𝑁𝑢𝑒𝑣𝑒: 𝐻𝑢̈𝑟𝑟𝑒𝑚

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Huir, todo lo que pasa por mi mente ahora mismo era huir lejos del mundo pero sobre todo de mí misma, no podía tan siquiera pensar con claridad, no sabía que hacer ni podía mirar a los ojos a Süleyman

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Huir, todo lo que pasa por mi mente ahora mismo era huir lejos del mundo pero sobre todo de mí misma, no podía tan siquiera pensar con claridad, no sabía que hacer ni podía mirar a los ojos a Süleyman.

¿Cómo se supone que lo haría si hace tan poco estaba a nada de entregarme a otra persona? Eso era traición, me llevaría a la hoguera y terminaría sin cabeza, no podía permitirlo. Aunque tampoco fui capaz de culpar a Mahidevran, yo le seguí su juego de seducción, caí ante sus ojos y sus labios, saboree su veneno y casi toco el infierno con mis propios pies si no nos hubieran interrumpido. Pero tenía que ser sincera, mi alma anhelaba sus caricias y sentirla mia, pero eso sería muy egoísta... Ahora no solo era mi vida la que corría peligro sino que también la de mi hijo.

Me permití leer un par de libros, de pensar y mirar por la ventana a las aves que volaban por los cielos, recordando cuando era libre y corría por el bosque entre los árboles. Cuando llegaba a casa y me recibían los cálidos brazos de mi madre y la hermosa risa de mi pequeña hermana, y uno que otro regaño de mi padre porque había llegado tarde. Extrañaba mi vida, extrañaba mi libertad... Entonces mientras miraba a esas aves no podía evitar sentir celos ante su gran oportunidad de volar lejos de esas ataduras y amenazas ante no seguir las reglas, un ave no tenía miedo de volar alto y libre, sino de ser encerrado en una jaula y aunque está fuera de oro, nada cambia.

—¿Hürrem?- Süleyman entró y algo distraída me levanté e hice una reverencia.

— Süleyman - caminé hacia el y dejé que rodeará sus brazos en mi cuerpo intentando que su aroma borrará el que seguía rondando en mis recuerdos, debía dejar de pensar en Mahidevran o eso me llevaría a la ruina.

— Quería hablar contigo de algo importante - dijo mirándome y supe de inmediato de que deseaba hablar.

No, por favor.

Había estado evitando ese tema desde que lo vi, no deseaba indagar ni llegar al fondo del porque de aquello, no tenía derecho. Pero sabía que Süleyman deseaba de verdad explicarme algunas cosas y entendía perfectamente el porqué, sabía que él estaba entre la espada y pared en sus pensamientos, lo estaban torturando y la verdad... Lo entendía.

Enamorarse de una persona prohibida era algo realmente riesgoso, mayormente cuando eres un Sultán y si alguien se entera que tienes alguna debilidad en especial querrán usarla en tu contra. Suspiré algo cansada y me senté y con mi mano acaricié el lugar que estaba a mi lado para que él se sentará. Lo vi sonreír alzando una ceja ya que eso debía hacerlo él o quizá la madre Sultana pero ahora lo estaba haciendo yo, lo estaba guiando como si de un niño pequeño se tratase, miré mis manos y enfoqué mi mirada en ese hermoso anillo que me había dado ante su promesa de amor eterno, jugué un poco con él y lo miré.

— Lo que vist...-

— Sé lo que vi- susurré deteniéndolo, sabía que intentaría mentirme y no quería eso- Lo sé perfectamente Süleyman, pero no soy quién para juzgarte.

Mi voz era suave, lo miraba a los ojos notando como su mirada se cristalizaba, había encontrado su mayor secreto y ahora estaba en mis manos y aún así... No se me pasaba por la mente hacer algo que pudiese dañarlo.

—Lo amo- dijo con suavidad y una lágrima se escapó de su ojo rodando por su mejilla hasta perderse en esa fina capa de barba nueva que le estaba saliendo y entonces noté sus ojeras, no había estado durmiendo bien y eso me preocupo.

Mi mano acaricio su rostro y mis dedos limpiaron ese fino rastro que dejó su lágrima, sonreí y asentí- lo sé Süleyman, lo sé... Pero yo te quiero demasiado como para hacer algo que pudiera dañarte- me acerqué y junte nuestras frentes manteniendo mi mirada conectada a la de él- y yo sé que sabes mi secreto... Pero no quieres aceptarlo, porque hacerlo conllevaría a que mi cabeza rodara y junto a ella la de nuestro hijo- susurré y él cerró los ojos con fuerza.

Nunca lo había visto así, él siempre había sido fuerte y duro. Era difícil que alguien pudiera verlo así de frágil pero ahora estaba ahí, delante de mi dejando que sus lágrimas mojaran sus mejillas y nuestras manos que ahora estaban entrelazadas, vaya que quería este hombre pero él y yo sabíamos que mi corazón ahora no latía por él y yo sabía perfectamente que el suyo no latía por mí.

—Eres el sultán del mundo Süleyman, eres libre de amar a quien tú quieras, sabemos que esto es un pecado pero es un secreto que solo nosotros tres sabemos, y aunque Ibrahim jamás ha sido alguien muy preciado para mí puedes estar seguro que de mi boca jamás saldrá lo que vi, porque para mí lo más importante siempre será la felicidad de las personas que amo y tú eres una de ellas.

Él no tardó en abrazarme, lo escuchaba sollozar sobre mi pecho. Sabía perfectamente que durante años había escondido sus sentimientos y ahora estaba dejándolos salir, me sentía honrada de ser esa persona que ahora le estaba ofreciendo su hombro para que llorará y soltara todo eso que siempre escondió de todas esas personas que podrían hacerle daño a él y a su amado.

Y aún recuerdo perfectamente su mirada llena de terror cuando los encontré, fue una de las noches cuando Mahidevran aún estaba dormida yo necesitaba llorar y la única persona que me permitía hacerlo sin juzgarme era Süleyman y necesitaba sus abrazos y palabras de aliento. Caminé por los pasillos reteniendo mis lágrimas hasta que llegué a esos aposentos, los guardias sabían que podía entrar y salir cuando quisiera ya que era una orden de su majestad. Yo caminé por ese corto pasillo que llevaba a la puerta principal de aquella habitación y la abrió uno de los guardias, entré y me quedé congelada mirando aquella escena.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, no sabía si eran celos o tristeza, quizá era alivio pero no quería aceptar esa última opción, se suponía que en ese momento lo amaba pero vamos... Estaba llendo a llorar a los brazos de Süleyman porque extrañaba la mirada de otra persona, la risa y la voz de otra persona, ¿En serio lo amaba?

Ibrahim estaba sentado sobre aquella mesa donde Süleyman creaba sus joyas, entre sus piernas estaba él, el gran sultán, cuando oyeron la puerta abrirse rápidamente se alejaron pero sus labios estaban hinchados y rojos, al igual que sus mejillas. Los ojos de Süleyman se llenaron de lágrimas y caminó rápidamente hacia mi pero yo di unos pasos hacia atrás chocando contra la puerta cerrada.

—Hürrem...- dijo mientras intentaba llegar a mi pero yo seguía en shock e intenté alejarlo, él en cambio siguió tratando agarrarme y me detuve en seco cuando escuché su sollozo.

Abrí los ojos volviendo a la realidad, no podía permitir que alguien más se entera de ese secreto pues su vida se vería en peligro, estaba yendo contra las normas y leyes creadas por sus antepasados. ¿Amor entre personas de su mismo género? ¿dos mujeres enamoradas? Y ahora... ¿Dos hombres enamorados? Y no cualquier hombre sino que uno de ellos era nada más y nada menos que el gran Süleyman, el sultán del mundo.

Pero ahora los dos estábamos caminando por una cuerda floja dónde los dos estábamos en peligro y cualquiera que se cayera se llevaría al otro arrastras y entre ellos un par de seres inocentes.

Pero ahora los dos estábamos caminando por una cuerda floja dónde los dos estábamos en peligro y cualquiera que se cayera se llevaría al otro arrastras y entre ellos un par de seres inocentes

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𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now