𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐: 𝑯𝒖̈𝒓𝒓𝒆𝒎

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-Ya deja de marterizarte Mahidevran- me quejé al verla caminar de un lado a otro con los ojos llorosos- si sigues así harás un hoyo en el suelo- me dejé caer sobre la cama y suspiré

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-Ya deja de marterizarte Mahidevran- me quejé al verla caminar de un lado a otro con los ojos llorosos- si sigues así harás un hoyo en el suelo- me dejé caer sobre la cama y suspiré.

-¿Cómo puedes estar tan calmada? Nuestros hijos están...

-Con su abuela y su tía, y tú estás conmigo encerrada en una habitación porque me empujaste sin ningún motivo- la miré y ella rodó los ojos- grosera- miré el techo y la oí reírse.

Rápidamente volví mi mirada hacia ella, la había hecho sonreír, mi pecho se infló de felicidad y me senté sobre la cama mirándola.

-Ya siéntate Mahidevran, en serio harás un hoyo y de seguro me culparan a mi por eso- abracé mis piernas una vez más y dejé mi mentón sobre mis rodillas. Ella hizo una mueca mientras se dejaba caer sobre la cama y suspiró.

-¿Por qué te culparían a ti?- preguntó y sonreí algo burlona mientras miraba la pared.

-Bueno, digamos que en este palacio todos me culpa de cualquier cosa. De embrujar a su majestad, de traer tristeza y calamidades, de romper normas y costumbres del Harem. Ser diferente por mi cabello... Pueden tropezarse con una roca y será mi culpa, al final aunque yo no haga nada siempre me culparan a mi, no creas que no me doy cuenta de que la madre Sultana te protege...

La miré unos segundos y pude ver la lástima en sus ojos, odiaba eso, odiaba que la gente me mirara con lástima, prefería mil veces que me miraran con odio. Gruñí, ella al parecer lo notó porque dejó de mirarme, sus mejillas estaban rojas y la vi sonreír, quería decir algo al parecer pero no se atrevía hacerlo así que gateé hasta estar al borde de la cama y me senté a un extremo un tanto alejada de ella.

-¿Qué quieres decir?- pregunté sin más y ella me miró un tanto sorprendida al ver que yo note su deseo por mencionar algo.

-Bueno es que...- susurró- a mi me gusta tu cabello- me miró- es lindo, es brillante y hace que tu piel pálida resalte.

Mi corazón...

Mi corazón empezó a latir con fuerza en mi pecho, tanto que temí que saliera de este y cayera en las manos de ella. Una sonrisa creció en mi rostro porque me era difícil pensar con claridad teniéndola delante de mí. Suleimán había perdido de vista a una mujer realmente hermosa y sin darse cuenta me empezó a mirar a mi mientras que yo solo podía observarla a ella.

-A mí también me gusta tu cabello...- susurré y miré hacia adelante evitando que viese mis mejillas sonrojadas- sobre todo cuando está lacio, es lindo...

¿En qué momento empezamos a decir que nos gusta de la otra? No lo sé, pero me da miedo que el tema siga porque a mí me gusta absolutamente todo de ella y lo que menos deseo es quedar en evidencia delante de ella, no quería darle otro motivo para odiarme o que se burlara de mi. Las dos somos Sultanas, dos sultanas con ese título solo por darle al mundo dos príncipes, dos hermosos príncipes que en un futuro tendrían que luchar por un trono y su vida.

Mis ojos estaban fijos en un jarrón de cristal, uno donde habían rosas y sonreí de lado. Siempre me han gustado esas flores, son realmente hermosas, su aroma es delicioso y son tan suaves... Pero sus espinas, sus espinas son dañinas. Por mucho tiempo me he comparado con rosas, yo también tengo espinas y siempre las dejo a la vista cuando alguien quiere hacerme daño. Intento protegerme, a mi y a mi hijo, en este palacio no me quieren, pero seguiré luchando para estar siempre junto a mi pequeño Mehmed.

>> Un par de horas después apareció Sümbül Ağa, el cual nos sacó de este lugar y nos llevaron a los baños. Ya era de día una vez más, nos bañamos en silencio, solo estábamos las dos solas de nuevo.

Era extraño, si bien no me molestaba su presencia si lograba ponerme nerviosa y el que se me cayera dos veces de las manos aquel recipiente con el cual sacaba el agua era el claro ejemplo ello. Ella me miraba un par de veces y podía notar su mirar en mi cuerpo y mi piel se erizaba ante aquello, pero me da miedo todo lo que estaba causando dentro de mi porque no era normal el que solo una mirada de ella logrará deshacerme por dentro, estaba a sus pies y creo que ella lo notó.

-Te falta ahí- apuntó con su mano un lado de mi espalda, intenté mirar por un segundo pero me fue imposible. Una vez más la escuché reír, quedé estática al ver como caminaba hacia mi con su recipiente en la mano, se ganó detrás de mí cuerpo y de pronto el agua cayó por mi cabeza hasta mis pies, temblé un poco y suspiré ante la sorpresa.

-Fría...- susurré.

-Ups... Saqué del agua helada, lo lamento- esa risita burlona volvió a aparecer haciéndome sonreír levemente, ahora agua tibia volvió a recorrer mi cuerpo y sus manos cayeron sobre mis hombros haciéndome temblar ante su tacto.

Esto debía ser solo mi imaginación, ella lo podía estar detrás de mí bañándome, no, tampoco tenía un motivo exacto para hacerme masaje pero hay estaba ella, masajeando mis hombros y mi cuello con cuidado, sus dedos rozaban mi piel y un pequeño gemido se escapó de mis labios cuando apretó un punto exacto en mi cuello, ella se detuvo y puedo apostar mi vida que sonrió, había logrado su objetivo, ahora sabía mi punto débil.

Estaba en mis aposentos terminando de arreglarme cuando Gül Ağa entró a mi habitación, hizo una reverencia y me informó que la madre Sultana me estaba esperando en el jardín privado junto a Suleimán. Suspiré cansada, apenas había dormido durante la noche y el masaje de Mahidevran había logrado relajarme por completo. Aún recuerdo la sonrisa burlona que llevaba en su rostro cuando salimos del baño, también de su reverencia y el como su escote se marcó ante aquello, yo le respondí su acto algo confusa y noté su mirada en mi pecho, pero quise ignorarlo.

No quería aceptar que una extraña tensión sexual había crecido entre las dos porque eso solo significaría que ella tiene sentimientos hacia mi, tal como yo los tengo hacia ella. Caminé en silencio por los pasillos del palacio, mi mente seguía vagando por aquellos recuerdos que solo me llevaban a Mahidevran, estaba tan metida en aquello que ni siquiera noté cuando Hatice apareció de la nada y agarró mi brazo entrelazandolo con el suyo, le dediqué una pequeña sonrisa y cambiamos hasta donde estaban todos esperándonos. Mahidevran ya estaba allí y la pequeña sonrisa que tenía en su rostro se borró al verme... Entonces si ella aún me odiaba, ¿Todo lo que había pasado eran solo alucinaciones mías?

Por Allah, me estoy volviendo loca.

 Por Allah, me estoy volviendo loca

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𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now