𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑣𝑒𝑖𝑛𝑡𝑒

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Los gritos de alegría en el palacio retumbaban con fuerza contra las paredes, hace unos minutos acababan de dar la noticia que el Sultán estaba mejor

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Los gritos de alegría en el palacio retumbaban con fuerza contra las paredes, hace unos minutos acababan de dar la noticia que el Sultán estaba mejor. Todos celebraban, bueno, menos dos personas que se miraban entre sí.

Hürrem e Ibrahim.

La Sultana entró a los aposentos de Süleyman con las piernas temblorosas, no deseaba estar ahí pero debía hacerlo. Ignoró por completo la mirada penetrante de Mahidevran sobre ella, buscaba con intensidad que sus ojos se conectaran pero la pelirroja jamás alzó la cabeza. Se ganó en su lugar rodeando la cama, esa cama donde fue ultrajada más veces de las que a ella odiaba aceptar.

- Hürrem... Mi hermosa Hürrem- el Sultán tomó su mano sintiéndola temblar levemente, su mandíbula tiritaba ante su llanto contenido- estoy contigo una vez más, amor mío.

Y no pudo soportarlo más, un sollozo se escapó de su boca soltandose sin cuidado de agarre fuerte de Süleyman. Caminó lejos de él saliendo a la terraza buscando el aire que le faltaba, odiaba su voz, él debía estar muerto maldita sea.

Tal como sé lo había dicho a Mahidevran, lo dejó vivir. Ibrahim dejó de darle veneno en las noches por una semana completa y poco a poco el Sultán mejoró. Su infierno volvió y sabía que le tocaría arder una vez más en las llamas de la agonía y desesperación, sollozó dejando que sus lágrimas mojaran sus mejillas y cuello. Se sentía tan sola, sabía que Ibrahim no podía venir detrás de ella porque sería peligroso así que solo pudo quedarse en su lugar mientras miraba al que en algún momento fue el hombre que más amó en su vida. La que sí salió detrás de ella fue Hatice, tocó su hombro y Hürrem la miró, rápidamente secó sus lágrimas y se alejó.

- Sultana...

- Lo que te dije hace unos días era verdad Hürrem, de verdad lo siento por todo lo que te hice cegada por mi obsesión contigo... Sé que nada cambia todo el daño que ocasioné pero si ahora esta en mis manos te protegeré a ti y a mis sobrinos- Hürrem solo la miró en silencio, ya no confiaba en nadie.

  Solo asintió y se giró sin llegar a ver la pequeña sonrisa triste que se formaba en el pálido rostro de Hatice, sabía que nada sería fácil de ahora en adelante pero luego escuchar los susurros que daba su hermano en medio de su agonía entendió que esa mujer que tanto amaba estaba en peligro, abrió los ojos y recordó el daño causado por ella misma sintiéndose asqueada al darse cuenta que ella al igual que Süleyman habían manchado la dignidad de esa joven.

   Volvió a los aposentos y se ganó junto a Ibrahim, rozó su mano mostrándole su apoyo y éste solo la miró serio, él al igual que Hürrem no confiaba en nadie, tampoco dejaría que volvieran a dañar a la persona que ahora veía como su hermana, su única familia en ese gran y sucio imperio. El camino sería aún más difícil, Süleyman se veía bastante bien y muy dispuesto a retomar lo que dejó atrás por caer enfermo, la muerte de su madre tampoco ayudó ya que sentía mucho dolor, rabia y odio. Lo peor es que Hürrem sabía que sería en ella que recargaría todo su pesar y no le quedaba de otra que volver a encerrar su lastimado corazón en una caja para que nadie volviera a lastimarla, ya no le importaba sí él la destruía solo quería asegurarse de que sus hijos estuvieran bien.

Mahidevran no decía nada, seguía con la mirada perdida. Se preguntaba que tan equivocada estuvo al empujar a Hürrem hacia al acantilado llamado "Süleyman", la respuesta era más que obvia, pero no podía culpar a nadie más que a ella misma y su cobardía.

No podía imaginar a su hijo sobre el trono, era muy pequeño aún para eso pero quiso llorar al ver la mirada llena de maldad de ese Sultán, miraba a Hürrem como un depredador mira a su indefensa presa. Lanzó a Hürrem a la jaula de los leones y limpió sus manos olvidándose que esa mujer era la persona que amaba, ahora corría peligro solo por sus malas y absurdas decisiones.

>>> Los días pasaron y ella se mantuvo en silencio, aún cuando los gritos de Hürrem a veces llegaban a su mente.

Dos noches después no pudo soportarlo más y fue a los aposentos del Sultán pues quería pedirle que por favor recargara su odio en ella y no en esa hermosa pelirroja tan rota pero detuvo su andar cuando los gritos ahogados de Hürrem llegaron a sus oídos, el llanto desgarrador de la mujer y las palabras obscenas de Süleyman le causaron náuseas.

Se tambaleó pero antes de caer dos manos sostuvieron su cintura, alzó la mirada encontrándose con la de Ibrahim, tan dura pero rota, había estado llorando y sabía el porque pero no fue capaz de decir nada.

- Lo mataré- susurró la Sultana mirando al hombre el cuál abrió los ojos sorprendido- necesito que mates a esos guardias, lo demás... Lo haré yo misma.

Sin siquiera esperar una respuesta tomó la antorcha de hierro que estaba puesta en la pared, golpeó con fuerza a los guardias de la entrada de aquellos aposentos y tal como lo pidió; Ibrahim mató a los demás con su espada. Abrió la puerta con una patada, su mirada se conectó con la de Süleyman él cual gritó enojado que saliera de su habitación.

La imagen de Hürrem contra la cama con el vestido roto, su rostro cubierto con sangre y lágrimas, sus ojos cerrados fuertemente mientras se aferraba a las sábanas llorando hicieron que su sangre hirviera, corrió tan rápido que hasta ella misma se sorprendió, no le dió tiempo de pensar nada, el primer golpe llegó con fuerza contra el pecho del Sultán.

Süleyman grito adolorido cuando aquel fierro se enterró en su carne haciéndole un par de heridas profundas, cayó hacía atrás semi desnudo, ahora sangrando. Otro golpe cayó sobre su cuerpo justo en su abdomen y otro grito se escapó de sus labios, Ibrahim entro cubierto de sangre y un poco herido. Se acercó rápidamente hacia Hürrem ayudándola a levantarse, ella se veía confundida y tan sorprendida que solo pudo reaccionar cuando la sucia sangre de Süleyman chocó contra su rostro golpeado. Ella también quería matarlo, y como si Mahidevran leyera su mente la miró alzando aquella antorcha dejándola entre sus manos, di un paso atras mirando fijamente el cuerpo golpeado de su Sultana y el odio volvió a poderse de ella, sin pensarlo mucho le propinó una perfecta patada en la cabeza a ese bastardo e Ibrahim la tomo una vez mas de la cintura dejando que Hürrem descargara su odio.

Uno, dos, tres, cuatro,..... Ni siquiera los estaba contando, uno otras otro. El cuerpo desfigurado de Süleyman se encontraba en el suelo sin vida mientras Hürrem gritaba y lo golpeaba, cuando ya no pudo más cayó de rodillas y empezó a llorar mientras las más frías carcajadas se escapaban de su boca.

  Hürrem estaba completamente desquiciada.

  Hürrem estaba completamente desquiciada

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Estamos llegando al final de esta historia c:

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Where stories live. Discover now