝒐𝒔: 𝑯𝒖̈𝒓𝒓𝒆𝒎.

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¿En que momento todo se volvió una tortura para mí?

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¿En que momento todo se volvió una tortura para mí?

Sentía mi cuerpo a flor de piel y las ganas de llorar por horas no me abandonaban. Lo que antes amaba ahora era solo una obligación, visitar al Sultán se volvió algo tan tortuoso que evitaba verlo, solo si él pedía por mi yo tenía que ir pero nada más. Quizá fue desde el día en que mi mirada se conectó con la de esa mujer que por tradición del Harem debía ser mi mayor enemiga, más ahora que tenía un príncipe y era la favorita de su majestad.

Ella, la primera esposa de ese hombre tan poderoso me estaba volviendo loca y si bien siempre que nos veíamos no podíamos evitar soltar comentarios venenosos, tampoco podía evitar mirarla con intensidad, sin dudas Mahidevran era muy hermosa; su cabello negro, sus labios, sus ojos, su nariz, su rostro delgado... Ella es una hermosa mujer y cuando la veo no puedo evitar pensar como ese hombre pudo hacerla dejado en el olvido.

Sí bien yo sé lo hermosa que soy, al lado de ella me vuelvo nada, quizá sea porque ante mis ojos ella es la mujer más hermosa de este palacio pero mi belleza siempre se veía opacada cuando ella estaba cerca de mi, por lo menos para mí era así.

Mientras escuchaba como la madre Sultana hablaba con Hatice sobre telas y cosas del Harem yo solo comía algunos bocadillos, de vez en cuando la miraba de reojo, su cabeza estaba gacha y su mirar en un plato de galletas intacto, se veía triste y un sabor amargo invadió mi boca al darme cuenta de eso, Mahidevran era un mujer con una facilidad increíble para llorar, era cosa de decir una sola palabra y sus ojos se llevaban de lágrimas, una parte de mi le dolía saber que yo era quien más causó sus dolores.

Muchas veces quise ser amigable con ella, quería ser su amiga... ¿Pero cómo puedes ser amiga de la mujer que te quitó al hombre que amas? Es imposible. Salí de mis pensamientos cuando dos pequeñas manos tomaron mi rostro, mi mirada se conectó con la de Mustafa. Éste me miraba con cariño y besó mi mejilla haciéndome sonreír.

-Sultana Hürrem- dijo con felicidad- linda- susurró mirándome, aún estaba aprendiendo hablar bien pero eso no evitaba que mi corazón se derritiera al ver a ese pequeño niño.

- Príncipe- lo saludé feliz al verlo, él era lo más cercano de ella que tenía en mi vida. Mustafa se había aferrado a mi desde muy pequeño, cuando llegué a este Palacio y él me conoció se agarró de mi pierna y no me soltó en todo un día, la madre Sultana estaba sorprendida por eso ya que me veían como una intrusa pero ese niño me veía como una persona de confianza y eso me hacía muy feliz.

-¿Mi hermano Mehmed...?- preguntó mirando hacia todos lados e hizo un leve puchero al no verlo.

-Esta en los aposentos durmiendo, ¿Deseas ir a verlo? Podemos ir- dije acariciando su mejilla.

-¡Sí!- saltó feliz y se acercó a la madre Sultana para despedirse al igual que con Hatice, yo me levanté junto con Mahidevran así que supuse que ella vendría con nosotros, y no me podía quejar ni deseaba hacerlo.

Mis manos empezaron a temblar ligeramente al saber que ella estaría cerca de mi, no quería discutir más, solo la quería cerca y ver su sonrisa pero era como si algo se apagará dentro de ella cuando está cerca de mi, que el solo hecho de sonreír era prohibido. Hicimos una reverencia hacia la madre y Hatice, ésta última también se levantó, tomó la mano de Mustafa y se despidió de su madre, al parecer estaba tan concentrada en pensar en Mahidevran que ni siquiera la escuché decir que vendría con nosotros a mis aposentos.

Caminamos en silencio mientras veíamos a Mustafa correr y saltar por todos lados, Hatice rodeó mi brazo con el suyo y yo la miré, nos sonreímos con complicidad. Ella me había confesado su amor por Ibrahim, pero también me había dicho que ante la llegada inesperada de una persona sus sentimientos hacia ese hombre estaban confusos porque no dejaba de pensar en aquella persona.

No quise tomarlo como una declaración porque yo no soy idiota como para no notar sus miradas hacia mi, además que mis ojos estaban puestos juntamente en la persona que más me odiaba en este lugar, Mahidevran, la cual solo nos miraba con seriedad, miraba nuestros brazos y luego nuestras sonrisas, rodó los ojos y siguió caminando. Quise soltarme para evitar malos entendidos pero Hatice estaba aferrada a mi así que solo cuando llegamos a mis aposentos me soltó para que pudiese cargar a mi hijo, acaricié su mejilla y besé su frente.

Mi hermoso Mehmed, ese angelito que me daba felicidad en mis días más oscuros. Abrió sus ojitos mientras se estiraba entre mis brazos alzando los suyos mientras apretaba sus puñitos para luego abrir sus manos. No podía dejar de mirarlo, era tan hermoso que dolía y mi corazón se llenaba de dicha al saber que ese hermoso ser era mío.

Me senté junto a Hatice mientras qué Mahidevran se quedó de pie mirándome fijamente logrando ponerme incómoda. Su mirar era profunda y fría hasta el punto que tuve qué alejarme de Hatice.

¿Estaba celosa? No, Claro que no. Esa idea era una locura, era imposible qué ella estuviese celosa ¿por qué lo estaría?

 Esa idea era una locura, era imposible qué ella estuviese celosa ¿por qué lo estaría?

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𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now