𝑄𝑢𝑖𝑛𝑐𝑒: 𝑀𝑎𝒉𝑖𝑑𝑒𝑣𝑟𝑎𝑛.

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  ¿Dónde estoy? Fue lo primero que pasó por mi cabeza cuándo abrí los ojos

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  ¿Dónde estoy? Fue lo primero que pasó por mi cabeza cuándo abrí los ojos. Estos no eran los aposentos de Süleyman, ni los de Hürrem, tampoco los míos... ¿Dónde estoy?

Sentía un dolor punzante en el pecho, estaba mareada y mis ganas de llorar incrementaban mientras más miraba todo a mi alrededor, el lugar estaba totalmente ordenado, limpio y con luz, pero ante mi visión solo veía una celda oscura y fría. Cuando miré hacia la puerta vi a Gülsa entrar, su semblante era triste y caminó hacia mi, no quería escuchar sus preguntas, solo necesitaba respuestas así que antes de que ella pudiese abrir la boca lancé mi primera pregunta:

— ¿Dónde estoy...?

— Sultana...- susurró algo nerviosa mirando hacia los lados- estamos en el Palacio de la Sultana Hatice.

Apreté las sábanas con mis manos y sentí mis ojos arder.

— ¿Mustafá? Mis niños...- murmuré recordando mi promesa.

— Él está bien Sultana, sé quedó en el Palacio junto a su majestad y la madre Sultana.

No, mi hijo no estaría bien junto a él. Me levanté sintiendo un mareo increíblemente fuerte. Me aferré a los brazos de Gülsa cuando ella me sujeto evitando otro accidente entonces abrí los ojos sorprendida.

— Hürrem...- miré a mis lados- ¡Hürrem!- me solté y corrí a la entrada, abrí las puertas y corrí, lo hice hasta salir de ese Palacio donde me encontré con varios guardias e Ibrahim.

— Sultana- hizo una pequeña reverencia, su mirada se veía triste, tenía una herida en el pómulo izquierdo y su labio inferior había un moretón.

— ¿Dónde está Hürrem?- me acerqué a él- habla Ibrahim, dónde está ella... Dime dónde esta por favor

— Ella está en el Palacio, su majestad no le tiene permitido salir de sus aposentos... Es su castigo por su infidelidad.

Cerré los ojos con fuerza sintiéndome repetidamente mareada, sentía su dolor y eso me estaba atormentando. Estaba sola junto a todas esas personas, junto a ese bastardo.

— Lo mataré Ibrahim, lo mataré...- susurré- si vuelve a lastimarla lo mataré.

Y una vez más caí en brazos de la inconsciencia cayendo al suelo mientras a lo lejos escuchaba el grito de Ibrahim pidiendo que llamaran a la doctora.


[🌷🥀]

Mi mirada estaba fija en esa pared blanca, escuchaba la voz de Hatice a lo  lejos pero realmente no le prestaba atención. Solo podía preguntarme a mi misma como lo haría para volver a su lado sin perder la cabeza y llevarme arrastras a mi pequeño Mustafá. Matar a Süleyman no sería favorable ahora mismo, mi hijo es muy pequeño para ascender al trono y tampoco tenía el corazón como para seguir aquella ley que ordenaba que Mustafá debía matar a su hermano al volverse el Sultán.

Mi corazón latía con fuerza, seguía sin probar bocado aún cuando la doctora dijo que mis desmayos eran debidos a mi mala alimentación y las fuertes emociones que llevaba sintiendo. Todo esto me estaba enfermando y solo quería llorar pero no lo haría teniendo a Hatice en la misma habitación que estaba prisionera para que se burlará de mi porqué desde ahora estaría lejos de Hürrem.

Tenía ganas de decirle que no importaba que hicieran, esa mujer era mía y yo de ella, nuestros corazones son solo uno, nosotras solo podíamos amarnos y amar a nuestros hijos, todo lo demás era innecesario en nuestras vidas. Esa mujer solo quería hacerme daño con sus palabras pero lo único que lograba era darme fuerzas para seguir ideando el plan perfecto para derrocar a ese maldito y llevarme de paso también a todos los que me estorban en el camino.

Hatice me estorba.

Ibrahim me había advertido que no dijera mis planes en voz alta o todo eso me llevaría a la horca si alguien me escuchaba, él no diría nada ya que había prometido tiempo atrás lealtad hacia mi y mí hijo, además en su mirada había tristeza y sed de venganza, la misma que tenía yo.

Hürrem, Ibrahim y yo sabíamos que si Süleyman seguía vivo nos llevaría a la muerte, y por mucho que el Pasha amase a el Sultán sus acciones estaban haciendo que cualquier pequeño rastro de amor se evaporará volviéndose en odio y anhelo de poder para lograr vivir en paz.

Una bofetada me volvió a la realidad y sentí el sabor del hierro en mi boca, la miré sorprendida y estuve a nada de saltar sobre ella para arrancarles los dientes a golpes pero me contuve apretando los puños.

— ¡Quién te crees que eres para ignorarme!

Oh vamos, ni que tuvieras algo inteligente que decir Hatice, ya cállate.

— ¿Quién soy...?- susurré- no sé quien soy.

Me encogí de hombros mirándola, su mirada mostraba el odio que sentía por mi, los celos y la rabia se reflejaban en ese brillo tan particular que tenía su mirar pero no provocó nada en mi, bueno... Sí, unas enormes ganas de reírme. Había ganado sin siquiera pelear alguna batalla, ella siendo una Sultana no había logrado lo que yo sí siendo una simple "esclava". Tenía el amor de la mujer que ella amaba y eso me hacía querer reírme, ser feliz y danzar a su alrededor burlándome de su dolor como ellos se burlaban de nosotras al separarnos creyendo que alejándonos dejaríamos de amarnos.

— Yo te diré quién ere-

— ¿Una simple esclava?- la interrumpí- ¿Una criada sin voz ni voto? ¿Una favorita olvidada?

— No eres nadie Mahidevran, no eres más que una simple mujer que debe seguir mis órdenes, eres un simple costal de huesos y carne que debe obedecer....

Sus palabras me hirieron pero sonreí mirándola directamente a los ojos.

— Le faltó algo Sultana...

— ¿Qué...?

— Soy la mujer que ganó el corazón de la Sultana que usted ama, soy la mujer que acarició su alma y la hizo suya, esa Sultana es mía y eso usted jamás lo podrá cambiar, aunque me mate ahora mismo yo no dejaré de estar en el corazón de ella...

Mi voz fue silenciada por otra bofetada, me reí dejando que la sangre se escapara por las comisuras de mis labios.

— ¿Duele la verdad no es así Sultana? Una simple criada logró lo que una gran Sultana no, entrar en el corazón de Hürrem y poder decir tranquilamente que ella es mía y yo suya, eso soy Sultana, da igual cual título me dé usted, yo solo soy Mahidevran, el gran amor de la Sultana Hürrem.

  Y entiendí que sería una noche larga cuando volvió a levantar su mano pero no hice nada mas que sonreír aceptando mi destino mientras le rogaba a Allah un poco de fuerzas para poder salir de aquí con vida y volver a los brazos de mi amada.

  Y entiendí que sería una noche larga cuando volvió a levantar su mano pero no hice nada mas que sonreír aceptando mi destino mientras le rogaba a Allah un poco de fuerzas para poder salir de aquí con vida y volver a los brazos de mi amada

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𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now