Ambos están locos, disfrutaban el dolor del otro y no sabían cuando parar a pesar de los gritos de agonía que se causaban.
Izuku y Katsuki eran masoquistas al extremo, se dañaban mutuamente, pero les gustaba.
Tortura a largas horas, por semanas; inc...
El policía abrió los ojos sorprendido por lo que acababa de decir el pequeño, jamás menciono que la victima era un omega además su actuar del niño no era normal por lo cual tose para llamar la atención de la mujer peliverde.
- Acompáñeme la escoltare hasta la estación de policía.- hablo serio.
La mayor no daba crédito a lo que habia escuchado, se pone enfrente de su cachorro para que desmintiera lo que habia dicho pues aun no lo creía, esto logro poner mas nervioso a Izuku quien miraba con miedo a su madre con temor a que lo castigara.
- Señora cálmese, necesitamos interrogarlo.- trato de hacerle entrar en razón.
La mayor suspira para seguir al policía quien los observaba de reojo, no le cuadraba en la cabeza como el niño podia estar tan calmado, parecía que la molestia de su madre era lo único que lo aterrorizase.
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Llegaron a la estación de policía donde fueron sentados en una mesa situada en la sala de interrogatorio con un detective quien tenia una libreta en sus manos para apuntar las respuestas del menor.
- ¿Cómo te llamas?, campeón.- hablo amabilidad.
Justo cuando el peliverde iba hablar su madre hablo por el, el policía le decía que permaneciera en silencio para que pudiera responder y llegar al fondo de esto, parecía que la omega hubiera presenciando esa escena pues estaba alterada y lista para defender a su cachorro quien solo la miraba la escena con algo de miedo.
- ¿Te importaría decirnos lo que viste?.- el detective esbozo una sonrisa.
- Yo vi como ese alfa mataba a ese omega con una piedra y cuchillo, luego el me persiguió al darse cuenta que lo espiaba.- soltó lágrimas falsas ya que algo le decía que actuara asustado.
- Tranquilo ya paso, ¿Recuerdas como se veía ese tipo?
Izuku negó con la cabeza agachando su mirada viendo sus manos jugar con sus dedos esperando que le creyesen cada palabra, el detective se levanto de su asiento para darle un dulce al pequeño quien lo recibió gustoso.
El oficial hablaba con la madre del pecoso para que valla a un psicólogo y se recuperase de todo lo sucedido por lo cual la mujer acepta sin pensarlo dos veces pues no quería que su hijo quedase mal o algo por el estilo.
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Al paso de los meses el pecoso asistia a terapias para recuperarse de ese "trauma" pero a el no le habia afectado en lo mas mínimo solo podia pensar una y otra vez en eso, la forma en la que apuñalaba era tan hermoso que se sentía emocionado con solo recordarlo.
El peliverde pudo jugar bien con la mente de su psicóloga quien creyó las mentiras del pequeño sonriente de victoria, en cambio su madre sospechaba que algo no andaba bien, cuando se entero que sus terapias habían terminado ella lo reprimía mas de lo normal, antes no hablaba con casi nadie imagínense ahora.
