𝑉𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑐𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜.

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Mahidevran caminaba por esos pasillos largos a paso lento mientras los demás corrían al lado contrario chocando de vez en cuando con ella, a veces algunas chicas intentaban jalarla para salvarla pero ella se soltaba dándoles una mirada vacía y seg...

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Mahidevran caminaba por esos pasillos largos a paso lento mientras los demás corrían al lado contrario chocando de vez en cuando con ella, a veces algunas chicas intentaban jalarla para salvarla pero ella se soltaba dándoles una mirada vacía y seguía su camino ignorando a todos esos hombres vestidos de negro que cada vez que corrían por su lado hacían un pequeño movimiento de cabeza hacia ella mostrándole respeto, sangre manchaba las hermosas paredes de ese palacio, los suelos de mármol habían sido manchados de rojo carmesí, tantos cuerpos sobre los suelos y ella los miraba como si fueran lo más insignificante del planeta, todos esos hombres eran aliados de Süleyman, ese maldito que tanto daño le había hecho a su hermosa Hürrem y hasta a ella misma, él que mató a Ibrahim acabando con un par de ilusiones de su sultana.

Detuvo su andar cuando entre los cuerpos sin vida un rostro se le hizo sumamente familiar, se acercó lentamente y sonrió al verlo... Ese hombre la había arrastrando la primera vez al palacio de Manisa cuando sus padres la entregaron a la Sultana Hafsa para dársela de regalo a su hijo, el príncipe Süleyman heredero al trono. Ese maldito ni siquiera había sido cuidadoso sino que la jaló con tal fuerza que sus brazos tuvieron las marcas de sus dedos en su piel durante varios días.

— Ojalá estés ardiendo en el infierno, maldito infeliz...- susurró y siguió su camino hasta llegar a la habitación del sultán, los guardias estaban en suelo muertos, no pudo evitar hacer una mueca triste porque entre ellos habían varios jóvenes inocentes.

Abrió la puerta con lentitud como si estuviera disfrutando el trayecto a su pequeña pero gran "misión", dio algunos pasos hasta estar dentro de los aposentos que estaban casi en penumbras, solo un par de velas estaban encendidas, las puertas que daban a la terraza estaban cerradas y las ventanas también, Mahidevran sonrió y miró al débil Süleyman que se encontraba tendido sobre la cama ignorando el revuelo que había afuera de esa habitación como si todo le diera igual.

Los dos se miraron a los ojos y ella no pudo evitar sonreír, caminó hasta estar a su lado y se sentó en la cama, siempre le pareció ridículo que su cama fuera con barandas a sus lados simulando un trono, era tan patético que siempre intentará hacerles recordar a todos que él era el gran Sultán Süleyman, cuando realmente no era más que un bastardo bueno para nada siempre espero que todos hicieran todo por él.

— Su majestad...- dijo con un tono casi burlón.

— ¿Qu- qué haces acá...? ¿Vienes a matarme?

Mahidevran no borró su sonrisa, lo miraba fijamente a los ojos, se veía como una presa débil y asustadizo, se preguntaba donde estaba ese bastardo que abusaba se su hermosa Hürrem porque ahora solo veía a un intento de hombre.

— Sabes Süleyman desde la primera vez que estuve contigo supe que eras un asco, tanto en la cama como fuera de ella- su voz era tranquila, pasó su mano sobre el abdomen duro se él lo recorría con sus delgados dedos viendo apretar la boca- tuve que entregarte lo más sagrado que tiene una mujer solo por un capricho tuyo, Hürrem también y al igual que muchas otras que lamentablemente cayeron en tus manos, tus asquerosas manos.

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora