𝕰𝖕𝖎𝖑𝖔𝖌𝖔

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—Lo que más nos interesa saber, señorita Prewett es por qué hizo lo que hizo —preguntó el ministro de magia—. De todos los aurores del ministerio, usted era la mejor y de repente... se cambió de bando. 

—Solo quien ha sentido un amor tan grande sabe que te hace ser capaz de todo —respondió Rosalie, con toda serenidad y sin dejar de mirarlo a los ojos. 

—¿Qué excusa es esa? 

—No es ninguna excusa. Usted quería saber por qué yo hice lo que hice y esa es la respuesta. 

El hombre no pareció nada satisfecho con aquella respuesta. 

—¿Dónde estuvo todos estos días en los que estuvimos pensando que estaba muerta? 

—Planeando cómo matarlos a todos ustedes y entregarle el poder a mi amado señor. 

A pesar de que el tono de Rosalie aparentaba ser serio, de inmediato advirtieron que se estaba burlando de ellos. 

—Ya denle veritasérum y terminemos con esto —sugirió alguno de los presentes. 

Enviaron a alguien por el suero de la verdad, pero para ese momento, Tom ya había entrado en el ministerio y todo se estaba convirtiendo lentamente en una batalla. Mientras lanzaba maldiciones, pensaba en dónde encontraría a Rosalie, podría estar en cualquier parte, pero si era necesario, la buscaría hasta en el último rincón. 

Rosalie fijó la vista en su varita, que estaba sobre una mesa frente al ministro, justo al lado de su diario. Sabía que en cuanto pronunciaran la sentencia, la romperían en dos y nunca volvería a tener una en las manos. La espera se le hacía eterna, pero sabía que era mejor que se alargaran sus últimos momentos fuera de Azkaban. Cuando comenzó a escuchar unos ruidos muy extraños, se preguntó qué estaría sucediendo afuera. Los demás comenzaron a murmurar e intercambiar miradas confusas. 

A realmente muy poca distancia, Tom se encontraba de frente con Arthur Harlaw, que se sorprendió notablemente al verlo.

—¿Tan extraño se te hace verme, asqueroso sangre sucia? —preguntó. 

Arthur buscó en los bolsillos, esperando encontrar su varita. 

—En parte sí, pero no voy a desaprovechar la oportunidad para acabar de una vez por todas contigo. 

Tom compuso una sonrisa burlona. 

—No seas imbécil, tú nunca podrías hacerme ni siquiera un rasguño. 

—Espera y lo verás. 

¡Crucio! —exclamó Tom, y le hizo sentir a través de la maldición, cuánto odio le tenía. La lanzó varias veces más, hasta que pensó en que no debía entretenerse con eso, lo más importante era ir por Rosalie— ¡Avada kedavra! 

Le dio una última mirada al cadáver y siguió su camino como si nada hubiera pasado. Después de pasar un rato buscando, por fin dio con el lugar exacto donde Rosalie se encontraba. Abrió la puerta y ella no podía creer que él estuviera ahí. No había pensado ni por un minuto en que fuera a aparecerse allí. Rápidamente, hizo desaparecer las cuerdas que la ataban a la silla, y lo primero que ella hizo fue tomar su varita. Antes de que alguno de los presentes pudiera hacer algo, le apuntó al ministro, justo en el pecho. Ninguno se  atrevió a moverse ni un milímetro porque estaban seguros de que lo mataría si hacían algo. 

¡Avada kedavra! —dijo ella. 

Tal vez fue por el shock, pero los demás permanecieron quietos y muy sorprendidos. Ella solo se alejó y comenzó a caminar hacia la puerta con toda naturalidad. Cuando por fin alguien reaccionó e intentó lanzarle algún hechizo, ella solo lo bloqueó con un movimiento ágil y siguió su camino hasta llegar al lado de Tom. Él la miró como preguntándole por qué lo había hecho. Ella se encogió de hombros. 

—Nunca me cayó bien. 

Él estaba un poco sorprendido, pero no de mala manera. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y juntos salieron de allí. 

A Rosalie le parecía difícil de creer que en tan poco tiempo, hubieran hecho semejante destrucción en casi todo el edificio. Se preguntó dónde estaría Marcus, en verdad esperaba que estuviera bien, la idea de perder al único familiar que le quedaba, le resultaba demasiado dolorosa. 

—No pensé que vinieras —dijo. 

Tom se detuvo para mirarla. 

—¿Creías que dejaría que te enviaran a Azkaban? —preguntó, incrédulo— Eres demasiado importante como para eso. Además, sé de todo lo que has hecho por mí, has renunciado a todo lo que tenías y puesto tu vida en riesgo por continuar a mi lado. 

Ella se le acercó, puso la mano en su brazo y bajó hasta poder tomar su mano. 

—No hay nada que no sea capaz de hacer por ti. Mi forma de amar es total, por eso es que mi lealtad te pertenecerá hasta el día de mi muerte. 

Al escuchar aquellas palabras, Tom sonrió y se acercó más para darle un beso corto. Podía sentir lo mucho que ella lo amaba, con todo ese amor que nadie nunca había tenido para él. 

Casi en seguida llegaron a avisarle que los funcionarios más importantes del ministerio estaban muertos, y que los restantes se habían rendido para salvar sus vidas. Se había salido con la suya, con el ministerio en sus manos, no encontraría oposición, y podría construir el mundo que quería.

FIN.

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Holaaaa :)

Quería darles las gracias por haber leído la historia, por sus votos, sus comentarios y todo el apoyo que le dieron. Espero que les haya gustado. También quería disculparme porque últimamente pasé mucho tiempo sin actualizar, y casi no puedo superar el bloqueo que tuve. Espero que no haya quedado tan mal el final. Gracias otra vez, y les envío un abrazo.

𝓥𝓮𝓷𝓮𝓷𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Where stories live. Discover now