𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔

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Tras unos cuantos días de dormir en el sofá, Rosalie sentía que se le iba a romper el cuello en cualquier momento. Tom ya se había dado cuenta de la molestia, porque cada cierto tiempo, ella movía la cabeza en círculos muy despacio y ponía una expresión de dolor. Él ya sabía lo incómodo que era el sofá, y cada vez que la veía alistando todo para irse a dormir, le insistía.

—Si durmieras conmigo no te dolería el cuello —le decía.

—Me sigue pareciendo una mala idea —respondió ella, dejando de cepillarse el cabello para mirarlo.

—No te preocupes, no muerdo, o bueno... no voy a morderte ahora.

Dicho eso, sonrió. Ella en cambio, lo miró con el ceño fruncido.

—¿O sea que además de todo lo que se dice de ti, también eres vampiro? —preguntó.

Él dejó de sonreír y frunció el ceño también.

—¿Y qué es todo eso que se dice de mí?

Rosalie lo pensó un poco antes de responderle. Toda la oficina de aurores hablaba de él, y decían muchas cosas, pero en esos momentos no recordaba la gran mayoría de ellas.

—Una de esas cosas es que supuestamente hablas pársel —respondió ella.

Él se recostó en el mesón que separaba la sala de la cocina y metió las manos en los bolsillos.

—Eso no es mentira —dijo, mirándola fijamente.

Ella se sorprendió, y lo miró con interés.

—¿Entonces sí hablas con las serpientes? —preguntó, alzando las cejas. En lo que sabía, esa era una habilidad bastante rara. Al menos en esa época no se sabía de nadie más que pudiera hacer eso. Él asintió—. Se dice que esa es la marca de un mago oscuro, aunque está más que demostrado que no todos pueden hacerlo. Salazar Slytherin era uno de ellos.

—Es mi antepasado, en realidad, así que imagino que es algo de familia —le contó.

Ella se había quedado muy sorprendida ante esa revelación, y él se preguntó por qué le había contado eso. No era muy dado a hablar de su vida, pero se sentía cómodo hablando con ella. Rosalie, por su parte, parecía sentirse igual, pues seguía mirándolo con atención, incluso mientras se recogía el cabello en una trenza que caía sobre su hombro izquierdo.

—Imagino que eso no es algo que todo el mundo sepa —le dijo—, porque nunca había escuchado hablar sobre tu origen.

Él asintió.

—Pensé que ya habían hecho una exhaustiva investigación sobre mí.

—En realidad no, no es que se pueda averiguar mucho.

—Me aseguro de mantener en secreto lo que más pueda sobre mí mismo.

—Eso parece. Cuando estábamos en Hogwarts tampoco pude saber mucho sobre ti.

—¿Te interesaba saberlo?

Ella había dicho eso casi sin pensar. Como le atraía tanto, durante todos esos años quiso saberlo todo sobre él, pero sin preguntarle, porque no se atrevía a ir de la noche a la mañana a averiguar hasta el último detalle de su vida y solo saludarlo le costaba un esfuerzo enorme. Como era de esperar, no había mucho de dónde averiguar, de manera que ni siquiera conocía su fecha de cumpleaños. De repente pensó en que podría hacer que él le contara mucho sobre su vida, ya que tenía la oportunidad. Entonces cayó en cuenta de que por mucho que había intentado dejarlo en el pasado, le seguía gustando tanto como cuando estaban en el colegio, o incluso más. Se estaba acostumbrado a convivir con él, a pesar de que había sido algo completamente inesperado. Aunque era poco lo que sabía del resto del mundo, no echaba de menos muchas cosas. En realidad, extrañaba estar en su casa, y las charlas que tenía con el elfo doméstico, porque aunque odiaba admitirlo, era como si fuera su mejor amigo. Para ella los demás aurores eran solo compañeros de trabajo y con ninguno tenía una relación más allá de lo laboral. En cuanto a Arthur, ya habían dejado de ser amigos, eran una pareja, y la relación con él era diferente. Por fin había tenido tiempo de pensar en eso durante los días que había pasado lejos de él, y se había cuestionado muchas cosas acerca de su relación. Siempre lo había sabido, pero en esos momentos estaba todavía más segura de que no lo amaba. En los años que llevaban juntos, no había logrado enamorarse de él. Era extraño, pero aunque Tom ni siquiera la hubiera tocado, lo que sentía con una sola mirada suya, era indescriptible. Mientras que con Arthur no le pasaba eso, en realidad no le pasaba nada, ni siquiera cuando la besaba. No sabía cuándo regresaría a su lado, pero estaba segura de que cuando por fin lo hiciera, no sería capaz de continuar con esa relación sin sentido. Sabía que le haría mucho daño, porque él si la amaba, pero no había remedio, no podía mentirle más de lo que ya lo había hecho.

—Sí —respondió la pregunta de Tom, después de largo rato de silencio—, hace años que supe que eres alguien interesante.

Él permaneció completamente inexpresivo, se le daba demasiado bien no dejar notar nada de lo que pensaba o sentía, pero para él significaba mucho darse cuenta de que tal como sospechaba, ella tenía cierto interés en él. Era agradable sentir que había algo de reciprocidad entre ellos.

—Vas a tener todo el tiempo del mundo para saber lo que quieras saber sobre mí —le dijo.

—¿Es que no me vas a dejar salir de aquí nunca o qué? —preguntó ella, con fingida indignación.

—Eventualmente lo haré porque no hay más remedio —respondió—, pero tendrás que esperar un poco.

—Bien. Siempre se me ha dado bien esperar.

𝓥𝓮𝓷𝓮𝓷𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Where stories live. Discover now