𝑂𝑐𝒉𝑜: 𝐻𝑢̈𝑟𝑟𝑒𝑚

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 Mi paciencia se estaba acabando, estaba una vez más encerrada es esa habitación lejana como una niña castigada por su madre

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Mi paciencia se estaba acabando, estaba una vez más encerrada es esa habitación lejana como una niña castigada por su madre. Mahidevran estaba sentada en la cama mirándose las manos como si fuera lo más interesante del mundo, todo esto me traía recuerdos de cuando caímos acá por primera vez.

Esta vez era inocente y sé que Mahidevran también, esto era obra de Hatice para ver si entre la Sultana Mahidevran y yo había algo más que una "rara y nueva amistad". La Madre Sultana no dudó en creerle a su hija y mandarnos a este lugar por dos días, ya habíamos comido y ahora estábamos en silencio. Solo podía pensar en mí pequeño Mehmed, de seguro me extraña y estoy lejos de él por los juegos sucios de la hermana del Sultán, estaba cansada y el sueño me estaba ganando pero el enojo no se me iba, definitivamente tendría que hablar con la Sultana Hatice.

-Si tienes tanto sueño en vez de estar dando tantas vueltas deberías acostarte- la voz de Mahidevran me sacó de mis pensamientos donde estaba planeado una venganza perfecta pero al mismo tiempo patética ya que era obvio que no podría ejecutarla.

-Me sorprende lo tranquila que estás siendo que cuando te alejan de Mustafa por unas horas haces un escándalo increíble- dije mientras me acercaba a la cama y tal como ella lo dijo; me recosté.

-Está con la madre Sultana, sé que ella lo cuidara muy bien- se encogió de hombros mientras seguía mirando sus manos- ¿Sabes por qué estamos acá?

-Porque según la Sultana Hatice estábamos discutiendo una vez más y nos acusó con la Sultana.

Realmente no me apetecía tocar el tema, me aterraba hablar sobre los sentimientos de Hatice con Mahidevran, no era fácil para mí saber que las dos sultanas sentían algo fuerte por mi, era extrañó y si fuera algo más paranoica podría jurar que es una broma o algún plan de ellas dos para acabar conmigo, pero mientras miraba a Mahidevran no podía pensar con claridad, su belleza me estaba distrayendo de la realidad y eso me asustaba.

Me asustaba la reacción que había en mi cuando se trataba de ella, lo fácil que era para mi perderme en mis pensamientos donde solo rondaba su hermoso cuerpo y esa preciosa sonrisa que siempre escondía detrás de esa mirada coqueta pero retadora que siempre me lanzaba cuando quería jugar con mi paciencia y eso me agradaba. Me sacaba de mis casillas y eso me atraía más y más.

Mahidevran sin dudas es una mujer interesante y su belleza es casi inhumana, parecía un hermoso Ángel pero al mismo tiempo esa mirada profunda te hacia querer huir si no estabas lo suficientemente preparado para caer en los encantos de esa Sultana prohibida y es que la verdad todos éramos prohibidos en ese lugar, el único que tenía un libre albedrío era Suleimán el cual podía hacer y deshacer a quien se le diera la gana, patético.

Salí de mis pensamientos una vez más por culpa de aquella mujer, aunque ahora era de diferente forma, me distrajo de mis pensamientos. Su nariz casi rozaba la mía y podía ver perfectamente ese brillo de deseo y jugueteo en su mirar. Tragué duro cuando sus manos tomaron mi cintura jalándome lentamente hacia ella, sus labios rozaron los míos y con una pequeña sonrisa atrapó mi labio inferior entre sus dientes.

 Tragué duro cuando sus manos tomaron mi cintura jalándome  lentamente hacia ella, sus labios rozaron los míos y con una pequeña sonrisa atrapó mi labio inferior entre sus dientes

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>> ¿En qué momento habíamos acabado así?

Estaba totalmente acostada sobre esa cama, su cuerpo estaba sobre el mío y mis pechos estaban libres, su lengua dejaba pequeños caminos de saliva sobre mi piel hasta que llegó a mi pezón y lo atrapó con sus labios apretándolo un poco para luego pasar la punta de su lengua sobre él. Un pequeño jadeo salió de mis labios, ella sonrió y yo tape mi boca con mi mano.

Sabía que estábamos solas en ese lugar pero no podía asegurar si alguien caminaba por los pasillos y nos escuchaba, ahora mismo no deseaba más discusiones con Suleimán.

-Mmh...- sus manos tan traviesas como ella acariciaron mis muslos, sus dedos casi rozaban mis intimidad y podía sentir como poco a poco empezaba a humedecerme, la deseaba... Pero no era el lugar correcto.

Tocaron tres veces la puerta y rápidamente ella se alejó de mi, mis manos estaban temblorosas mientras arreglaba mi vestido sin atreverme a mirarla, ¿Dónde estaba esa Hürrem valiente? Ella espero que estuviera lista para dar el permiso, yo me cubrí con una sábana mientras cerraba los ojos tratando de parecer dormida.

Mi cuerpo tembló un segundo al escuchar la voz de Hatice junto a su madre, apreté mis piernas pues aún sentía ese cosquilleo de deseo y las ansías de que Mahidevran terminara con lo que había empezado cada vez crecían más en mi interior, maldita sea.

-¿Estaban dormidas?- preguntó la madre Sultana mientras la escuchaba caminar por el lugar y detenerse cerca de mi.

-Sí madre, luego de comer decidimos que lo mejor que podíamos hacer es dormir un poco para que el tiempo pase más rápido- explicó con suma tranquilidad, la cual yo no tenía.

A veces me preguntaba porque las personas solían decir que Mahidevran era tonta, mientras más la conocía más me sorprendía su gran intelecto, aunque le gustaba esconderlo detrás de su belleza para que no la molestarán en ese lugar donde la belleza es primero. Mahidevran escondió su inteligencia del Sultán haciéndola insulsa y poco interesante a los ojos de aquel hombre que le gustaba hablar sobre arte, poesía e historia, supongo que por eso se enamoró de mi ya que al momento de hablar de lo que tanto le apasionaba yo le respondía con certeza e inteligencia haciendo nuestras conversaciones más interesante y duraderas.

Siguieron hablando sobre cosas triviales las cuales no me interesaban, mi cerebro estaba desconectado de la realidad, en mi mente solo se repetían las imágenes de Mahidevran sobre mi cuerpo, su lengua recorriendo mi pecho y sus manos acariciando mis muslos haciendo que esas cosquillas de placer dieran pequeñas punzadas de deseo en mi sexo.

Solté un pequeño quejido cuando apreté las pierna, sentí las miradas de aquellas tres mujeres sobre mi así que tuve que actuar rápido, me estire sobre la cama y talle mis ojos, lentamente me fui sentando hasta estar totalmente derecha mirando a esas tres hermosas mujeres que me miraban con curiosidad aunque podía ver en el rostro de Mahidevran una fina capa de burla y deseo, mordió su labio inferior para no reírse y yo sentí otra una punzada de placer al verla hacer eso.

-Buenas noches Sultanas- hice una pequeña reverencia cuando me levante y la madre solo sonrió.

Hatice estaba estática en su lugar, su mirada estaba perdida en mi cuerpo, la sentía recorrerme pero en vez de sentir ese deseo o placer que lograba causarme Mahidevran solo logró que me removiera incómoda en mi lugar, definitivamente solo Mahidevran lograba tener ese raro y delicioso efecto en mí.

 Hatice estaba estática en su lugar, su mirada estaba perdida en mi cuerpo, la sentía recorrerme pero en vez de sentir ese deseo o placer que lograba causarme Mahidevran solo logró que me removiera incómoda en mi lugar, definitivamente solo Mahide...

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𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐜𝐡𝐮𝐫𝐜𝐡. [𝐇𝐮̈𝐫𝐫𝐞𝐦 𝐱 𝐌𝐚𝐡𝐢𝐝𝐞𝐯𝐫𝐚𝐧]Onde histórias criam vida. Descubra agora